Conocí a Santa Claus en 1972

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Conocí a Santa Claus en 1972
Fecha de publicación: 
27 Septiembre 2025
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Sabía de Santa Claus mucho antes de conocerlo de verdad en otra nación, aunque prefería a Gaspar, Melchor y Baltazar. El viejecito vestido de rojo. y los Tres Reyes Magos nunca dejaron de visitar mi hogar en Neptuno 811 cargados de regalos cada vez mejores los seis de enero, sobre todo desde que mi padre ascendió, con la Clínica Los Ángeles y otras propiedades, hacia una medianía burguesa con superiores pronósticos.  Santi. un personaje made in Usa. entonces adornaba las vidrieras de nuestras tiendas encima de un trineo tirado por renos vencedores de la nieve. En algunos casos disfrazaban en ellas a un individuo y los niños le pedían juguetes. El llamado también Papa Noel traía buenos dividendos a los comerciantes y estaba desplazando al trío de monarcas. 
      
Los obsequiadores tenían mala memoria. Ni hablar de pasar siquiera cerca de las cuarterías o las viviendas de los carboneros. No obstante, recuerdo la ocasión en que ese día señalado estrené en el espacioso patio de mi casa el bate y la pelota con mis amigos del barrio, encantados con el tren eléctrico, vencedor de lomas y diversos recovecos, ubicado en la sala, echando humo gracias a unas pastillas, pitando de lo lindo. Mientras, mi hermana le cambiaba la ropa varias veces a una muñeca casi de su tamaño. Yo todavía ignoraba la lucha de clases, aunque comencé a opinar que los ricos vivían de los pobres en lo que pesó el humanismo cristiano sembrado por mi madre, junto a esa visión martiana de la imposibilidad de alcanzar suficiente sabiduría ni llenarse los bolsillos de dinero para quien nace en cuna humilde y es virtuoso.
 
Mi progenitor se burló: “Me has salido martiano…Avívate que eso no camina en este país”. Fortalecí mi reflexión cuando el mulato Felo tuvo que vender el guante que le regalé para que la abuela, la tía, la hermanita, ocupando un solo cuartico de una casa de vecindad de baño colectivo, pudieran almorzar algo de una fonda. Sería médico después del triunfo del pueblo. También al saber que Ignacio, casi un niño, debía ser dependiente de bodega y dejar los estudios para las noches, las piernas molidas por el tanto tiempo de pie. Se hizo periodista y resultó galardonado con el Premio Nacional de la Televisión.
 
Leí, me cultivé. luché, me puse del lado de los de abajo desde una visión más científica y solidaria.  Me guiaron muchos hombres gloriosos de distintas épocas. A Pablo de la Torriente Brau, rescatado para el combate por Fidel, me quería parecer al escribir, al batallar. Agosto y septiembre de 1972. Tuve la dicha de viajar hacia Vietnam, al formar parte de una delegación de periodistas cubanos con el fin de denunciar la ofensiva contra los diques. Los gringos intentaban ahogar a la población del Norte con la furia de las aguas. Sentí junto a mí a aquel comunista, tan enemigo del dogmatismo. caído en combate por la República Española el 19 -12-1936. Estuvimos en hospitales, casas de descanso, hogares de ancianos, círculos infantiles, fábricas, escuelas, instalaciones deportivas y turísticas, en diversos territorios del hermano país, muy heridos debido a los bombardeos para vengar los reveses en el sur. Aquellas vivencias me llevaron el antiimperialismo mucho más adentro de mi alma.
 
Testigo del primer día de clases en Hanói en medio de las condiciones de guerra. Las aulas diseminadas por varias zonas; techos de paja, paredes de barro, pisos de tierra. Solemne el Himno interpretado por las voces de los alumnos y profesores, mientras uno se encarga de la música con su filarmónica. ¡Toques de tambor! ¡A los refugios...! Intercambios de disparos entre la artillería patriótica y los Phantom...    Al volver a las aulas, se entona el Canto contra los aviones. Se muestran distintos tipos de bombas utilizadas por los agresores. La piña, la naranja, semejantes a estas frutas. Las lanzan para que las halen y…vuelen casas, vehículos, sembrados, al mismo que la haló y a los que lo rodeen. Existen las encubiertas con juguetes: balones, muñecas… ¡Es el Santa Claus verdadero, y hay que prevenir a los niños, a los adolescentes, a todos!
    
 Cuando termino el reportaje sobre el acto inaugural, una noticia me hace agregarle: Los cinco niños de la familia Van Nham, residentes en la calle Nha Bof, del distrito de Gia Lam, fueron asesinados ayer por bombas yanquis. Los padres también perecieron. Todos estuvieron presentes en el acto que inauguró el curso escolar. Entre las ruinas de lo que fue hogar encontraron armas estratégicas: libros, lápices, Libretas, un balón de fútbol muy usado/y juguetes baratos. El momento más difícil. El doctor Harley Borges me invitó a recorrer el hospital Saint Paul. Es el momento más difícil que he vivido en Vietnam. La única salida es golpear al enemigo con el arma que tengo: la palabra. ¡Qué lástima no poder darle con algo más que estas líneas!

Carta para mis hijos. Edith y Víctor: El domingo los recordé más que nunca. Visité el hospital Saint Paul acompañando al médico Harley Borges. Lo que vi es difícil de describir, pero debo tratar de hacerlo. Todo no puede ser juegos y mimos. Hay que hablarles ya de cosas serias como estas: muchachos mucho más pequeños que ustedes con horribles quemaduras por el pecho, el rostro, el sexo...Ver cómo resistían las curaciones sin llorar y aquel sufrir en la edad de los dulces y los juguetes, respirar el olor a carne humana quemada, fue acordarme de ustedes en la escuela, en mis brazos, en las clases de boxeo que les doy. Y fue también pensar que mientras exista el imperialismo, el peligro de este horror retoza sobre la cabeza de cualquier niño del mundo.

Todas las madres y todos los padres honestos debemos unirnos para dar la fuerza que podamos a la lucha por contener la destrucción y los asesinatos en las ciudades vietnamitas. Haiphong, Nam Dinh, Hong Gai, Phu Luy…son heridas que acusan. Tengo ahora que rasgar el velo de la muerte. Deben conocerla. Una madre, con la tristeza devorándole los ojos, corre en busca de Borges. El hijo, recientemente lesionado en un bombardeo, va dejando la vida sobre el lecho. La cinta blanca en el brazo de la mujer muestra que otro familiar falleció no hace mucho. Casi al mismo tiempo suena la alarma. Los Mig y los Phantom confunden el rugir de sus motores. La artillería entra en acción. Un cohete dibuja el cielo. 

En medio de la batalla, médicos y enfermeras realizan la suya contra la muerte. Treinta minutos de combate aéreo. Se anuncia la conclusión. Enfermos, visitantes, trabajadores del hospital, salen de los refugios. Por la noche, llegan noticias al hotel Reunificación donde me hospedo. El muchacho murió. Otros tres fueron destrozados por las bombas en el distrito de Gia Lam, Dos aviones agresores fueron derribados…  ¡Hijos, jamás habrá perdón para los yanquis!

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