Que el “Doctor de Doctores” Iván Román siga vigorizándonos
especiales

Iván Román Suárez, tu reciente fallecimiento me ha golpeado duro, He perdido un amigo que me ayudó con su saber en mis entrenamientos con “los hierros”, a partir del siguiente concepto: “No olvides nunca los músculos del alma. ¿Qué valen los músculos y las marcas si no se tienen virtudes ciudadanas?, Como profesor robusteciste mi labor en la prensa.” No caigas en el exceso de lo didáctico. Si se te va la mano, agobias, serás un pedante, te va a ser difícil convencer y hay que saber lograrlo. Y ni hablar de imponer. La imposición en cualquier aspecto de la vida sabe muy mal, no fructifica”,
Vaya, te voy a mantener vivo. No te preocupes; trataré de darte tan combativo como eras. En varias ocasiones escribí sobre tus logros y opiniones en Cubasí. Recuerdo cuando se te confirió uno de los tantos premios internacionales que recibiste y dije que habías incrementado la dignidad del Salón de la Fama Panamericano del Levantamiento de Pesas, al ser designado como uno de sus integrantes. Lo he expresado y sostengo: un premio en cualquier rama de la vida reconoce el quehacer, y si es merecido, como en este caso, existe un intercambio de gloria entre el organismo que lo otorga y el galardonado”.
Desde muy joven te enamoraste, en tu Camagüey natal, de “los hierros”. Si mejoraron tu anatomía y tu voluntad, lo esencial ocurrió al encontrar el camino verdadero: te convertiste en instructor y profesor. Desde la base creció tu bregar; junto a la acción, el estudio profundo. Llegaste más allá del apoyo con creatividad a los levantadores, principiantes o de alta categoría, en Cuba y otros países, y la enseñanza de los ejercicios con pesos a los de diversas disciplinas. Llegaste a ser un científico de gran envergadura. Te llamé Doctor de Doctores.
Apoyo este pensamiento tuyo: “Para llegar a ser un científico en este ámbito hay que ser, primero, practicante de la especialidad y, luego, trabajar como entrenador”. Con más de 50 años en el sector, dominabas que la misión primordial de la cultura física es conquistar una salud superior, por encima marcas y medallas. Supiste sacrificar lo individual para defender los valores colectivos hasta en torneos internacionales. La dignidad, por encima de los intereses personales. En no pocas oportunidades, esa posición te costó cara. Solías destacar públicamente las buenas cualidades de tus compañeros y las de los periodistas deportivos.
Doctor en Ciencias Pedagógicas, cultivaste los conocimientos y la forja en la Universidad de las Ciencias de la Cultura Física Comandante Manuel Fajardo. En otras naciones realizaste lo mismo. El sustento a la halterofilia cubana y al Instituto Nacional de Deporte, Educación Física y Recreación (Inder) es significativo. Ojalá se tomaran más en cuenta tus criterios, tus conocimientos, tan valoradas en el extranjero. Presentas también una labor importante desde el Canal Educativo y en decenas de libros de la Editorial Deportes, entidad desaparecida desgraciadamente
Contento con la proliferación de gimnasios privados, necesarios en esta complicada etapa, no ocultabas la falta de rigor en algunos,” donde a los guías les falta capacidad real, profundización. El Inder, alejado de cualquier imposición, debe asistir estas instalaciones con el objetivo de que sean aún más eficientes”.
Las importantes exaltaciones obtenidas no te llenaron de vanidad y de autosuficiencia: constituían un impulso para darte todavía más entero al gran amor. Al calor de uno de estos reconocimientos manifestaste: “Me faltan muchas cosas por hacer y, entre ellas, está seguir ayudando al movimiento deportivo cubano para recuperar los lugares históricamente alcanzados. El futuro será luminoso, pese a todos los problemas que están afectando su desarrollo”.












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