COVID-19 en Cuba: ¿Cómo cuidar y protegerse de no enfermar en un ingreso domiciliario?
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Ómicron forma parte primordial y diaria de la agenda temática de los medios de prensa nacionales e internacionales, y de los principales programas informativos televisivos de mayor audiencia de nuestra parrilla. El enfrentamiento a la pandemia, para nosotros, no ha dejado de ser noticia desde que los primeros casos fueron diagnosticados.
Del mismo modo, a nivel de comunicación entre personas sigue ocupando uno de los primeros puestos. Así que cuando se conoce del contagio de alguien conocido o una familiar, la inmediatez de la noticia surge instantáneamente. Dentro de los barrios, esta nueva variante, tristemente, ahora vuelve a recobrar el valor noticia.
Aunque, afortunadamente, la gran mayoría de la población cubana ya lleva dentro de sí la dosis de refuerzo, en total cuatro, los casos de COVID-19 a raíz de ómicron no se están desarrollando de forma aislada; todo lo contrario, en una buena parte de los casos, hogares, y hasta varias viviendas cercanas terminan con casi o todos los miembros positivos.
Y es que, en reiteradas ocasiones, los especialistas le han explicado a la población que las vacunas no evitan el contagio, pero sí aseguran que los enfermos no desarrollen la enfermedad de forma grave o fallezcan. Así que confiarnos en que por estar vacunados no nos va a tocar es de los criterios más desacertados que pudieran relucir.
Precisamente por el alto grado de contagiosidad de ómicron y el alza que está provocando de infectados, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) dio a conocer en su portal oficial una serie de consejos para saber cómo cuidar a una persona enferma en casa sin que el cuidador y los demás miembros lleguen a enfermarse en cadena.
Aunque parezca algo obvio, el organismo internacional recomienda «limitar el número de cuidadores. Lo ideal es que sea una persona que goce de buena salud y no corra un alto riesgo de desarrollar una enfermedad grave a causa de la COVID-19, es decir, que esté totalmente vacunada, tenga menos de 60 años y no padezca ninguna enfermedad crónica».
Asimismo, «vigílate a ti mismo y a los demás miembros de tu hogar para detectar cualquier síntoma de la COVID-19, como fiebre, dolor de garganta, dolor muscular o corporal, congestión o secreción nasal, náuseas o vómitos, diarrea, dificultad para respirar, tos seca o cansancio. En el caso de los niños, los síntomas pueden variar».
Sobre los más pequeños, la Unicef detalló que «los síntomas de los bebés pueden incluir dificultades para alimentarse, respiración acelerada y letargo. Debes buscar atención urgente si un bebé no puede ser amamantado, si un niño pequeño tiene fiebre alta, o si un niño parece estar repentinamente confundido, se niega a comer, o si su cara o sus labios se ponen azules».
De manera general, las precauciones que se deben tener son: «evitar el contacto innecesario con la persona enferma, que debe permanecer en una habitación separada, si es posible; todo el mundo debe llevar una mascarilla médica bien ajustada cuando esté en la misma habitación que la persona enferma (que también debe llevar una)».
Más que importante para nuestra salud, el lavado constante de las manos «con agua y jabón o con un desinfectante de manos a base de alcohol, especialmente después de cualquier contacto con la persona enferma. Asegúrate de que los espacios compartidos (por ejemplo, la cocina o el baño) estén bien ventilados (mantén las ventanas abiertas)».
Añade la Unicef que «el enfermo debe utilizar sus propios platos, tazas, utensilios para comer, sábanas y toallas. Lávalos todos con jabón y agua caliente. Identifica las superficies que la persona enferma toca con frecuencia (como sillas, mesas, marcos de la cama, picaportes y juguetes) y límpialas y desinféctalas a diario».
El lavado de ropa del enfermo se debe hacer «con jabón o detergente, utilizando el agua a la temperatura más caliente posible, y sécalas completamente; ambas medidas ayudan a eliminar el virus. Lávate las manos con agua y jabón inmediatamente después. Considera la posibilidad de guardar la ropa sucia en bolsas desechables en lugar del cesto de la ropa habitual».
«La OMS recomienda que las personas enfermas se aíslen durante 10 días desde el inicio de los síntomas, más tres días después de que los síntomas hayan terminado». Claro está que las visitas en el momento de positividad están prohibidas y que, aunque los síntomas leves hayan desaparecido rápidamente, el enfermo días después sigue transmitiendo el virus.
Como expresara José Ángel Portal Miranda, ministro de Salud Pública de Cuba, ante el aumento de casos a nivel mundial y la inclusión de nuestro país en ese comportamiento, estos son tiempos de «actuar con prudencia y responsabilidad: las vacunas por sí solas no son capaces de poner fin a la epidemia». Los cuidados van por todos.
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Leonardo
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