Un gato galo y animado

Un gato galo y animado
Fecha de publicación: 
2 Mayo 2012
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Muchas veces la definición de UN FILME PARA TODAS LAS EDADES no se ajusta a lo que los espectadores se encuentran una vez que se ilumina la pantalla. Hay películas para niños que, por la sencillez de su lenguaje y de la misma historia, por el interés que pretenden despertar en el público, no suelen ser atractivas para los adultos.

 

Sin embargo, Una vida de gato, aunque va dirigida al público infantil, sabe conquistar también al resto de los espectadores. De hecho, es uno de sus más preciados méritos. La película, si nos fijamos bien, está contada desde el punto de vista de un niño; para ser más precisos de la pequeña Zoé.

 

¿Qué hará mi gato por las noches?, se pregunta. Y como se trata (visto desde los ojos de un niño) de un gato especial, Dino no puede ser otra cosa que el acompañante de un ladrón de joyas. Por supuesto que no es de un ladrón de joyas malo (pensará la niña), sino uno bueno, muy amigo de su mascota, que no dudará en ayudarla si ella lo necesita.

 

Y ya lo decíamos, aunque la definición de los personajes se realiza de acuerdo con la lógica de bueno-malo o de amigo-enemigo con que los más pequeños suele entender a los que les rodean; Une vie de chat tampoco se sustrae al interés de todas las edades.

 

Las referencias al cine negro no se hacen esperar en esta historia de policías y ladrones. También se realiza un interesante retrato de la soledad parisina, de la melancolía nocturna. La propia madre de Zoé no tiene tiempo para su hija a causa del trabajo, y con esto solo mantiene en pausa su realidad de viuda.

 

Como ella, en las noches, toda aquella ciudad de asalariados regresa a casa para descubrir que nadie la espera. Basta con observar atentamente los hogares por los que cruza el gato cuando sale de casa de Zoé rumbo a la de Nico, el ladrón de joyas, para descubrir que aquellos vecinos solo mastican soledad: una anciana que tiene tiempo para observar al gato pasar a la misma hora; un hombre y su perro...

 

En Une vie de chat, no vemos esta realidad en toda su crudeza, sino como de soslayo; sin embargo, es imposible no percibir los deseos de aquella niña de que su gato la conecte con alguien más, en algún sitio de París. Y si ese alguien más tuviera una vida poco común... y si además viviera con ella y con su madre, su sueño sería completo. El ladrón, como veremos, cumple con aquellos requisitos.

 

Pero la historia no se detiene en estos pocos trazos, va más allá. Cuenta los planes de una banda para robar una importante pieza de arte africana, que como es lógico, involucran a la niña, a su madre y al ladrón. No faltan momentos de tensión, saltos al vacío y hasta secuestros en Une vie de chat.

 

Quizás atendiendo a su calidad formal, este filme recibió nominaciones al Oscar, al César y al Premio del Cine Europeo al mejor largometraje de animación. Es característico de los mejores dessins animés galos, el uso de cierta técnica que favorece el sentido de profundidad de la figuras en primer plano y permite darle mayor viveza, movilidad y contraste a cada escena; es característico pero efectivo y uno siempre agradece este tipo de trabajo que se sale de la línea realista de Disney o la económica del anime que dominan el mercado y el televisor.

 

La textura de los dibujos, hechos como a crayola, permite esta movilidad de la imagen que mencionábamos, y abre posibilidades insospechadas para el trabajo con la luz.

 

Las últimas escenas de Une vie de chat cubren el precio de la taquilla ellas solas. La reconstrucción de la Catedral de Notre-Dame no pretende sorprendernos por su realismo, sino por la vista privilegiada que ofrece de París, del río Sena; y por el protagonismo muy efectivo que tiene en las acciones que allí se suceden.

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