«En Matanzas saben quién soy yo: un voluntario»

«En Matanzas saben quién soy yo: un voluntario»
Fecha de publicación: 
15 Agosto 2022
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El Cocal es un barrio que queda bastante cerca del mar, así que los vecinos vieron pronto la humareda del otro lado de la Bahía, en la Zona Industrial de Matanzas y, conociendo a los cubanos, imagino que en medio del susto se entabló un debate de teorías sobre lo que estaba pasando, pero Bárbaro Noel no me puede decir si tengo razón, porque él lo que hizo fue llamar inmediatamente al Comando 1 de Matanzas. Allí le confirmaron el incendio del tanque y entonces no pidió más detalles, salió corriendo para el único lugar donde puede estar un bombero en un momento así.

Cuando llegó al Cuartel de Bomberos, un edificio de finales del Siglo XIX ubicado frente a la Plaza de la Vigía y junto al Río San Juan, a unos cuantos kilómetros de la casa de Bárbaro Noel, ya no quedaba técnica, todos los carros habían salido para el lugar del accidente, así que él salió caminando en el mismo rumbo: «Me montaron en un motor, en Matanzas saben quien soy yo, un voluntario y así llegué hasta el siniestro».

Lo es hace 16 años, cuando terminó el Servicio Militar y decidió incorporarse a la Asociación de Bomberos Voluntarios de Cuba. Su especialidad de Rescate y Salvamento. Ha vivido situaciones difíciles, especialmente en el mar rescatando personas que intentaban salir del país, nunca ha perdido a ninguno y él «ha librado» también. Pero esto fue diferente, algo como esto no lo había visto nunca.

No le puedo pedir horarios exactos, serían como las 11 de la noche cuando hubo una explosión, vio una mujer que iba corriendo y se cayó, se acercó rápido, la levantó y le dijo: móntese en este carro. Era Susely Morfa, la Primera Secretaria del PCC, que estaba allí, en la primera línea junto a ellos

Siguió por la orilla de la carretera hasta que encontró a los compañeros más cercanos: «dijimos: estamos vivos y volvimos de nuevo para el lugar, cuatro y pico de la mañana, vienen las pipas, estábamos haciendo el trabajo cuando hubo otra explosión. Empezaron a gritar salgan de aquí que va a explotar todo esto». 

«Cuando yo me voy a virar de espaldas para bajarme de la pipa de Aguas de La Habana, la onda expansiva me bota cinco o diez metros, también veo la oleada de fuego que tapa a mis compañeros, caí en un charco de agua, el agua se empezó a poner caliente, el instinto es salvarme y salí como gateando. Cada vez que iba a levantarme para dar un paso y correr, la onda me volvía a tumbar, hasta que caminé y me escondí abajo de un tubo. El casco que tenía en la mano se me derritió, entonces metí la mano debajo de mi cuerpo y me quedé tranquilo ahí...»

Hasta ese instante llegan los recuerdos de Noel, el resto se lo contaron en el Hospital Faustino Pérez cuando llegó inconsciente aún. Durante las primeras horas lo daban por desaparecido, pero algunos de sus compañeros de trabajo del hospital, donde es Jefe de Turno de Seguridad Interna, lo reconocieron y avisaron a la familia. 

Estaba allí, con quemaduras de tercer grado en la cabeza, el brazo, la oreja, el esófago lastimado debido al aire hirviendo y tóxico, pero vivo y listo para volver al terreno. Al menos eso quería él, Bárbaro Noel Chávez, el bombero voluntario, un hombre que ha sobrevivido a la furia del mar profundo y ahora mismo lo ahoga una lágrima:

«Lo más duro ha sido la pérdida de los compañeros nuestros de aquí del Comando, porque aquí somos hermanos». 

Bárbaro volvió a nacer cuando un policía, el Jefe de Sector de la zona donde está la Base de Súpertanqueros, lo recogió del suelo ardiendo y lo montó en la patrulla para sacarlo del lugar. Una de las sirenas de ambulancia que todavía sobresaltan a los matanceros, sonaba por él. Estuvo a punto de morir, pero nada lo hace arrepentirse, nada. Tampoco ese dolor infinito que no sabe decir y entonces se le atraviesa en los ojos y nos deja con la grabadora encendida como por inercia, pero sin saber qué más preguntar. 

Estoy traumatizado, confiesa un cubano de 38 años, de esos a los que les prohibieron desde niños ser débiles, pero ahora está roto y no hay prejuicio que pueda disimular el dolor. Sin embargo, es también ahora cuando se aprende el verdadero significado de ser fuerte y valiente.

Después de tanto, ¿no piensas desistir de ser bombero voluntario?

«Al contrario, me inspira más a seguir haciendo. Mi familia, que no me meta más en eso, pero qué va, yo voy pa allá y pa allá, hasta que pase lo que tenga que pasar».

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