Cuba: ¿Y el anillo pa’ cuándo?

Cuba: ¿Y el anillo pa’ cuándo?
Fecha de publicación: 
21 Octubre 2018
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Aunque Jennifer López siga preguntando en su canción tan de moda por estos días «¿Y el anillo pa' cuándo?», mientras cubanas y cubanos repiten entusiasmados el estribillo junto con ella, en la concreta, cada vez se intercambian menos anillos de compromiso en esta Isla.

Al menos, en ceremonias oficiales de matrimonio, porque muy pocas se están realizando.

Así lo indica el más reciente Anuario Demográfico de Cuba, actualizado en julio último, según señala el sitio web oficial de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).

Con datos del pasado año, en el resumen estadístico parece saltar a la vista, como encerrado en círculo rojo, que solo se realizaron 4,8 matrimonios por cada mil habitantes, la tasa más baja en los últimos 14 años.

Desde los años 2004 y 2005, cuando la tasa de nupcialidad descendió a los más bajos indicadores registrados a partir de 1996 con 4,5 y 4,6 matrimonios por cada mil cubanos, la curva nupcial no bajaba a tales niveles.

En total, durante el pasado año se realizaron 53 mil 684 bodas, 8 mil 219 matrimonios menos que en 2016.

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Durante las etapas de mayor auge en cuestión de casamientos, entre los años 1991 y 1994, llegó a calcularse en Cuba una tasa de 17,1 bodas por cada mil habitantes, equivalente a un total de 191 mil 429.

Claro, ese período coincidió con la edad usual de matrimonio para aquellos nacidos en la década del 60, identificada con el llamado boom de la natalidad. Además, aquellos primeros años de los 90 fueron precisamente la etapa más dura del período especial. Y unirse ante notario implicaba un conjunto de pequeñas ofertas materiales a los novios, que entonces no resultaban nada desdeñables.

De ese momento al presente, las cosas han cambiado, pero la nupcialidad no parece levantar cabeza, al menos en cuanto a la formalización de las uniones, porque la consensualidad sí sigue siendo considerada por no pocos cubanos y cubanas.

La mano del anillo

“¿Y el anillo pa’cuándo?” continúan tarareando por estas latitudes, aunque pedir la mano, esa donde luego se llevará el anillo, es una costumbre prácticamente en desuso.

Lo más que parece seguirse por algunos jóvenes, sobre todo a partir de presiones por parte de la familia de Ella, es una especie de presentación más o menos formal, en la que los potenciales futuros suegros conversan con quien podría ser su yerno, pero sin mucho protocolo.

Aquellas peticiones formales van quedando para recuerdo de abuelos y bisabuelos, quienes quizás tampoco recuereden que aquello de pedir la mano tenía su origen en el remoto derecho romano.

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De acuerdo con esas leyes, la potestad sobre las mujeres se sustentaba en el precepto “manus”, mediante el cual se designaba el poder judicial que tenía un varón sobre la hija o esposa.

Por tanto, en sus orígenes, pedir la mano era pedir un traspaso de poder sobre la mujer.

Aunque ya ni a Ellos ni a Ellas se les ocurre pensar en traspaso de poderes ni nada semejante, el intercambio de anillos sí se ha mantenido, sobre todo durante la realización de matrimonios formales, aunque es también una tradición bien remota.

Algunos estudiosos aseguran que era costumbre en ciertas antiguas comunidades que los hombres amarraran lazos de hierbas en las muñecas, cintura y pies de sus mujeres para controlarles el espíritu.

En Egipto, creían que una vena comunicaba el dedo anular con el corazñon, de ahí que los enamorados llevaran en ese dedo anillos de hueso, marfil, fibras, como muestra de amor.

Sin embargo, fueron los romanos quienes bautizaron a la supuesta vena como “vena amoris”. Allí, se hizo costumbre en el siglo II a.C que el novio entregara un anillo a los futuros suegros y otro a la que sería su esposa.

En la Inglaterra del siglo XVI dictaminaron que “el tercer dedo de la mano izquierda, excluyendo al pulgar, fuese el dedo anular oficial”. El Libro de Oración Común dejó asentado que la mano izquierda era la mano del matrimonio.

La Iglesia Romana igual declaró esta mano como la del matrimonio en el Ritual Romano de Pablo V en 1615.

Mucho ha llovido desde entonces, y podrían ocultar el sol la cantidad de manos que, desde ese momento hasta el presente entregaron y recibieron anillos, los conservaron como su relación o los lanzaron o devolvieron al romperse el enlace.

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De todo modos, a pesar de que Jennifer López siga preguntando pa’ cuándo es el anillo, los que de verdad han conocido el amor saben que un aro en el dedo poco significa.”Si tú me miras, yo me vuelvo hermosa” escribió magníficamente una conocida poetisa cuyas manos estuvieron siempre libres de joyas.

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