Cuba: El rol de los sindicatos

Cuba: El rol de los sindicatos
Fecha de publicación: 
25 Febrero 2014
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Acaba de concluir el XX Congreso de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC) y algunos medios internacionales han manifestado lo de siempre: “fue un congreso de consignas y palabras huecas”. Pero la verdad es que en esta ocasión hubo muy pocas consignas y debates muy francos, incluso algunos “sin paños tibios”.

Fue bueno comprobar como muchos de los delegados plantearon a las autoridades gubernamentales y partidistas problemas, inquietudes y quejas bien concretas de los afiliados… y en no pocas oportunidades manifestaron su inconformidad con las respuestas que les ofrecieron.

En una de los encuentros con ministros y otros funcionarios, una de las delegadas dijo algo medular: “No podemos seguir viniendo a congresos y conferencias y regresando con los mismos problemas sin solución. Necesitamos respuestas concretas: si es sí, sí; si es no, no. Pero basta ya de dilaciones y eufemismos”.

Ese fue el espíritu de buena parte de los debates. Ese tendría que ser el espíritu también en la base. Los sindicatos tienen que consolidarse como contraparte efectiva de las administraciones, como representantes legítimos de los obreros, como ente propositivo, como eslabón ineludible en la toma de decisiones…

Lamentablemente, esa no ha sido la realidad mayoritaria en los últimos tiempos. Por inercia, por desconocimiento, por falta de motivaciones, por incapacidad del liderazgo… en no pocos colectivos laborales del país el sindicato ha sido (sigue siendo) solo un “repartidor” de estímulos morales y materiales, un “cobrador” de cotizaciones y aportes, un movilizador para marchas y concentraciones.

Puede ser eso, pero tiene que ser más. Con la aplicación de los Lineamientos del Partido, con el sistema de perfeccionamiento que asumen muchas entidades, con el cambio de las estructuras productivas… necesariamente saldrán a flote contradicciones y situaciones conflictivas en los centros laborales, particularmente los relacionados con la esfera productiva.

El sindicato no puede ser un simple buzón de quejas, ni un ente pasivo que suscriba sin analizarlas todas las decisiones “de arriba”. Lo decía en una de las sesiones del congreso el nuevo secretario de la CTC, Ulises Guilarte De Nacimiento: tiene que ser una exigencia mutua entre la administración y los representantes de los obreros. Esa es la única manera de trabajar juntos por aumentar la producción y la calidad de los servicios.

El tema de los salarios fue uno de los más tratados en el congreso. Las autoridades reconocieron que es insuficiente, que no cubre todas las necesidades de los trabajadores. Pero estamos ante un dilema: ¿subir los salarios para aumentar la producción o aumentar la producción para subir los salarios?

El análisis de ese tema no cabe en un comentario. Es un asunto complicado, que precisa de confrontación de opiniones, de debates contextualizado.

Pero a nivel de gobierno es evidente el convencimiento de que el único camino posible es el segundo. Si se sube el salario sin respaldo productivo, se hipotecará el futuro y lo más probable es que terminemos en un descontrolado proceso inflacionario.

Es fácil decirlo, lo difícil es hacérselo ver a los trabajadores, sobre todo a los que trabajan a conciencia y cumplen con todas sus obligaciones.

Está claro que en muchas entidades el paraguas se traba en otros ámbitos que no tienen que ver directamente con el trabajo puro y duro de los obreros: problemas de insumos y estructurales, malos manejos comerciales, incapacidad de gestión, insuficientes controles a la calidad…

El sindicato debe tener una actitud combativa antes esas circunstancias.

No es casual que el mejor trabajo sindical se realice actualmente en entidades con buenos resultados productivos. Algunas experiencias se compartieron en el congreso: cooperativas agropecuarias con excelentes dividendos, donde los trabajadores reciben miles de pesos al mes.

La otra cara de la moneda (gran cara, por cierto) es la de las muchas entidades ineficientes, con pérdidas contantes y poca estabilidad en la fuerza laboral. Es ahí donde muchas veces el sindicato está solo para organizar asambleas (tan ineficientes como las entidades), cobrar la cotización y celebrar cumpleaños colectivos.

Algo tiene que quedar claro: los dirigentes sindicales deben salir de entre los mejores trabajadores, entre los más capaces y preparados. En no pocos lugares, ante la apatía del colectivo, resultan electos compañeros sin las reales competencias para el cargo.

Ante los problemas concretos puede haber disímiles opiniones, pero pocas veces confluyen soluciones concretas. No van a caer del cielo. El sindicato debe ser una voz importante en todas las discusiones. Más que una voz: un actor.

Comentarios

El principal (y casi único) problema que tenemos los trabajadores cubanos es que el salario no es ni mínimamente suficiente para enfrentar las necesidades básicas de un ser humano, y eso no hay sindicato que lo resuelva.<br />La Dirección del país sigue pidiendo más eficiencia como premisa para elevar los salarios, y los trabajadores necesitan un fuerte estímulo para elevar la eficiencia. Esto se me parece al cuento del huevo y la gallina.

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