Sistema de salud cubano, crecido frente al genocida bloqueo

Que el sostenido bloqueo de Estados Unidos contra Cuba es un acto genocida, apartado del más elemental respeto a los derechos humanos, ha quedado demostrado fehacientemente a lo largo de los más de 60 años de implementación de esa hostil política del Imperio.

Su impacto en todos los aspectos de la vida socioeconómica de la Isla es evidente, sin embargo, para probar su crueldad, bastaría circunscribirse a sus efectos en el sistema de salud, sector donde los daños acumulados durante la aplicación de esa política superan la cifra de tres mil 074 millones de dólares.

El efecto negativo del bloqueo se agrava y resulta más brutal en el contexto actual de enfrentamiento a la pandemia de la COVID-19, al dificultar la adquisición, hasta en terceros países o la llegada de donativos de ventiladores pulmonares mecánicos, kits de diagnóstico, mascarillas y otros insumos médicos, lo que pone de manifiesto su carácter extraterritorial .

Cuba no ha podido obtener las nuevas tecnologías que permiten una mayor precisión en los diagnósticos, tratamientos y rapidez en la recuperación de los pacientes, ni se le ha permitido comerciar con compañías consideradas líderes mundiales en el desarrollo y la fabricación de equipos médicos.

Sin embargo, ello no ha impedido el enfrentamiento eficaz al nuevo coronavirus, sobre la base de la solidez del sistema de salud, la fortaleza del potencial científico desarrollado y la implicación directa, motivada y comprometida de todos sus especialistas, trabajadores y pueblo en general.

Entre los factores para el éxito ha estado la búsqueda activa de casos positivos o sospechosos de portar el virus SARS CoV-2, el aislamiento preventivo, el diagnóstico oportuno, el tratamiento individualizado y el seguimiento a convalecientes.

En medio de la adversidad económica que ocasiona el bloqueo, extendido también a otros sectores, el país fortaleció el Laboratorio Nacional en el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, así como la red de Laboratorios de Biología Molecular que da cobertura a todo el territorio nacional y permite el incremento de pruebas PCR de diagnóstico.

La capacidad y entrega del personal de la salud, científicos e investigadores ha permitido protocolos propios de atención y el uso de medicamentos desarrollados por la industria biotecnológica y farmacéutica con un impacto positivo en la recuperación de las personas contagiadas.

A nueve meses de la aparición de la pandemia Cuba puede mostrar un índice de letalidad por debajo de la media regional y mundial a la vez que avanza en ensayos clínicos de candidatos vacunales contra la COVID-19, en aras de crear condiciones para proteger en un futuro cercano, de forma masiva a toda la población contra la contagiosa y letal enfermedad.

Según fue revelado en el encuentro que, cada semana, sostiene el presidente Miguel Díaz-Canel con el grupo de trabajo de la ciencia, hoy están abiertas unas 460 investigaciones, estudios, intervenciones y ensayos clínicos relacionados con la epidemia en el territorio nacional.

Al mismo tiempo, a pesar de todas las zancadillas del Imperio para impedirlo, se refuerza la solidaridad internacional con el envío de brigadas médicas del contingente “Henry Reeve” a países y territorios afectados por la enfermedad en todos los continentes.

El carácter humanista de la Revolución se hace más patente en momentos de crisis mundial, a pesar del acoso a que está sometida la Isla, en contraposición con la actitud negligente del gobierno en la gran potencia imperial y el menosprecio por la vida de sus ciudadanos frente a la COVID-19.

Como ha expresado el canciller Bruno Rodríguez, la experiencia cubana demuestra que cuando hay suficiente voluntad política, es posible construir un sistema de salud único, público, gratuito y accesible para el ciento por ciento de la población.