Miguel Matamoros. Para un amor que dijo adiós

Miguel Matamoros. Para un amor que dijo adiós
Fecha de publicación: 
9 Marzo 2023
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Aunque tú me has dejado en el abandono,
/aunque tú has muerto todas mis ilusiones, /
en vez de maldecirte con justo encono/
en mis sueños te colmo,
en mis sueños te colmo de bendiciones…

Lágrimas negras que mantiene su permanencia en el gusto del público, se debe a una extraordinaria personalidad de nuestra historia musical: Miguel Matamoros. Según refiere el musicógrafo Lino Betancourt, la pieza no fue inspirada por un desengaño amoroso sufrido por su autor. Sucedió que una vecina del compositor siempre llegaba a la casa quejándose de que su marido la había abandonado y Miguel cansado de escuchar tantas lamentaciones compuso el gustado bolero- son.

Otra versión asegura que la creó durante su estadía en Santo Domingo en 1930, cuando se hospedaba en el hostal de la señora Luz Saldaña, y oyó el desesperado llanto de una joven a quien su amante había abandonado por otra mujer.

A lo largo del tiempo han interpretado Lágrimas negras: María Teresa Vera, Los Guaracheros de Oriente, Abelardo Barroso, Paulina Álvarez, Hermanas Lago, Celia Cruz, Olga Guillot, el dúo Cabrisas-Farach, Clara y Mario, Compay Segundo, Buena Vista Social Club, la Aragón, Daniel Santos, José Feliciano, Rubén Blades, José Alfredo Jiménez, y Omara Portuondo con Carlos Rivera, entre otros. La cubana también hace suya la pieza con la orquesta Faílde. Sarita Montiel la canta en el filme Varietés, dirigido en 1971 por Juan Antonio Bardem.

Con producción de Fernando Trueba y Javier López Limón se grabó en diciembre de 2002 para Calle 54 Records el CD Bebo & El Cigala, Lágrimas Negras. Desde su timbre genuinamente gitano, El Cigala entrega una selección de boleros y canciones latinoamericanas. Deslumbra el sonido del piano de Bebo Valdés. Por este CD, tanto El Cigala como Bebo, obtuvieron importantes premios en España.

Además, la historia de colaboración de estos músicos está recogida en el DVD La cocina de Lágrimas Negras.

Valiosa opinión

Tuve la oportunidad de entrevistar al acucioso investigador Odilio Urfé, quien en aquella lejana fecha, expuso:

-La importancia principal que tiene el Trio Matamoros en la historia de la música (nosotros la estudiamos y evaluamos en un concepto integral) se refiere a que dio origen a la tercera variante del complejo de la trova cubana. Es decir, hasta el momento en que surge este trío, la trova cubana venía desarrollándose en las líneas que hemos denominado campesina y de la canción. Matamoros definió, impulsó y popularizó la variante que hemos titulado “la trova del son”.

Lágrimas negras, bolero de Miguel Matamoros que data de 1929, es la obra que históricamente marca ese afianzamiento de esa tercera variante de la trova cubana, la cual se caracteriza por expresar la constante del elemento dramático procedente del tango bonaerense, que posteriormente a la Primera Guerra Mundial se extendió con amplitud por Europa y nuestra América, en cierta competencia con el jazz y sus sucedáneos y la música cubana.

Como señalamos anteriormente, la creación de la variante de la trova del son condicionó la recreación, esa pequeña estructura lírico-instrumental que es el trío, de una gama de géneros y estilos de uso social bailable que tanto los autores de la trova campesina, como los compositores del teatro vernáculo, habían desarrollado con la aceptación más espontánea por parte de los estratos clasistas de aquella sociedad.

Tomando como base el son de inspiración santiaguera, Miguel, Ciro y Cueto cultivaron con éxito cerca de una docena de las trece variantes que registra el complejo del son cubano. A esto hay que agregar que en su repertorio incluían  habaneras, criollas y canciones genéricamente identificadas. Pero, indudablemente, fue el son al estilo oriental, con sus características pasacalles (que Miguel creaba con maestría y cubanía sin igual) el género que inmortalizó e identificó al Trío Matamoros.

Los más famosos

Durante treinta y cinco años, el Trío expresó lo mejor de la música cubana, no solo en su país sino en triunfales giras a Estados Unidos, países de América Latina y Europa.  
                        
Nacido en Santiago de Cuba, Oriente, el 8 de mayo de 1894, Miguel aprendió la música en la calle, con sus amigos. Fue monaguillo de la iglesia del Cristo de la Salud y desempeñó varios oficios. Contaba que trabajó en un desembarcadero de madera con una familia a la cual llamaban” los bueyes” por la descomunal fuerza que tenían el padre y los muchos hijos. En su etapa de busca vida fue mecánico, pintor de brocha gorda, carpintero, minero, reparador de líneas telegráficas, chofer, fabricante de guitarras y bongoes y no se sabe cuántas cosas más.

Uno de los primeros instrumentos que tocó fue una sencilla filarmónica y después tuvo su guitarra. Desde muchacho empezó a cantar en  un dúo con Juan Corona. También tuvo de segundo a Trino Martinelli. Eran invitados frecuentes de las familias santiagueras y particularmente de los Bacardí. Pasó el tiempo y llegó un día el cantor a La Habana para probar fortuna. Trabajó de chófer en una casa por la Quinta Avenida y en un garaje de Príncipe y Vapor.

En su tierra, integró un trío ocasional con Alfonso del Río y Miguel Bisbé. Para una presentación en La Habana, Alfonso del Río fue sustituido por Rafael Cueto y se presentaron en los teatros Campoamor y Actualidades con el nombre de Trío Oriental. Posteriormente, creó en 1925, el Trío Matamoros con Rafael Cueto y Siro Rodríguez.

No fue hasta 1928 que Míster Terry, gerente de la Víctor, les prometió un contrato. Las primeras grabaciones ortofónicas las hicieron en Camden, Nueva Jersey con las piezas de Miguel El que siempre su maíz, Promesas y otras reconocidas canciones. En la tienda La Dichosa en Santiago de Cuba se probaron los discos que se vendieron como pan caliente.

En La Habana, 1929, Los Matamoros cantaron con la Banda Municipal de Santiago de Cuba durante un concurso y el rico popurrí que interpretan hace que merezcan el primer premio. Entonaron el Himno Nacional durante la inauguración del Capitolio Nacional. El conjunto participó en el filme Maracas y bongó (1932), del realizador Max Tosquella; se trata del primer cortometraje sonoro de ficción rodado en nuestro país.

Recorrieron numerosos países: viajan a México, Yucatán, a Nueva York, donde filman Mosaicos cubanos, y se presentaron en Haití, Santo Domingo y Puerto Rico. Saltan a Europa y actúan en España, Francia y Portugal. De aquella gira recordaban en especial la función en Lisboa, en un teatro diseñado por el constructor de la Torre Eiffel.

En 1933 los esperaba Centroamérica. Sazonaron con su criolla gracia los escenarios de Panamá, Venezuela y Colombia. Jugosos contratos los llevan al año siguiente a la Gran Manzana. Carlos Gardel, El Morocho del Tango, no solo los aplaudió en el Teatro Hispano el día del debut de los cubanos, sino que les expresó personalmente su admiración. Otro periplo artístico incluyó otra vez Nueva York (donde actuaron once veces) y, además, Brasil, Argentina y Chile.  

La enfermedad de Miguel hizo que se instalara nuevamente en su hogar con su esposa Mercedes en de Santiago de Cuba; lo cual obligó al triunfal Trío al retiro. Tuvieron 35 años de fructífera vida artística. Miguel falleció el 15 de abril de 1971, en su ciudad natal.

Compuso, entre otras, Regálame el ticket, Mamá son de la loma, Tu verás, Horas de pasión, Mata, que Dios perdona, Bomba lacrimógena, El que siembra su maíz, La mujer de Antonio, El paralítico, Hueso na’má, Amor fingido, La Ma’Teodora, Camarones y mamoncillos, Penas ocultas, Ruego de amor, Sí señor, cómo no; Triste, muy triste; Mi única boca. Olvido, Reclamo místico, Juramento, Dulce boca, La cocainómana, Ansias, Mariposita de primavera; La noche triunfal, Falsaria.

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