Mexicanos en la Base de Supertanqueros de Matanzas: más que una orden, un deber

Mexicanos en la Base de Supertanqueros de Matanzas: más que una orden, un deber
Fecha de publicación: 
11 Agosto 2022
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Hace unos días, cuando la columna de humo negrísimo parecía el peor presagio desde el otro lado de la Bahía de Matanzas, un mandato presidencial de Andrés Manuel López Obrador nos llegaba como llega un abrazo en la hora difícil.

No sabíamos exactamente en qué consistiría la ayuda que enviaba, pero sabíamos que algo bueno venía de nuestro amigo de toda la vida, del mismo México que no nos dejó solos hace más de 60 años, cuando apenas nacía la Revolución Cubana y, con ella, la obsesión del vecino poderoso por aislarnos y asfixiarnos.

Poco a poco fuimos escuchando de vuelos que aterrizaban en el Aeropuerto Internacional José Martí con técnica, productos útiles y  personal especializado. Una y otra vez, durante el infierno de la Base de Súpertanqueros de Matanzas, fue titular la solidaridad de la tierra de Benito Juárez, en alguna de esas noticias estaban incluidos Manuel, Jesús y Luis Fernando, los hombres que encontré la tarde de este miércoles de pie, prestos a continuar un trabajo que asumieron, me aseguran, más como un deber humano que como una orden.

No quieren dar declaraciones, así que más bien dialogamos. Una ahí, sin saber de cuál modo decir gracias y ellos te salen con que están agradecidos "porque ustedes nos han recibido bien, de buena manera, y nosotros tenemos que corresponder con una ayuda humanitaria que ordenaron desde México para acá y aquí estamos todos apoyando".

En el interior de México han enfrentado antes incendios de grandes proporciones, me explica Manuel que viene de un país donde han ocurrido un sinnúmero de catástrofes y ahora les tocó utilizar esa experiencia para ayudarnos.

Han estado trabajando codo a codo con cubanos y venezolanos, algo que tampoco es nuevo para ellos, me cuentan: las tropas que vienen están adiestradas, ya han hecho equipo con personas de otros países para enfrentar sismos, por ejemplo, en tierra azteca y siempre les ha funcionado perfectamente la integración. Acá ha sido perfecto "y lo mejor es que hablamos todos el mismo idioma, es más fácil".

Antes de subir al vuelo solidario que lo trajo a Matanzas, Manuel nunca había estado en Cuba, pero sabía que es una isla habitada por "gente que lucha, que a pesar de los escasos recursos siempre tratan de seguir adelante". 

Jesús tampoco nos conocía mucho, por la forma en que me habla el más joven del grupo, lo sorprendió Cuba, para bien y es que encontraron "personas muy amables, atentas". A Luis Fernando ya le habían "platicado que los cubanos eran gente muy alegre, valientes y ya lo hemos visto desde que llegamos hasta ahorita, a pesar de que sufrieron una catástrofe como esta, la gente aquí no se deja caer y sigue adelante".

Manuel, Jesús y Luis Fernando son de la Ciudad de México, les cuento que allí me enamoré del Sócalo encendido para las fiestas patrias, que en Querétaro me invitaron a un chile en nogada que está entre lo más sabroso que he comido en mi vida y que aquí, en esta Matanzas bella que ellos están ayudando a salvar, se dedica desde que tengo uso de razón un programa radial a la música de México.

Así, hablando como loca, logro sacarlos un poco de la marcialidad propia de su profesión: "pero por cada región de México hay un tipo de música diferente", me aclara Manuel ¿No comiste pozole? Me pregunta Luis Fernando y entonces seguimos conversando como los amigos que han sido, desde siempre, su pueblo y el mío, una amistad, quién puede dudarlo ahora, a prueba de fuego.

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