VOCABLOS: Emojis para expresar emociones

VOCABLOS: Emojis para expresar emociones
Fecha de publicación: 
10 Mayo 2024
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Imagen tomada de https://www.abc.es

Desde hace un tiempo la vida digital está aderezada por otras formas de interacción: los emojis, esos pictogramas o logoramas que agregamos a nuestros mensajes electrónicos porque a veces las palabras no son suficientes.

La comunicación escrita, sobre todo vía redes sociales y canales de mensajería instantánea, tiene sus desventajas porque nos obliga a intuir el tono, a esforzarnos por descubrir al otro, y carece de aspectos que, normalmente, enriquecen la comunicación face to face como la extraverbalidad. En esta circunstancia de subjetividad aparecen los emojis como recurso holístico y complementario de las expresiones faciales y los estados de ánimos.

Esta palabra de origen japonés es una adaptación gráfica que proviene de la unión de los términos dibujo y carácter escrito. Su fórmula de iconografía, en sí misma, posee un concepto resumido, y su uso es importante porque agiliza la comunicación, aunque a veces puede ser representado o entendido con tergiversación, pero eso ya tiene que ver con nuestras percepciones y capacidad para interpretar. No obstante, sí han llegado para revolucionar la manera en que decimos. Además de ser útiles, son divertidos.

De acuerdo con información disponible en Internet, su función principal es rellenar las señales emocionales que no somos capaces de manifestar en la conversación escrita, porque no queremos o no nos acomoda hacerlo con un método más tradicional. Por eso, generalmente, si usamos cara muy sonriente el receptor entenderá que estamos felices, mientras una con ojos demasiado abiertos querrá decir susto o asombro; y todo de un modo concreto, simplificado, sin rodeo.

En esto la semiótica funciona bastante bien sin que nos hayan enseñado en la escuela los significados de los signos. Tenemos instaurados acepciones asociadas a una cara sonriente y a un corazón rojo, tanto como a un rostro lloroso o un pulgar hacia arriba.

Aunque considero que las palabras siempre podrán superar a la mayoría de las imágenes porque no existe más descripción o narración explícita y directa que un texto bien intencionado para desenmarañarnos, también es real que estas figuritas acompañan y enriquecen nuestros diálogos en línea porque a veces no tenemos más que un instante, o se nos aturden las emociones, y lo resolvemos rápido con un emoji.

El riesgo de ese tinte emocional en cada interacción puede estar asociado a la ambigüedad porque como en toda comunicación, el ejercicio de interpretar no dependerá del todo del emisor. El receptor tiene su propia psique, su forma de ver la vida y asumir los mensajes, sea cual sea el propósito primario. Otro asunto distinto es que usarlos en exceso pudiera estar cambiando el lenguaje, simplificándolo o haciéndolo más pobre, pero este es tema para un próximo texto.

Lo cierto es que su estandarización se debe al éxito que tienen. Son fáciles de identificar porque poseen un sentido casi universal. Sin embargo, pensando en la pragmalingüística, el contexto importa mucho para que su impacto sea certero. A pocos se les ocurrirá enviar la cara con gorro y expresión de fiesta en una situación de agonía o reunión formal de trabajo.

No es lo mismo una carcajada que suene, que un simple jajajá escrito, por tanto una triada de caras riendo con dientes afuera puede ofrecernos una mejor interpretación cuando leemos. Ya son tan habituales que hasta la neurociencia le dedica investigaciones y coincide en lo positivo que nuestro cerebro percibe de un emoji, y en la consiguiente generación de respuestas, aunque también se refiere a su uso a veces poco consciente.

En resumen, los emojis son una entidad psicológica en sí mismos. Involucran sentimientos, por eso, bien empleados pueden favorecer la empatía, y matizar cualquier mensaje para hacerlo menos duro. También, desde la sociología es un fenómeno interesante porque intenta acortar distancias y rescatar esa candidez de la comunicación presencial, sí, porque en realidad interactuar con una pantalla delante es bastante frío, y el poder de las palabras se engrandece con la mediación de unas cuantas caritas, que hablarán por nosotros.

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