El Club Antiglobalista: Microsoft y la pesadilla orwelliana a la vuelta del 2024

El Club Antiglobalista: Microsoft y la pesadilla orwelliana a la vuelta del 2024
Fecha de publicación: 
7 Julio 2021
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Lo único cierto era que la muerte nunca llegaba en el momento esperado.

George Orwell (1984)

Brad Smith, presidente de la empresa de telecomunicaciones Microsoft, acaba de advertir en unas declaraciones a la BBC, que si los gobiernos no legislan lo concerniente al desarrollo de la Inteligencia Artificial (IA), el mundo del 2024 será como la famosa novela distópica de George Orwell 1984. La sentencia se enmarca en un contexto de enfrentamiento tecnológico entre los gigantes corporativos por el dominio del ciberespacio y, derivado de ello, de la vida en su totalidad. Smith agregó que, tanto para él como para Occidente, la mayor amenaza proviene de China. El país asiático tiene una gran ascendencia en el campo de la IA, al punto de manejar gran cantidad de patentes y de haber presentado en este 2021 una línea de infraestructura mucho más poderosa que cualquiera que sea concebida por los occidentales. Pero algo anda mal en el relato de Microsoft, cuando la mayor parte de los escándalos por vigilancia, filtrado de datos y violaciones a la privacidad, provinieron precisamente de Occidente.

El ex ejecutivo de Google, Eric Schmidt declaró que China impondrá “otros valores”, en franca alusión al fin de la democracia tal y como la entienden europeos y estadounidenses.  Y es que no se trata de libertad versus dictadura, sino de presiones geopolíticas y cambios en el mapa del dominio. Las potencias anglosajonas poseen, desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, un sistema de vigilancia que se ha ido perfeccionando y que tiene la capacidad de someter a todo el planeta. El famoso Cinco Ojos agrupa a Estados Unidos, Inglaterra, Canadá, Australia y Nueva Zelanda, en un esfuerzo inmenso que abarca no solo las telecomunicaciones, sino los servicios de inteligencia más sofisticados e implacables. Nacido en el seno de la Guerra Fría, el Cinco Ojos ha sido hasta el momento la garantía del orden mundial tal y como lo conocemos, ya que ninguna de las potencias occidentales basan su hegemonía en grandes ejércitos, sino en alta tecnología e información confidencial y privilegiada.

Más allá de estas cuestiones estratégicas, tanto Microsoft como Google han cooperado en operaciones militares, con el uso de la IA, al punto que varios de los ejecutivos de dichas compañías han declarado sentirse con las manos embarradas de sangre. Acciones con drones en el Medio Oriente, vigilancia pormenorizada y asesinatos selectivos, son algunas de las derivaciones de la implementación del poder corporativo junto al Pentágono. Por ello, cabe dudar sobre el planteo de Smith, quien ahora se presenta como un paladín de la democracia y sataniza a su rival China. Tanto demócratas como republicanos ven al país asiático como una amenaza, al punto en que se considera que ni siquiera la elección de Hillary Clinton en 2016 hubiese impedido una escalada entre las potencias occidentales y Beijing. El meollo del conflicto es la IA.

¿Cómo llegó China al dominio del campo tecnológico?, los norteamericanos hablan de “robo de patentes” y piratería informática. Según Washington se trata de un proceso de desgaste que ha convertido a los Estados Unidos en una cenicienta de óxido. En realidad, lo que sucedió obedecía a las leyes propias del mercado. Las empresas emigraron hacia donde había mayor mano de obra y, con estas, el desarrollo y la infraestructura. Una política proteccionista china unida a la voluntad por el aprendizaje, trajeron consigo el cambio en la balanza económica. Ahora peligra el viejo orden salido del fin de la Segunda Guerra Mundial y se especula que, si el Cinco Ojos es sobrepasado, ya entramos en una nueva era de dominio asiático de la economía y la política.

¿Por qué se habla de 1984?

En la famosa novela se aborda un futuro hipervigilado, donde el gobierno es capaz de saberlo todo y, por ende, decidir cada detalle. Orwell trataba de criticar así el socialismo, que para él encarnaba la principal amenaza a las libertades occidentales. Hoy, para Microsoft, es muy conveniente comparar a China con dicho modelo. Pero lo que el empresario obvia o intenta borrar ante las cámaras de la BBC es el papel de su compañía y de las diferentes plataformas en la concreción desde hace décadas de un Estado global mediante el control de los datos. Desde la aprobación de la Ley Patriota, fueron abolidos los fueros individuales en Occidente, ya que Estados Unidos, con el pretexto de la lucha contra el terrorismo, puede acceder a escuchas hasta de terceros países. Así, fueron escandalosas la filtraciones de WikiLeaks acerca de cómo se intervinieron las comunicaciones de jefes de Estado como Ángela Merkel o Dilma Rouseff. Muchos de estos delitos se cometían con un interés corporativo, o sea para acceder a información que les diera a los empresarios norteamericanos una ventaja en el mercado.

¿Pudiera ocurrir que el mundo fuese como 1984?  Varias veces se ha afirmado que de hecho ya vivimos en un régimen parecido, en tanto la relación entre el hombre y la máquina tiende a restarnos libertades políticas. En la medida que nuestra vida se automatiza, caemos dentro del cerco de los poderes corporativos que nos brindan los servicios más elementales. Algo tan común como cocinar, estará, para 2024, regido por algoritmos, cuando se cree la red 5G y el llamado “internet de las cosas”, una especie de nube que conectará todos los aparatos de una vivienda con el mundo. El nuevo tecnoparadigma nos propone, además, cambiar nuestra condición a la de trans y posthumanos, irreconocibles para nuestros ancestros debido a la incorporación de la robótica y la nanotecnología a los cuerpos biológicos. Todo ello ya está ocurriendo y de hecho el mundo es más como la obra de ficción Minority Report de Phillip K. Dick, llevada al cine, que a la manera de 1984, ya que tras una apariencia de democracia y de estado de derechos, poco a poco mediante ingenierías sutiles se le retira a la humanidad su participación en la toma de decisiones.

La próxima guerra mundial no será por agua, como se pensaba, sino por el dominio de los algoritmos, ya que en efecto hay dos culturas que se lo disputan: Oriente y Occidente. Ambas reclaman para sí los valores de la libertad, a la vez que satanizan a su contraria. Un conflicto de alta magnitud, incluso armado, aunque evitable, pudiera ocurrir. Hasta el momento las conversaciones entre Estados Unidos y China tienen como principal motivo precisamente que no se llegue a la vía violenta y todo se mantenga en el campo del mercado y de la competencia empresarial.

El efecto Internet

El último as bajo la manga de los occidentales se remonta a los años 80 del siglo XX, cuando era casi un hecho que Japón adelantara a Estados Unidos en su puesto de primera potencia. Entonces, como por arte de magia, comienza un nuevo paradigma en el campo de la tecnología, en el cual los asiáticos no tenían ni la más mínima oportunidad de plantar bandera: Internet. Surgida de las entrañas de los servicios militares de inteligencia, la red de redes pronto desplazó del mercado a los japoneses y reposicionó a los norteamericanos. Quienes ponen sus miras en una victoria pacífica sobre China recuerdan cómo antes ya se logró sobre Tokio. Sin embargo, la lucha tecnológica hoy no favorece a los occidentales, en tanto la 5G se expande en los cinco continentes bajo la égida del gigante de Asia.  Inglaterra, puntal del Cinco Ojos, ya compró las torres trasmisoras chinas y lleva adelante un proceso de reconversión.

Los centros de desarrollo norteamericanos trabajan como nunca en una carrera más ardua que la de la Guerra Fría, ya que califican a China como una amenaza mayor incluso que la que representó para ellos la Unión Soviética. En el esfuerzo están unidos tanto los empresarios corporativos como el Pentágono. A dicha Tarea de Fuerza, como la llaman, le han dado todo el peso estratégico y el secretismo que conlleva un arma decisiva. Nadie sabe cómo, pero Washington intentará apelar a algo parecido al efecto Internet. ¿Un nuevo paso en la IA, otro sistema mayor aún que el Cinco Ojos?

China desarrolló una cadena de islas artificiales en el Mar Meridional que son el dolor de cabeza de Occidente, en tanto interrumpen importantes vías comerciales marítimas. Ello genera continuos choques con flotas británicas y norteamericanas que fondean en las cercanías. A su vez, la Ruta de la Seda ha significado un golpe demoledor al orden hasta ahora vigente en materia de intercambio. La Organización Mundial del Comercio (OMC) no es la misma desde que el gigante de Asia participa en sus reuniones y en la toma de decisiones y lo mismo puede decirse del resto de los organismos internacionales. Todo esto crea mucho nerviosismo en Occidente. Hasta el momento, China no ha vertebrado una hegemonía cultural allende sus fronteras y eso responde a que como potencia siempre fue un país que creció hacia dentro. Pero dicha lógica pudiera cambiar, a partir de transformaciones en el campo de la tecnología.

Quizás el efecto Internet no sea un arma lo suficiente poderosa como para revertir todo lo avanzado por Beijing y la hora final de Washington esté al llegar.

Volviendo a 1984

La novela es usada como una metáfora por ambas orillas para satanizar la posición contraria. Más allá de si el mundo puede o no convertirse en un Estado global, está la realidad de que hay un cambio de paradigma a las puertas. El ascenso de Chima puede ser el pretexto norteamericano para recortar más aún las libertades y someter el hemisferio a vigilancia. Ya países como los europeos reciben presiones de Washington para que no adopten la 5G. Londres, de hecho, ha tenido los mayores roces con su viejo aliado de Norteamérica debido al tema de la tecnología y los lazos con Beijing. En esta guerra mundial solapada, que se mantiene hasta el momento en el campo corporativo y diplomático, ya África pertenece a la hegemonía asiática, mientras que América Latina deviene terreno en disputa. Etiopía recibe un proceso de reconversión que, a la vez que la beneficia, la saca de la égida de Europa. Lo mismo ocurre con otras naciones que, tras el reparto posterior a la Segunda Guerra Mundial, eran neocolonias occidentales.

Las declaraciones del presidente de Microsoft son la punta de un iceberg que colisionará contra el mundo tal y como lo conocemos, para transformarnos.

 

 

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