Ecuador, un polvorín
especiales

A tres semanas de iniciarse las protestas contra el gobierno de Daniel Noboa, el movimiento mantiene su espíritu de combate, pese a agudizarse la represión oficial y estar la mitad del país en estado de excepción, agudizado tras dos intentos de ajusticiar al millonario mandatario.
Lo que comenzó como una protesta por la eliminación del subsidio al diésel se ha transformado en un movimiento amplio de rechazo al gobierno.
Así, y pese a fracturas por la traición de algunos líderes indígenas al pacto con el opositor Revolución Ciudadana en los pasados comicios -que propició una victoria noboista manchada por sospechas de fraude-, el partido que representa al correísmo subrayó este viernes su apoyo a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y que continuará ofreciendo ayuda a los manifestantes.
“Le pido al señor Noboa que así como ordena a sus ministros que se reúnan con líderes de bandas delictivas, en una ‘salita’ bien acomodados, se siente ante el llamado que han hecho las autoridades de la Conai provincial de Imbabura”, dijo la líder del movimiento correista, Luisa González.
Con anterioridad, González había ofrecido abogados, alimentación y todo el apoyo a los manifestantes que están en el paro, y al presidente Daniel Noboa lo retó a que la persiga a ella y no a sus militantes, porque ella es quien da las directrices, subrayando:
“Aquí está Luisa González, yo soy la presidenta de esta organización. Quiere perseguir a alguien, no persiga a mis compañeros, aquí estoy yo para representarlos, para hablar por ellos y para hacerle frente. Quiere venir por alguien, aquí le espero, no le tengo miedo, usted es el que se esconde, el que no sale, el que no da la cara (…) y mientras yo esté al frente de la presidencia de la Revolución Ciudadana, ni tibiezas ni pactos”.
CUESTIONAMIENTOS
Ecuador atraviesa convocantes movilizaciones sociales. Las calles de Quito y otras ciudades del país se han convertido en escenario de enfrentamientos entre manifestantes y fuerzas de seguridad, en el marco del paro nacional convocado por la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie). Las medidas económicas del presidente Daniel Noboa, complaciendo al Fondo Monetario Internacional, son fuertemente cuestionadas por varios sectores del país.
El malestar por la eliminación del subsidio al diésel se ha transformado en un movimiento amplio de rechazo al gobierno del presidente Daniel Noboa, que enfrenta crecientes cuestionamientos por su manejo de la crisis económica, la represión policial y su propuesta de una nueva Asamblea Constituyente.
Líderes indígenas denunciaron un “uso desmedido de la fuerza” y una “política guerrerista” del Ejecutivo, y el presidente de la Conaie, Marlon Vargas, condenó los hechos y responsabilizó directamente al gobierno por los actos de violencia. “El derecho a la protesta es legítimo y está protegido por la Constitución”, afirmó.
Vargas señaló además que “la represión no trae paz, solo profundiza la indignación y fortalece la resistencia del pueblo”, en referencia al amplio descontento social que ya se extiende más allá de las comunidades indígenas. En las pancartas, los manifestantes respondían al discurso oficial que los tildaba de “terroristas” con consignas como “Somos madres, no terroristas” y “El pueblo no se rinde”.
DETONANTE
El detonante del conflicto fue la eliminación del subsidio al diésel, decretada por Noboa el 12 de septiembre. La medida elevó el precio del combustible de 1,80 a 2,80 dólares por galón, afectando especialmente a los agricultores, transportistas y comunidades rurales que dependen del diésel para sus actividades diarias.
Pero con el paso de los días, las demandas del movimiento indígena se ampliaron. La Conaie exige ahora una reducción del impuesto al valor agregado (IVA) del 15% al 12%, mejoras en salud y educación, y el rechazo al referéndum convocado por el presidente para el 16 de noviembre, en el que se consultará sobre la instalación de una Asamblea Constituyente.
El gobierno, por su parte, acusa a los dirigentes indígenas de promover la desestabilización política y de aprovechar las protestas para debilitar al Ejecutivo.
Noboa ha asegurado que “nadie puede venir a tomarse por la fuerza la capital” y ha reiterado su disposición a “aplicar la ley”. Pese a ello, los líderes de la Conaie han anunciado una “radicalización del paro” y amenazan con extender las protestas a más ciudades si no se abren canales de diálogo.
Hasta el momento, las protestas dejan un saldo de un manifestante fallecido por presuntos disparos del Ejército, alrededor de 160 heridos entre civiles y fuerzas del orden, y más de 110 detenidos, según cifras oficiales y de organizaciones de derechos humanos.
SÍMBOLO
En Ecuador, el combustible no es solo un bien económico. Es también un símbolo político. Y tocarlo sin consenso previo puede tener consecuencias difíciles de contener. Lo vivió Lenín Moreno en el 2019, cuando una revuelta encabezada por el movimiento indígena lo obligó a retroceder. Lo intentó Guillermo Lasso tres años después, y el resultado fue semanas de enfrentamientos, heridos, muertos y una fractura política de la que nunca logró recuperarse.
Advertido de lo que la movilización social puede hacer, Noboa trasladó la Función Ejecutiva a la ciudad de Latacunga, en la provincia de Cotopaxi, que está a 100 kilómetros de Quito. Allí, en las montañas, se concentran algunas de las comunidades indígenas más organizadas. Y también las más combativas. El abandono estatal y el incumplimiento de promesas han sido el combustible de las grandes movilizaciones que han marcado la última década. “Lo vemos como una persecución al movimiento indígena, una manera de provocar a las organizaciones, a las bases y eso no lo vamos a permitir”, declaró Rafael Negrete, presidente del Movimiento Indígena y Campesino de Cotopaxi.
Latacunga es también tierra de dirigentes indígenas que han liderado protestas en el pasado como Lourdes Tibán y Leonidas Iza, el excandidato presidencial que encabezó las manifestaciones contra Lasso en 2022. Esta vez, Iza no hizo un llamado concreto a movilizaciones, pero su mensaje en la red social X dejó claro su rechazo. “Con las experiencias vividas en los dos levantamientos y ante el rechazo al diálogo por parte del gobierno de Noboa, solo existe un camino para enfrentar a esta plutocracia que representa el Gobierno de un puñado de la oligarquía”.
El subsidio al diésel era uno de los últimos en pie. Ese combustible que mueve el transporte pesado, los camiones de carga, las volquetas de la construcción, los autobuses interprovinciales, escolares y empresariales, y que ha sido durante cinco décadas un pilar silencioso (y molesto) del modelo económico ecuatoriano. También lo utilizan los agricultores en sus tractores, los pescadores para llenar los tanques de sus lanchas y cientos de comunidades remotas que dependen de generadores de electricidad, porque el sistema nacional no llega hasta sus territorios.












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