De bella, nada: Lumpen, solo eso
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Si no fuera un tema tan serio por lo horrible que no esconde y el dolor que trata de causar al pueblo, la mala pantomima montada en la calle habanera de San Isidro movería a risa y hasta desilusión, pero la caricatura de oposición contrarrevolucionaria que representa ha merecido el repudio y rechazo de un pueblo en Revolución.
Mucho se ha escrito y hablado, y se seguirá haciendo, de la fachada burda erigida para aprovechar cualquier resquicio en algunos jóvenes desorientados para enmarcarlos contra Cuba.
Por supuesto, este mejunje fue, es y será derrotado por una verdad que, como dice el colega Jorge Legañoa, no es absoluta, pero está a favor de una enorme mayoría revolucionaria que sí está debidamente concientizada, dispuesta a derrotar a cualquier grupúsculo tarifado o no de espalda al pueblo.
En sus estertores de mandato, Trump ha querido insuflar los planes injerencistas contra Venezuela, Nicaragua y Cuba.
En el casi específico de Cuba, no puede caminar complot alguno como se ha fraguado contra otras naciones con pueblos debilitados ideológicamente, mediante “revoluciones de colores”, y menos cuando desde Miami surgen las arengas y otras sandeces de individuos deleznables.
Así, con la detención de tarifados que han llegado a realizar atentados para sembrar destrucción y miedo, surge la voz y la figura de quien se ha erigido como cabeza visible del complot imperialista.
Se hace llamar Yamila (Bella en árabe), la de maceo (para nosotros en minúsculas), encabezando a un grupo de facinerosos incapaces de hablar dos palabras sin que surja un insulto.
Cuando la “bella” llamó a matar a un millón de cubanos si fuera necesario, incluidos, abuelitos, niños y hasta perritos, se quedaba corta ante la declaración de un general retirado franquista que pedía la muerte de 26 millones de españoles para que se volviera a la “normalidad” en su país.
También remedaba a aquella excrecencia de parlamentarios brasileños que juraban por toda su familia y animales afectivos para lograr el derrocamiento de Dilma Rousseff, a quien después trataron de acusar de corrupción, cuando la ex mandatara solo tenía el dinero de su salario como presidenta.
Otro colega, Iroel Sánchez, recordaba en Granma como desde el 2014 se ha intensificado la búsqueda de un Maidán (al estilo de lo que pasó en Ucrania), que no deja de fracasar.
El objetivo era crear incidentes que descarrilara el proceso de normalización de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, provocando un Maidán tropical.
Seis años después, la administración de Trump ha destruido virtualmente este vínculo y ahora, en su despido, trata de reverdecer con acciones terroristas y la mala pantomima contrarrevolucionaria visible en San Isidro.
Pantomima que, si resultó efectiva en Teherán, cuando la Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos compró a los integrantes de un circo para que encabezara una manifestación de miles de desclasados, personas sin trabajo y lo que denominan lumpen proletariado para que crearan el caos continuado hasta lograr el derrocamiento de Mohammed Mosadegh, porque había nacionalizado la industria petrolera iraní.
Cambio y variantes se vieron después en Egipto, Libia y Siria. Allí se acudió abiertamente a yihadistas islámicos como complemento central.
En el complot de Ucrania, por su importancia geoestratégica, se sincronizaron, actualizaron y ejecutaron nuevos mecanismos. Por un lado, el modelo de “golpe de Estado blando” con toda su parafernalia: los medios masivos corporativos de Occidente acusando de lo peor y demonizando hasta el paroxismo al gobierno de Yanukóvich, a Rusia y en especial a Putin; y las ONGs actuando a tope para velar por los “derechos humanos” y las “libertades civiles y democráticas”.
Además, las cancillerías, embajadas, parlamentos e instituciones de EE.UU., Unión Europea, Canadá, OTAN, OSCE, con una nueva misión diplomática: participar abiertamente y en masa en las revueltas de la Plaza Maidan de Kiev, abrazados de partidarios de la neonazi Svoboda de Stepan Bandera y del Sector Derecho, y del tarifado lumpen proletariado obediente, dentro de su anarquía, a quien paga.
Que nadie se llame a engaño. ¿Alguien puede imaginarse a EE.UU. la Unión Europea, Canadá y la OTAN, entregándole 5 000 millones de dólares a unos grupos ucranianos sin saber quiénes eran éstos?
Naturalmente que todos sabían que sus pupilos/marioneta encargados del golpe eran miembros de grupos neonazis y de extrema derecha.
Allí triunfaron, pero aquí esos tarifados no podrán hacerlo, ni mucho menos hacer mella en nuestra juventud y proletariado, porque esa “bella”, la de maceo, y la escoria que le sigue son lumpen, sólo eso.
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