¿Una nueva Crisis de octubre en el Caribe?
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La amenaza que se cierne sobre Venezuela es creciente. Y son cada vez más los aspectos de esta crisis, inventada por Mr. Rubio en su rol de super secretario, que recuerdan aquellos días aciagos en que parecía que la guerra fría de entonces, en 1962, se recalentaría a tono con la fusión de millones de átomos bélicos.
Escudriñar en los factores que condujeron a lo que después se conoció como crisis de octubre o crisis de los misiles, conllevaría mucho espacio. Este conflicto, se recordará, tuvo mucho que ver con la manera de cómo cada parte estimaba su derecho a la defensa, así como el rol que como aliado debía o podía jugar Cuba, condenada desde 1959 a ser objeto de todo tipo de agresiones.
Es muy útil establecer que obviamente las dos potencias involucradas, la entonces URSS y EEUU, después de enseñar sus correspondientes colmillos nucleares, finalmente se pusieron de acuerdo y Cuba ganó algo de tranquilidad, algo, porque aunque Washington se comprometió a no meterse en otra aventura invasiva, al estilo Girón, realmente la hostilidad, la amenaza nunca desapareció, hasta ahora. Por entonces, con razón el Che emitía aquella icónica frase, de que no se puede confiar en el imperialismo ni tanto así, nada.
Naturalmente las condiciones son otras, y sin dudas para peor en lo que al Imperio se refiere, aunque naturalmente Venezuela no posea la misilistica intercontinental o de mediano alcance que para entonces exhibió la URSS.
No se trata por tanto de comparar la capacidad defensiva de la tierra de Bolívar y Chávez; nunca estaría a la par del ejército estadounidense, pletórico de armamento sofisticado. No va por ahí el asunto, aunque en términos estrictamente defensivo los bolivarianos cuentan con una ventaja inestimable, que están defendiendo a su patria, a sus familias; los otros, los agresores, protegen el curriculom vitae de Mr. Rubio o los desvaríos del Jefe Trump.
El tema de fondo es la magnitud del peligro, hasta donde el contexto político, básicamente diseñado por el Departamento de Estado, permitiría a Washington seguir incrementando la crisis justificada bajo falsa bandera, como se conoce, el enfrentamiento al narcotráfico.
Vamos por parte. El dispositivo militar movilizado por el Pentágono, es como ya denunció el presidente Nicolas Maduro, el más poderoso del que se tenga noticias, comparándolo con el despliegue en la última quincena de octubre de 1962.
Al momento de redactar estas notas, el contingente, bien calificado como los Piratas del Caribe 2.0, lo integran 8 buques de guerra, principalmente destructores provistos de cientos de misiles, un buque de asalto anfibio, el Iwo Jima, comparable según los que saben con un portaviones mediano, más dos naves anfibias, así como un submarino con propulsión nuclear.
También merodean el Caribe, basados por ahora en Puerto Rico, 10 cazas F-35 y aviones de reconocimiento P-8. Arriba de todo ese amasijo de hierro y acero, unos 4 mil marines de la 22 Unidad Expedicionaria, super calificados para invadir y matar seres humanos.
Articulado a lo anterior, dispositivos y sistemas de guerra electrónica, drones artillados y equipos de intercepción de comunicaciones, todo como salido de un film de ciencia ficción, por lo que se les aplica la duda razonable, si a la hora de la verdad servirán para algo.
Y el último comentario no es necesariamente irónico, a tenor por los resultados alcanzados hasta el momento por el enorme dispositivo, como el propio Trump ha anunciado van teniendo un éxito rotundo, (ahora si es sarcasmo) con el hundimiento de algunas narco lanchas, que le permitió exclamar al mandatario que el Caribe estaba “limpio, libre de ellas”.
Curiosamente quien sigue llevando el peso de las intercepciones a las narcos lanchas es el United States Coast Guard (USCG), o en español, Guardia Costera de Estados Unidos, como fue siempre. Otra curiosidad, la operación más importante en las últimas semanas se denominó Operación Pacific Viper, cuya traducción resulta innecesaria para saber donde se realizó. Mientras que los Piratas del Caribe 2.0 celebran el supuesto de haber hundido 4 lanchas, la Guardia Costera exhibe en agosto último un hito histórico, según destacaron, con la ocupación de drogas valuadas en unos 473 millones de usd.
No se trata aquí de celebrar los resultados de los guardacostas estadounidenses, tienen sobrados espacios mediáticos propios y prestados, solo añadir que en el pasado han mantenido cooperación con las autoridades cubanas mutuamente ventajosas. En todo caso, estos datos muestran quienes son los que en EEUU realmente enfrentan el narco tráfico, así como el lugar marítimo donde fundamentalmente este es interceptado.
Así las cosas cada vez es más evidente, no importa la incredulidad con que se evalúe la situación, cual puede ser el verdadero propósito de los Piratas del Caribe 2.0 y Mr. Rubio: acabar con el proyecto bolivariano. Solo en la última semana se suman nuevos elementos que deben ser observados con detenimiento y que apuntan hacia el incremento de la escalada.
Véase por ejemplo un reciente artículo/informe del New York Time, diario donde suelen publicarse asuntos para medir la reacción de la opinión pública local o influirla para que acepten los más deleznables propósitos. El título del artículo lo dice todo: “El aumento de tropas estadounidenses en el Caribe indica una campaña más amplia contra Venezuela” aunque remata el análisis afirmando que “el alcance de la operación sigue sin estar claro”; ojo con esto, parece que el Time esta distraído o que se está cuidando de otra demanda, como la que enfrenta proveniente de la Casa Blanca por motivos domésticos.
Minutos más minutos menos, en paralelo una flamante comisión independiente de la ONU emite un informe lapidario contra Venezuela. No es este el lugar para evaluar la veracidad, únicamente apuntar que el gobierno bolivariano tildo de sesgadas las fuentes empleadas en el informe y que no recoge los avances institucionales en el respeto de los derechos humanos.
Aquí, lo relevante es apuntar que en medio de la cruzada bélica contra Venezuela aparece este informe, casualmente favorable a la retórica expandida por Mr. Rubio; pero sucede que “en política no suele haber casualidades”, estimó en su momento el expresidente estadounidense Franklin D. Roosevelt. Paradójicamente Mr. Rubio no podrá aludir al informe, al fin y al cabo ya admitió que no le cree nada a lo que dice la ONU.
Por su parte el mandatario venezolano confirmó haber enviado una misiva a su homólogo estadounidense, con fecha 5 de septiembre último, donde se reitera el ánimo de cooperar con EEUU en el enfrentamiento al narcotráfico y discutir pacíficamente cualquier eventual desavenencia; también se pide la intervención del negociador Grenell. La carta al parecer se firmó con una pluma de paloma mensajera, si se entiende la metáfora.
Respuesta de la vocera de la Casa Blanca: la carta de Maduro es una sarta de mentiras y no hay nada que debatir. Horas antes, una nueva amenaza de Trump contra el gobierno bolivariano: …”si no reciben a determinados individuos listos para deportar a Venezuela, el precio que pagarán será incalculable”…. vociferó el jefe del Imperio.
Ahora, en su intervención en la Asamblea General de las NNUU, este 23 de septiembre, el mandatario estadounidense mantuvo la amenaza militar, recordando que está usando "la fuerza suprema del ejército estadounidense" para combatir a lo que denominó "terroristas venezolanos y las redes de narcotráfico lideradas por Nicolás Maduro".
Vuelve a mezclar narcos con terroristas, al mejor estilo Trump, es decir, sino le quieren creer, pues se desengaveta la cruzada contra el terrorismo, otra vez.
En resumen, cuando el verso bélico sobre el narcotráfico, razón originaria del despliegue de los Piratas del Caribe 2.0 parece estarse agotando, hundido por la inoperancia de semejante dispositivo con ridículos resultados, en Washington parecen ensayar o impulsar otras justificaciones.
Venezuela por su parte sigue con sus arduos planes defensivos, tanto militares como político comunicacionales; mientras el apoyo a su causa se multiplica en los movimientos sociales de toda Nuestra América, también en la institucionalidad internacional, de lo que da fe la muy reciente reunión de cancilleres de las CELAC, en la sede de la ONU, donde se rechazó el operativo de los mencionados Piratas del Caribe 2.0.
Los pueblos de esta Región, de todo el mundo, tienen tolerancia cero ante la prepotencia imperial y Washington lo sabe o debería. Recordar lo que dijo el Che en diciembre de 1964, en la Asamblea General de las NNUU: …”porque está humanidad ha dicho ¡basta! Y ha echado a andar”. ¡Basta significa que se acabó, Mr. Rubio, Mr. Trump, se acabó, métanselo en la cabeza.
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