Tributo a destiempo al vinilo

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Tributo a destiempo al vinilo
Fecha de publicación: 
12 Agosto 2025
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Lo mismo en la pared de un restaurante que en la decoración casera de un melómano, los discos de vinilo habitan a destiempo. Cuando parecía que habían muerto, que su turno había pasado, el vinilo es de esos objetos donde el arte se reinventa y muta en nuevas formas.

    Lo que en principio fue tecnología puntera para la música grabada, hoy inspira nostalgia por lo clásico y se vuelve símbolo estético.

La historia comienza en 1877, cuando Thomas Edison presenta el fonógrafo, un ingenioso aparato capaz de grabar y reproducir sonido en cilindros y es a principios del siglo XX, cuando la música empieza a distribuirse en discos de goma laca, duros y frágiles, aunque no de vinilo como se podría creer, que apenas aguantaban unas pocas canciones por cara. Fue en 1902 cuando el tenor italiano Enrico Caruso grabó por primera vez en este formato.

Hacia la mitad de la centuria llegó el verdadero salto: el lanzamiento del LP de vinilo de 33⅓ RPM y luego el RCA Victor. Es su edad dorada y el vinilo se convierte en la banda sonora doméstica del mundo.

El reinado interrumpido del vinilo

Durante tres décadas, el vinilo fue soberano.  El rock se tornó el género rey, con la mayor cantidad de ediciones en vinilo, seguido de cerca por la electrónica. De hecho, Michael Jackson colocó ‘Thriller’ como el primer número uno en ventas de este formato.

Pero la irrupción del casete y luego del CD le derribaron el trono con las bondades de la portabilidad y la posibilidad de grabar. Entonces, encontró un nuevo nicho en DJs y productores de hip-hop como herramienta para manipular la música con mezclas, loops, etc.

Pero el vinilo ha acumulado historias tan singulares como su sonido.  Existen rarezas extremas como el vinilo más caro del mundo, que corresponde a la pieza Once Upon A Time in Shaolin de Wu-Tang Clan, vendida por 4 millones de dólares. Y, para no perder excentricidades también  hubo discos reproducidos en la estratosfera, como A Glorious Dawn, bañado en oro y sonando a casi 29 kilómetros de altura. Mientras, en la Unión Soviética, durante la Guerra Fría, la censura dio lugar a ingenios clandestinos: discos prensados sobre radiografías médicas para escuchar jazz, blues o rock prohibidos.

En la actualidad se han producido tocadiscos que incorporan Bluetooth, puertos USB o preamplificadores integrados.

Del tocadiscos al arte contemporáneo

Desde hace una década, el vinilo no solo ha vuelto: ha conquistado nuevas generaciones. En 2024, representó el 62,8% de los ingresos del mercado físico musical, superando al CD. Lo compran coleccionistas veteranos y jóvenes que nacieron con Spotify en el bolsillo.

Parte del atractivo está en la experiencia: elegir un disco, sostenerlo, sacarlo de su funda, colocarlo sobre el plato, bajar la aguja y escuchar cómo el primer sonido no es música, sino un breve silencio rasgado. De hecho, hoy lo digital ha impulsado la pasión analógica con el desarrollo de tocadiscos que incorporan Bluetooth, puertos USB o preamplificadores integrados.

Asimismo, se ha extrapolado también a lienzos de artistas contemporáneos lo usan como soporte creativo, transformando discos en esculturas o instalaciones…la prueba definitiva y más romántica del valor del vinilo como formato, arte y ritual.

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