DIARIO DEL FESTIVAL: Amor por el cine

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DIARIO DEL FESTIVAL: Amor por el cine
Fecha de publicación: 
10 Diciembre 2025
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Como si fuera un déjà vu de otros festivales: rostros muy conocidos del cine cubano regresan a las pantallas habaneras. Este es el caso de Neurótica Anónima, el más reciente largometraje de Jorge Perugorría, que llega a la edición 46 del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano con la fuerza de una obra profundamente personal. Varios medios de comunicación se han hecho eco del acontecimiento:

La película, pensada “como un vestido a la medida” para Mirtha Ibarra —según confesó el propio director—, parte de una premisa tan sencilla como conmovedora: Iluminada, una mujer de la tercera edad, acomodadora durante treinta años en el cine Cuba, enfrenta el posible cierre de su santuario en una sociedad atenazada por una pandemia de salud mental.

Ese punto de partida abre un caudal de símbolos que dialogan con la historia reciente, con la memoria del séptimo arte y con las obsesiones íntimas de sus creadores.

En la conferencia de prensa del Festival, Perugorría insistió en el carácter artesanal y afectivo del proyecto, inspirado en una idea original de Ibarra y en la pasión compartida por el cine.

La actriz no solo encarna a Iluminada, sino que firma el guion junto a él, retomando una obra teatral suya que tuvo notable éxito. La cinta, dedicada a Tomás Gutiérrez Alea, Titón, y a Juan Carlos Tabío, recoge también el legado del cine cubano de las últimas décadas, desde su vocación crítica hasta su capacidad para reflexionar sobre la realidad con humor, ironía y humanidad.

Perugorría lo resumió como un acto de gratitud hacia quienes hacen cine y como un compromiso con el país.

Uno de los mayores atractivos de Neurótica Anónima es su elenco, una verdadera constelación de intérpretes que conforman lo que el director llamó una “cofradía” en defensa del cine cubano.

En pantalla confluyen Joel Angelino, Fernando Echavarría, Osvaldo Doimeadiós, Andrea Doimeadiós, Néstor Jiménez, Paula Alí, Tahimi Alvariño, Mario Limonta, Hilario Peña, Félix Beatón, Luis Silva y muchos otros nombres emblemáticos. Esa pluralidad no diluye la historia: por el contrario, potencia la riqueza coral del relato, que combina lo poético con lo más crudo de la cotidianidad cubana. Hay guiños a clásicos, referencias autorreflexivas, humor de doble filo y escenas que rozan lo surrealista, siempre con la contundencia emocional que distingue a Ibarra.

La película no rehúye los conflictos contemporáneos: están los apagones, las colas, las mipymes, los problemas de los jubilados, el desgaste afectivo y la violencia en el ámbito doméstico.

Pero también está la defensa de los sueños, el deseo de rescatar en vez de clausurar, la necesidad de creer en la cultura como un espacio de resistencia. Iluminada, que un día salió del campo para estudiar arte contra todos los presagios, debe enfrentarse no solo al posible derrumbe del cine Cuba, sino a su realidad íntima, marcada por un marido alcohólico y violento. En ese proceso, la protagonista se convierte en una metáfora de un país que lucha por no renunciar a su memoria ni a su vocación creativa.

Con música original de José María Vitier y producida por el ICAIC junto a otras casas productoras, Neurótica Anónima compite por el Premio Coral con la fuerza de un filme que, sin ser perfecto, posee el aliento del mejor cine cubano. Sus 90 minutos alternan la comicidad y el drama, la nostalgia y la esperanza, lo cotidiano y lo extraordinario.

Y aunque cada espectador hará una lectura propia, la película deja una certeza: es un canto de amor al cine y, sobre todo, una invitación a sentir y a pensar.

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