De pandemias y guerras

De pandemias y guerras
Fecha de publicación: 
4 Agosto 2020
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El autor desea que nadie atribuya conclusiones —menos aún si son apresuradas— a las presentes líneas, donde apenas expresa dudas, aunque parta de algunas certidumbres.

Las guerras —incluso las necesarias e inevitables, las de justa defensa de derechos, como las de liberación nacional— causan muertes y sufrimientos. Las pandemias, injustas por naturaleza, y que no vale resignarse a suponerlas necesarias, causan también esos efectos.

Un país agredido por otro tiene el derecho de considerar traidores a sus naturales que sirvan al agresor. Naciones que se pronuncian contra la pena de muerte —Francia, digamos— reservan esa condena para aplicarla en casos de tal traición.

No solo por vía económica, sino también con acciones armadas que se han consumado a lo largo de años y no se deben descartar en un futuro próximo o lejano, Cuba ha sido y es agredida por una potencia que, en medio de una terrible pandemia, ha reforzado el largo bloqueo con que intenta castigarla por su voluntad de soberanía, asfixiarla para erradicar el ejemplo de esa voluntad.

A todas luces, y tinieblas, esa potencia apuesta a que el sarscov-2 provoque lo que ella no ha logrado con todas sus agresiones: aplastar a la Revolución Cubana y volver a imponerle a Cuba un yugo que sería todavía más feroz, porque estaría reforzado por la rabia de haber visto la capacidad de Cuba para defenderse, resistir y vencer.

¿Cómo debe valorarse en Cuba a quienes, por irresponsables, delincuentes o indisciplinados —o por una mezcla de esas condiciones, o todas ellas juntas— actúen como cómplices, voluntarios o involuntarios, de la potencia que no cesa de agredirla? Sí, de la misma potencia imperialista cuyos lacayos han vociferado sus ganas de que en Cuba muriesen personas a montones por la covid-19, como ocurre en el territorio de la potencia imperialista, a cuyo gobierno no lo preocupa la suerte de su pueblo.

El autor oyó el otro día en una calle habanera el comentario de un transeúnte acerca de personas que andaban sin mascarilla nasobucal y hablaban en voz alta unas encima de otras: “¿Pensarán que con eso van a tumbar el gobierno?”

En realidad, lo probable sería que contrajeran el virus y lo trasmitiesen a sus propios familiares. Pero queda en el aire la pregunta. Quedan las dudas, sin intención de esbozar conclusiones.

La Habana, 4 de agosto de 2020.

Luis Toledo Sande

Tomado del Facebook del autor

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