Raquel Rey: La fidelidad es una cosa y la lealtad, otra

Raquel Rey: La fidelidad es una cosa y la lealtad, otra
Fecha de publicación: 
7 Diciembre 2022
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La actriz cubana Raquel Rey conversa en exclusiva con CubaSí. 

Periodista: Giusette León García
Fotos: Jorge Camarero Leiva
Cámara: Jorge Camarero Leiva y Maikel Herrera

Al contrario de la Gretel de Vuelve a mirar, el personaje de Carmen tiene muchos puntos en común con esta mujer amable, pausada, a la que se le adivina el carácter detrás de la sonrisa casi constante. Se le adivina y ella misma lo confiesa:

«Claro, hay cosas que no tienen nada que ver con Raquel. Por ejemplo, Carmen es una mujer de mucho amor, de mucha paz, muy medida, como lo soy yo, pero yo soy más temperamental. Carmen no pierde nunca su centro; a Raquel a veces sí le pasa, santiaguera al fin...»

En la redacción de CubaSí estuvimos encantados con la conversación fluida y sincera de esta cubana que lleva su Santiago natal como un sello y asegura que quiso ser actriz desde siempre: 

«Mis padres, mi hermana, que es mayor que yo, cuentan que desde los tres años, cada vez que me preguntaban "¿qué vas a ser cuando seas grande?", yo respondía que quería ser artista. Ellos no se explican de dónde yo sacaba eso, pero bueno... en mi familia hay artistas sin que lo hayan sido profesionalmente: mi abuela paterna cantaba, mi papá en su juventud quiso ser actor, tengo un tío que es diseñador, otro que tocaba la guitarra empíricamente, o sea, que eso venía un poco en la familia y, también desde muy pequeña, mi padre me llevaba al teatro para niños. Creo que ese fue como el complemento para que yo dijera eso desde tan pequeña. Luego, cuando fui a la escuela, siempre era la niña que actuaba en el matutino, entonces una maestra le sugirió a mis padres que me llevaran a la Casa de la Cultura. Mi mamá siempre me apoyó, y así fue como empecé desde pequeña en las Casas de Cultura de Santiago y Holguín».

A los once años Raquel conoció la magia de la televisión en un programa infantil de Tele Turquino, el canal provincial de Santiago de Cuba: «pero ya a los 18 años entro en Tele Cristal, en Holguín. Allí fueron mis primeros pasos profesionales en la televisión con Llégate, una revista juvenil donde yo era la presentadora. Se hizo un casting masivo, yo quedé y ahí estuve por espacio de un año.

«Luego me inicié con Trébol Teatro, un proyecto que empezaba por aquella época, alrededor del 2005, y ahí estuve hasta que vi en la televisión a nuestro querido Manuel Porto haciendo una captación para el grupo Korimakao. Eso me motivó a irme a la Ciénaga de Zapata a hacer las pruebas, que eran bien rigurosas, y tuve la suerte de que fui escogida».

—¿Qué representó Korimakao en tu carrera y en tu vida?

—Korimakao me cambió. Fue un antes y un después, porque llevar el arte comunitario a cada pueblo de allí de la Ciénaga, personas que viven en un batey de dos o tres casitas, que nunca salen de ahí, que han visto una obra de teatro gracias a Korimakao, fue una experiencia sobre todo humana, que me ayudó a crecer como persona, por eso yo digo que cambió mi vida. Además de la experiencia profesional, porque Porto, cuando veía que tú tenías cualidades para cantar, bailar, pues él trataba de sacarte y explotarte todo eso. Realmente fue muy rico para mí crecer así, por espacio de dos años; para mí fue maravillosa la experiencia.

—¿Entonces te lanzaste así, por tu cuenta, desde Holguín hasta la Ciénaga de Zapata?

—Yo soy bastante pasional, y sí, me lancé. Mi mamá y mi papá me acompañaron a la guagua, me despidieron, y yo me lancé sola a esa aventura. Yo tenía miedo, era una niña muy de mi casa, nunca había salido sola de la provincia, sin mis padres, y fue una aventura total. Realmente corrí con mucha suerte de que Porto y su esposa Lila me apoyaron y me acogieron como una hija, así que no me sentí sola nunca. Ya después me fui independizando y fui abriendo las alas, que me hacía falta en esa época, y eso me ayudó mucho a crecer también.

—¿La posibilidad de cantar y bailar te ha abierto puertas profesionales?

—Eso me ha servido para todo en la vida, porque yo pienso que el actor, mientras más cosas pueda aprender, mejor, porque tú nunca sabes qué personaje vas a desempeñar y, básicamente, la función de un actor es representar cualquier tipo de personaje; entonces tú no sabes si un día vas a ser un músico, un bailarín, o un profesor de baile o de canto. Me sirvió, por ejemplo, para vivir la experiencia del cabaret. Fui presentadora del Habana Café y en el opening tenía que bailar y cantar, entonces aquellos pasos que aprendí de niña me sirvieron para ese desempeño en el cabaret, que tiene también la grandilocuencia del teatro, así que apliqué también todo lo que aprendí en el teatro.

—¿Cuándo y cómo llegas a la televisión?

—Hice casting para mi primera telenovela, que fue Añorado encuentro, en el año 2009. Estando en la Ciénaga conocí a un director independiente, con quien protagonicé un cortometraje que fue mi primer trabajo para el cine. Era basado en los personajes del teatro bufo y yo hice a la mulata. Se hizo la premier acá en La Habana, vine y ahí conocí a Maité Vera, una de las grandes guionistas de la Televisión cubana, que me dice que acababa de escribir una telenovela donde el protagónico juvenil ella lo había pensado como una muchacha que fuera mulata, con ojos verdes. Me dijo: eres tú, yo lo escribí pensando en alguien como tú. 

«Era algo como... mejor que en mis sueños lo que me estaba pasando. Cuando me enfrento al personaje, estaban buscando una muchacha mulata, con ojos verdes, pero que bailara, porque estaba en un proyecto comunitario donde había una rueda de casino; ahí me servía un poco también la experiencia de Korimakao y, obviamente, haber dado clases de danza desde pequeña en las Casas de la Cultura de Santiago y Holguín, me ayudó muchísimo».

—¿Y el cine?

—Desde 2010 hasta 2020 estuve trabajando como actriz en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños. Fue una experiencia maravillosa para mí, porque tuve la oportunidad de trabajar con diferentes directores que han estudiado, que se han graduado de ahí, de la escuela. Hice innumerables cortos y mediometrajes de ficción. La experiencia del cine, maravillosa; me enamoré del cine perdidamente. Ya yo sabía que eso me iba a pasar, porque ya yo amaba las cámaras cuando entré a la televisión, sabía que el cine iba a ser mi mayor pasión y así ha sido. 

«En largometrajes todavía no he tenido la gran oportunidad que como actriz quisiera, pero sí pequeñas incursiones, como en Esteban; un pequeño plano, que apenas me veo, en Vestido de novia, y en Siete días en La Habana, en el cuento que dirigió Benicio del Toro, apenas me veo, pero bueno... yo estuve ahí. Me encantaría, el sueño mío es un musical donde pueda cantar, bailar y actuar, eso sería lo ideal para mí. Espero que sí, que llegue en algún momento». 

—¿Qué lugar tiene el teatro en tu carrera?

—El teatro es la base, es una experiencia que yo pienso que todo actor debe vivir, porque es el contacto directo con el público, el termómetro que te dice por dónde va la cosa, como decimos los cubanos y, realmente, es un mundo de mucha pasión. Yo vengo del teatro y me encanta. ¿Qué me pasó? Que llegué a la televisión y me enamoré de la televisión, llegué al cine y me enamoré del cine, y si hay que escoger, me quedo con el cine y la televisión, es una cuestión de gusto y de preferencia.

—¿Qué hace que te enamores de un personaje?

—A mí me apasiona mi trabajo, eso es lo que me apasiona: actuar. Me da igual si es un personaje grande, si es pequeño. Yo empecé en la televisión como casi nunca nadie entra; tuve la suerte, la dicha, de empezar con un protagónico en una telenovela, que es uno de los espacios más vistos en la Televisión cubana, pero luego hice otros más pequeños en series como Tras la huella, en otras telenovelas. Ya en la medida que tú los vas estudiando, te vas compenetrando con la historia de esos personajes, y eso es lo que yo realmente disfruto. Uno aquí no tiene muchas posibilidades de escoger personajes, entonces puede que alguno no te guste mucho, pero lo interesante es encontrar en el camino lo apasionante que puede tener y luego terminas enamorada. Por ejemplo, cuando me dan la oportunidad de hacer Carmen en Los hijos de Pandora, a mí no me gustaba, yo encontraba que era muy soso, que no pasaba nada con Carmen, y pensé: «pero bueno, vamos a ponerle ganas», y en la medida que fui construyendo el personaje, ya sí me enamoré y dije: «lo voy a defender con todo», y ahí está el resultado, que realmente me ha dado muchas satisfacciones.

—¿Cuánto de Raquel hay en Carmen?

—Casi siempre se parte de uno mismo para hacer un personaje, ya sea positivo o negativo. En este caso, Carmen tiene mucho que ver conmigo. Yo me sentí muy segura en esta novela al trabajar. Tenía que ver con el elenco, que ya nos conocíamos muchos; con el director, que ya lo conozco y vengo trabajando con él hace muchos años, pero también era el tema de que el personaje tenía que ver mucho conmigo y eso me facilitaba hacerlo.

—¿Prefieres personajes como Carmen, con los que tienes mucho en común, o los que no se te parecen en nada?

—Esos son los que prefiero. Esos personajes que te obligan a estudiar, te sacan de tu zona de confort y te tienes que desdoblar, tienes que salirte de tu yo y volverte otra. Entonces, como en la vida real yo me considero tan buena persona, hacer personajes negativos me encanta, porque es lo que yo nunca haría, entonces digo: bueno, no estaría mal ser bien mala cinco minutos, y eso me divierte incluso.

—Adelántanos algo sobre el dilema de Carmen: ¿perdona o no perdona?

—Yo digo que habría que estar en esa situación, vivirla, para realmente saber lo que uno haría. Todos los seres humanos pensamos de una forma, pero cuando suceden las cosas es cuando de verdad sabemos cómo actuar. Ahora, hay un tema, la fidelidad es una cosa en la que unos creen y otros no, pero la lealtad es otra cosa, serle leal a alguien va mucho más allá de la fidelidad y cuando eso se traiciona, es muy difícil perdonar. Tiene que haber mucho amor, comprensión, sabiduría como ser humano, mucha inteligencia, madurez, para saber perdonar y seguir adelante, porque si vas a perdonar y seguir viviendo en el ayer, no tiene sentido ni lógica; ahora, si el amor que lo puede todo, que mueve montañas, es realmente fuerte y tiene raíces grandes, entonces puedes decir: voy a dejar todo atrás y te voy a perdonar.

—¿Cómo ha sido la experiencia con el público en las redes sociales y en la calle?

—La experiencia en las redes sociales es algo que se ha incrementado a raíz de la COVID y con la novela hay un furor que, yo por lo menos, no esperaba esta fiebre que hay de Los hijos de Pandora. Hay mucho machismo, incluyendo a las mujeres, no solamente los hombres, que se defienden entre ellos y te dicen: «ay, si fue una bobería, perdónalo», pero las mujeres también dicen: «ay, él es tan bueno... perdónalo», y entonces yo me pregunto: y si hubiera sido Carmen la que hubiera traicionado a Augusto, ¿qué pensarían esas mismas mujeres? Porque veo en las redes sociales que muchas critican, atacan a otras mujeres, ¿no se supone que nos debemos defender como género? Entonces habría que ver, si hubiera sido al revés, cuántas de esas personas dirían también que Augusto la perdone.

«Por otro lado, hay mucho rencor, lo veo en los comentarios: no lo perdones, que Augusto no perdona al padre. ¿Y dónde queda el amor, el hecho de que todos, en menor o mayor medida, nos equivocamos en algún momento y necesitamos que nos perdonen? Pero, en general, ha sido muy rica la experiencia en las redes sociales y en la calle también».

—¿Proyectos?

—Hay una telenovela ahora mismo que se llama El derecho de soñar, ahí hago un personaje más pequeño, pero que también tiene su sazón, y vamos a ver por dónde le entra el agua al coco, ya comienzo a grabar muy pronto. Hay otros proyectos también, que están cerca, pero no quiero adelantar nada.

Comentarios

En cuestión al perdón al engaño hay un dicho que dice: Que totica come arroz y aunque le quemen el pico sigue comiendo arroz.
Desde sus inicios la he admirado, y estaba esperando le dieran un papel como este, sobrio, maternal, muy enfocada en la familia y a la vez recta. Este personaje muy diferente a los anteriores refleja el grado de madurez de la artista, que ya venía encasillándose en el estereotipo de la oriental en ocasiones chavacana y grosera (realmente no todos lo de esta parte del país somos así). Por tanto estoy seguro que Raquel tiene un espectro amplio de personalidades que mostrarnos en sus actuaciones, lo logró excelentemente ahora y nos sorprenderá con cosas nuevas. La vi recientemente en la TV santiaguera y por su explicación, supongo que coincidió con un hijo mío en la secundaria Fe del Valle. De esa escuela han salido muchos jóvenes talentosos y ella es uno de esos ejemplos.
rmestre56h@gmail.com

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