¿Convirtiéndose? USA es un NarcoEstado

¿Convirtiéndose? USA es un NarcoEstado
Fecha de publicación: 
12 Octubre 2019
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Cierto que en gran parte del territorio norteamericano hay enormes extensiones de cultivo de drogas “benignas” y laboratorios donde lo que sale no lo es tanto.

Lo llamativo de todo esto es que se invoca la culpabilidad de carteles mexicanos y colombianos –que si la tienen-, pero no se detiene a norteamericano alguno, quien es el principal negociante interno, se lleva la gran tajada, compra conciencias y no le pasa nada.

Tal como en el negocio de las armas que se venden internamente, magnates y políticos se benefician con el lucrativo negocio, tal como sucede con la venta al exterior, que sostiene a la principal industria estadounidense.

El gran negocio de las drogas conlleva un enorme problema, sin mencionar que personal drogadicto ha tenido que ser separados del manejo de armas que pueden llevar a la destrucción del planeta.

El presidente norteamericano, Donald Trump, no puede culpar, como acostumbra a hacer, a Cuba o Venezuela, de la epidemia de muertes por droga que golpea el mercado laboral, al punto que las industrias no encuentran personal calificado para cubrir vacantes.

La industria manufacturera tiene dificultad para dar con aspirantes con la preparación adecuada para desempeñar sus funciones, aunque, paradójicamente, el sector capacitado de la población no se moviliza, porque los salarios son bajos.

La tasa de participación laboral de los estadounidenses se encuentra al mismo nivel que en la década de los 70, hace casi medio siglo, en gran medida por "la adicción de los jóvenes en edad de trabajar a los opiáceos".

Esa epidemia mata más personas que el pico del SIDA, alcanzado en 1995. Los jóvenes consumidores no se forman, porque abandonan sus estudios. El consumo de opiáceos y otras drogas los apartan cada vez más del mercado de trabajo, a lo cual se agrega una elevada tasa de suicidios y muertes por sobredosis, en gran medida por depresiones, en regiones que sufren problemas económicos y desocupación.

En 2014, hubo 1,3 millones de personas que necesitaron asistencia médica por consumo de medicamentos con receta y opiáceos, lo que representa el doble que en el 2005. En referencia a lo que se considera una epidemia de drogadicción, que castiga especialmente a las personas en un grupo de edad entre los 25 y los 44 años, se dice que resulta extremadamente insólito, porque EE.UU. es la única nación avanzada en la que se ve algo así.

Un extenso informe de The New York Times sostiene que las muertes por sobredosis son la primera causa de defunciones entre los menores de 50 años, y constata que siguen creciendo a un ritmo infernal: 19% entre 2015 y 2017. En la década de los 80, las muertes por sobredosis de drogas oscilaban entre 6 000 y 7 000 personas por año, trepando ocho veces hasta las 60 000 en el 2017, unas 72 000 el pasado año, y quizás una cifra mayor para este 2019.

UNA PLAGA MODERNA

Lo más curioso es la percepción que las elites estadounidenses tienen sobre el tema, al que el periódico considera "una plaga moderna", con la carga de miedos y temores que caen sobre una nación que desde siempre teme repetir las causas de lo que hace dos milenios provocó la "decadencia del Imperio Romano".

En Ohio, se presentó una demanda acusando a cinco compañías farmacéuticas de fomentar la epidemia de opiáceos, y donde las muertes por sobredosis aumentaron en más del 25%.

La droga más mortífera en este momento, sobre todo en estados donde la desindustrialización hizo estragos como en el mencionado Ohio, es el fentanilo y el carfentanilo, un tranquilizante que es 5 000 veces más potente que la heroína. Más de dos millones de personas dependen de los opiáceos legales y otros 95 millones de analgésicos. En algunos condados, las reuniones de Narcóticos Anónimos están repletas de abogados, contadores y jóvenes profesionales con alto nivel educativo.

Se trata de un país que con el 5% de la población consume el 80% de los opiáceos farmacológicos del mundo. Trump ha creado una comisión para debatir medidas contra la epidemia de drogadicción, a la que ha definido como un problema del mismo nivel que el crimen y las pandillas, a las que denomina "la carnicería americana". Pero el multimillonario sabe que la guerra contra las drogas se ha convertido en un gran negocio, y no le poner freno.
La razón estriba en la red de instituciones y empresas que gravitan en torno a la lucha contra las drogas como, por ejemplo, las corporaciones de seguridad que operan en distintas partes del mundo.

Por otro lado, la industria carcelaria en Estados Unidos, cuya racionalidad mercantil se sustenta en la cantidad de presos que ingresan por asuntos relacionados con psicotrópicos, además de las contratistas militares quienes tienen ya su nicho asegurado, y ni hablar de los bancos: Antonio Maria Costa, el ex director de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, afirmó que el sistema financiero se había convertido en 'narcodependiente'.

"En muchos casos, el dinero de las drogas era la única inversión de capital líquido. En la segunda mitad del 2008, la liquidez era el principal problema del sistema bancario, así que el capital líquido se convirtió en un factor importante. Los préstamos interbancarios se financiaban con dinero que se originaba en el narcotráfico y en otras actividades ilegales… Hubo indicios de que algunos bancos fueron rescatados de esa manera", aseveró Costa.

El control social: el objetivo de siempre, si atendemos a las muertes relacionadas por el consumo de tabaco, que resultan muchísimo mayores a las que podíamos encontrar asociadas a drogas como la marihuana o la cocaína, por ejemplo. Sin embargo, Estados Unidos, que ejerce una influencia poderosa dentro de la lógica global de penalización del consumo de drogas, mantiene una postura cada vez más inflexible, contradictoria y radical, lo cual le permite seguir defendiendo su modelo guerrerista alrededor del mundo.

Ello hace que EE.UU., un modelo sui generis de NarcoEstado, contribuye a alimentar un mecanismo perverso que posibilita el hecho de que los bancos intermediarios se hagan más poderosos con el dinero del narcotráfico, los capos de las drogas sigan fabricando Estados fallidos y Estados Unidos siga interviniendo militar y silenciosamente cada región del planeta Tierra.

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