Cristina, la injusticia y la cobardía del dejar hacer
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A lo refulgente este domingo por la elección de jueces por voto popular en Venezuela, con igual perspectiva en México, contrasta la apertura de nuevos juicios contra Cristina Fernández en la Argentina gobernada por Javier Milei, cuando el odio inocultable de jueces suscritos a la derecha ya le tienen una condena en suspenso de seis años de prisión por un supuesto delito de corrupción, a lo que le agregan la prohibición de ocupar cargos de por vida.
Esta causa es conocida como Vialidad, referente a la compra de una obra pública en la sureña provincia de Santa Cruz. Los únicos elementos de prueba presentados por los jueces en este proceso –por el que también se ha condenado a otros ex funcionarios– son noticias falsas inventadas por medios de comunicación que lamentaron el fracaso del atentado contra Cristina en septiembre del 2022. Al contrario de la incesante persecución que ha padecido la líder peronista, la investigación por el intento de asesinarla se encuentra totalmente paralizada.
Horas después del pronunciamiento del tribunal, el gobierno de Javier Milei anunció el retiro de las asignaciones estatales que Cristina Fernández recibe como ex presidenta y como viuda del también ex mandatario Néstor Kirchner.
El ultraderechista celebró la condena contra su rival política desde Washington, donde, como ha sido costumbre desde que asumió formalmente la presidencia, se encuentra recibiendo instrucciones de los que realmente dan órdenes bajo su administración. Por medio de sus redes sociales, hizo pasar el golpe financiero a Cristina como una medida de justicia, cuando en realidad supone una flagrante ilegalidad: no es procedente hacerlo cuando la acusada todavía cuenta con instancias para apelar, ni es una potestad del Ejecutivo.
JUSTICIA VERGONZOSA
Para el periódico mexicano La Jornada, la vergonzosa ratificación de la sentencia por parte la Cámara Nacional de Casación, el uso propagandístico que le dio Milei y la sincronía de ambos con los medios de comunicación que intentaron derribar a Cristina Fernández durante sus dos mandatos, muestran que la condena es una maniobra más del Partido Judicial, como se llama en Argentina al grupo de togados con vínculos ideológicos, personales y familiares con la dictadura militar del siglo pasado.
Esto fue reforzado y aupado a lo más alto de la judicatura por el ex presidente Mauricio Macri, un oligarca que usó la Casa Rosada para hacer negocios, tal como hacen hoy los miembros de su camarilla que despachan en el gobierno de Milei: promovió que todos los que saquearon al país evadiendo impuestos y fugando capitales blanquearan sus fortunas mal habidas (medida de la que él mismo se benefició), se autoperdonó delitos e instrumentó un esquema de enriquecimiento privado con fondos públicos conocido en Argentina como la bicicleta, por el cual se amasan fortunas especulando con la moneda.
A ello se agrega el rechazo de la apelación de la expresidenta para demostrar su inocencia, aunque aún nada de lo realizado por los legos ha impedido que Cristina haya aumentado su caudal político y logrado una mejor unión del peronismo, que la acaba de nombrar como máximo dirigente del Partido Justicialista y muchos de sus partidarios la vean como candidata a las próximas elecciones presidenciales.
La Presidenta del Partido Justicialista, en su asunción del alto cargo político, admitió que “hay una aceptación social del programa de Milei", quien "está desconectado de la realidad".
"Cuando uno tiene un vecino que aparece con una motosierra se encierra en la casa porque te da miedo, pero hay una aceptación de la sociedad a una suerte de ejercicio de ajuste violento en tanto y en cuanto 'No me toquen a mí'", expresó la dos veces ex presidenta, quien consideró que “este gobierno no tiene modelo productivo, tiene un modelo de valorización financiera".
Posteriormente, la flamante Presidenta del Partido Justicialista destacó la importancia de una unidad que necesita dirección y proyecto para construir el mejor peronismo posible en una Argentina que se ha vuelto imposible para la mayoría de sus habitantes.
“Lograr ello no es un objetivo en sí mismo, sino concebir a nuestro partido como el instrumento que debe dar el primer paso para reagrupar a todas las fuerzas políticas y sociales detrás de un programa de gobierno que devuelva a esta Argentina sumida en la crueldad y el odio de los necios, la esperanza y el orgullo de ser argentinos", proclamó finalmente.












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