Chelsea hizo lo imposible
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El Chelsea inglés completó este domingo lo que parecía una misión casi imposible: derrotar al Paris Saint-Germain francés en la final del Mundial de Clubes de fútbol.
Cuando hacíamos el análisis en la previa consideramos que sería la gran sorpresa no solo de este Mundial, sino de los últimos años en el alto nivel, porque parecía la crónica de una muerte anunciada.
Pues bien, salió a relucir el mal del comentarista, ese de que cuando uno habla bien de un atleta seguidamente comete un error. Si bien en el deporte nada está escrito, lo ocurrido hace unas horas no estaba en la mente de nadie que no fuera un ciego fanático de Los Blues.
Es que el PSG realmente lucía a otro nivel. Después de un inicio de temporada muy flojo, en el que sobrevivió a la fase de liguilla de la Liga de Campeones por los pelos y luego eliminó con contundencia al vecino Brestois parecía que el multimillonario proyecto se iría una vez más por la borda cuando les tocó cruzarse con el Liverpool.
Sin embargo, esa eliminatoria cambió la historia, y tras dejar en el camino al equipo que mejor jugaba en Europa el once parisino tomó un segundo aire y obnubiló a todo el mundo con un fútbol de altura.
Comentamos que para que el plantel londinense sacara algo positivo tendría que revivirseel partido funesto del PSG durante la fase de grupos contra el Botafogo brasileño, y así ocurrió.
De entrada Enzo Maresca le ganó de calle a Luis Enrique en el planteamiento táctico, como diciéndole: Si tú sabes presionar, yo también.
A los galos no les salió absolutamente nada y, en cambio, los ingleses se beneficiaron con el despertar del delantero Cole Palmer, quien parecía aún en pretemporada. Con mucha displicencia defensiva (hay que decirlo) el zurdo encajó un par de goles de bella factura a una defensa que solamente había tolerado una anotación en toda la lid (aquella ante el Botafogo).
No le bastó con eso, sino que además dio la asistencia al joven brasileñoJoao Pedro, quien parece tocado por los dioses.
Sin embargo, si hay que señalar una figura clave en esta nómina es el centrocampista Moisés Caicedo. El ecuatoriano estaba en duda para la final debido a una torcedura de tobillo que le llevó a salir por unos instantes del terreno de juego en semifinales, ingresar de nuevo y finalmente salir cojeando en los minutos finales.
Sin embargo, sacó el pundonor y firmó otro choque memorable, en el que tuvo el control de la medular en todo momento, tanto en fase ofensiva como defensiva. Por lo hecho a lo largo de la justa se llevó el Balón de Bronce, aventajado solamente por Palmer (a mi juicio algo injusto porque no se trataba de la final, sino de todo el torneo) y del portugués Vitinha, que sí fue el eje fundamental del PSG a lo largo del certamen.
Acaban de bajar de la nube al PSG, el fútbol sigue sorprendiendo.
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