Ponen a EE.UU. en la picota sobre armas químicas
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La admisión de la subsecretaria norteamericana de Estado Victoria Nuland en el Senado de que su país realizaba trabajos en laboratorios biológicos en Ucrania, pone hoy en la picota al país.
Asi lo estimó Glenn Greenwald, abogado constitucionalista, columnista, bloguero, escritor y periodista estadounidense al valorar un tema que acapara ahora la atención de los medios.
La prensa corporativa estadounidense calificó las acusaciones contra Washington de desinformación y de falsa teoría de la conspiración pero nunca presentaron ninguna prueba de su afirmación, señaló el experto.
Las afirmaciones de que Ucrania mantiene actualmente laboratorios de armas biológicas peligrosas con apoyo y financiamiento del Pentagono proceden tanto de Rusia como de China.
«Estados Unidos tiene 336 laboratorios en 30 países bajo su control, incluidos 26 sólo en Ucrania», aafirmó la cancillería China.
Tales afirmaciones, según Greenwald, merecen el mismo nivel de escepticismo que los desmentidos de Estados Unidos: es decir, no debe creerse que nada de esto sea cierto o falso a falta de pruebas.
La extraña admisión de que «Ucrania tiene instalaciones de investigación biológica» lo suficientemente peligrosas como para justificar la preocupación de que puedan caer en manos rusas constituyó irónicamente una prueba más decisiva de la existencia de tales programas.
Pero la confesión arroja luz sobre varias cuestiones importantes y plantea preguntas vitales que merecen respuesta, señaló el analista.
?Qué hay en esos laboratorios biológicos ucranianos que los hace tan preocupantes y peligrosos? ¿Y ha tenido Ucrania, que no es precisamente conocida por ser una gran potencia con investigación biológica avanzada, la ayuda de algún otro país para desarrollar esas peligrosas sustancias?, preguntó Greenwald.
Señaló el columnista que la embajada de Estados Unidos se jactó públicamente de su trabajo de colaboración con Ucrania «para consolidar y asegurar los patógenos y toxinas que preocupan a la seguridad y para seguir garantizando que Ucrania pueda detectar e informar de los brotes causados por patógenos peligrosos antes de que supongan una amenaza para la seguridad o la estabilidad».
Añadió que esta investigación biológica conjunta entre Estados Unidos y Ucrania es, por supuesto, descrita por el Departamento de Estado de la forma menos amenazante posible.
La realidad indiscutible es que -a pesar de las antiguas convenciones internacionales que prohíben el desarrollo de armas biológicas- todos los países grandes y poderosos realizan investigaciones que, como mínimo, tienen la capacidad de convertirse en armas biológicas.
El trabajo realizado bajo la apariencia de «investigación defensiva» puede, y a veces lo es, convertirse fácilmente en las propias armas prohibidas.
Como mínimo, la sorprendente revelación de Nuland muestra, una vez más, lo fuertemente implicado que está y ha estado durante años Washington en Ucrania, en la parte de la frontera rusa que funcionarios estadounidenses y académicos de todo el espectro pasaron décadas advirtiendo que es la más sensible y vulnerable para Moscú.
Subrayo Greenwald que ahora que Estados Unidos admitió sus practicas, es crucial que esta revelación no quede enterrada y olvidada.
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Leo Miliciano
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