La mano amiga del Rey a los pueblos de Latinoamérica
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Donald Trump estrecha su mano con Javier Milei durante un encuentro reciente en Nueva York (Foto: Reuters / Al Drago / File Photo)
En estos días de reyes y gobernanzas al estilo feudal, cabe preguntarse cómo el “rey” Trump ayuda a los pueblos latinoamericanos, esos que, de alguna u otra manera, sienten los efectos negativos de sus políticas de apoyo o castigo hacia los gobiernos de la región.
“Milei es un economista tremendamente talentoso”, aseveró el presidente estadounidense días atrás al recibir al argentino en la Casa Blanca. Sin duda, Milei ha sido un exponente destacado de lo que la “monarquía imperialista” tiene diseñado para los “feudos de América Latina”.
Durante sus años al frente de Argentina, la gestión económica de Milei ha sido desastrosa para la inmensa mayoría del pueblo. En su controversial mandato destacan hechos como una megaestafa con criptomonedas y un desorbitado incremento de la inflación que pone en una difícil situación a cerca del 75 % de la población.
Su célebre “No hay plata” ha servido de justificación para recortes públicos con la famosa motosierra, prometiendo un cambio de época que llevaría a la prosperidad nacional. Pero lo cierto es que cada préstamo millonario de Estados Unidos o de sus instituciones monetarias subordinadas solo hunde más a los habitantes en una deuda que, a estas alturas, parece impagable.
Cerca de 260 mil empleados despedidos, según Página 12; la eliminación de subsidios que afectan la adquisición de alimentos y medicinas, y el incremento de los servicios básicos son algunas de las consecuencias de esa motosierra simbólicamente regalada a Elon Musk y celebrada por Trump, quien reiteró que los dólares llegarán a Argentina dependiendo de los resultados de las elecciones del próximo día 26.
Pero cada billete verde que entra a la nación sudamericana sale dejando en evidencia una gestión que enriquece a pocos y empobrece a muchos, como un calco exacto de los designios del Imperio.
Un poco más al norte, geográficamente hablando, se encuentra Ecuador, que enfrenta una situación interna muy compleja tras años de gobiernos de derecha, con una crisis social que se agudiza sin señales de freno. Esta es, precisamente, la situación ideal a la que Estados Unidos aspira para los pueblos al sur del Río Bravo. Por eso, el subsecretario de Estado estadounidense, Christopher Landau, aseguró que las relaciones entre su país y Ecuador “se encuentran en su mejor momento en décadas”.
La entrega de un sistema de radares y un convenio para el intercambio de información en la lucha contra el narcotráfico son algunas de las acciones que llevaron al funcionario norteamericano a estas declaraciones, obviando el convulso escenario interno provocado por años de gobiernos de derecha.
Por otro lado, están los gobiernos que no son bien vistos por la administración estadounidense, la cual hace todo lo posible “por ayudar a los pueblos que sufren estos supuestamente regímenes”. Ahí entran las declaraciones y amenazas a Venezuela, Colombia o Nicaragua, pero los cubanos sabemos bien el resultado de la “ayuda” de Estados Unidos.
Un bloqueo recrudecido con pérdidas millonarias que cobra vidas, incluso de niños a quienes se les niega tratamiento. El empeoramiento de la calidad de vida por la persecución de cualquier entrada de divisas, destinadas a servicios públicos, esos que —si se recortaran con motosierras y fueran al bolsillo de funcionarios corruptos— se enviarían por millones desde Estados Unidos.
De sobra saben las cubanas y los cubanos el veneno que destila la mano del rey, que niega el oxígeno en los momentos más necesarios, que sanciona navieras por traer insumos y amenaza a los países que se atreven a vender combustible a Cuba o a votar contra el bloqueo en las Naciones Unidas.
La misma mano que criminaliza a los médicos que salvan vidas en cualquier rincón del mundo, mientras la mano real solo ha llevado bombas y destrucción.
Con una fuerza descomunal, la mano imperial no solo aprieta el cuello de quienes no siguen sus impopulares, inhumanas y elitistas políticas: estrangula a todos los pueblos porque es su esencia, porque necesita de la pobreza, el analfabetismo y la desunión de muchos para preservar las exorbitantes riquezas de pocos.
Por eso, la mano de Estados Unidos —venga disfrazada de apoyo o en tono amenazante— nunca traerá beneficios para las mayorías, como ahora le prometen a Bolivia.












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