Opinión: Amenaza a Latinoamérica

Opinión: Amenaza a Latinoamérica
Fecha de publicación: 
2 Julio 2012
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Independientemente del candidato que haya resultado triunfador en las elecciones presidenciales mexicanas de este domingo primero de julio, se sabe que es harto difícil la tarea que tendrá que realizar para deshacer tantos entuertos, y si será capaz de aproximarse a la actitud integracionista latente en el subcontinente, interrumpida por sendos golpes de Estado fraguados por el imperialismo norteamericano en Honduras y Paraguay, y con gobiernos que juegan a la derecha en Panamá y, principalmente, Chile.

 

En esa nación sudamericana, donde los vestigios del pinochetismo están por doquier, se han esmerado en reprimir a pacíficas demostraciones de estudiantes y maestros que buscan una educación para todos y sin lucro, además de mantener sojuzgada y en el olvido a la población originaria chilena.

 

Como de costumbre, la continuada división de las fuerzas de izquierda ayudó a la derecha a llevar a la presidencia a Sebastián Piñera, un hombre que en su iniciación política fue partidario del “No” a Pinochet en el plebiscito de 1988 y, a la vez, buscó sin éxito su destino en el Partido Demócrata Cristiano, hasta que ofreció su respaldo en 1989 la campaña de Hernán Buchi, ungido sucesor del criminal dictador. Ese año fue elegido senador por la ultraderecha.

 

Ya desde entonces se empezó a labrar una imagen como firme partidario de la democracia y la modernización económica del gobierno militar.

 

Tanto se esforzó, con talento y fortuna, que llegó a comandarla principal agrupación derechista y compitió fallidamente con Michelle Bachelet en los comicios presidenciales del 2005, las divergencias de la izquierda y el no aprovechamiento de las enormes simpatías de la mandataria, lo llevaron al poder, lo cual significó una vuelta de tuerca a favor del ala imperial.

 

Lo más importante que tiene a su favor Piñera, distanciándolo de otros elementos derechistas que han dirigido gobiernos en diversos países, es que es un trabajador infatigable, bien organizado y con una astucia que anuló la propaganda acerca de los elementos pinochetistas que le respaldaron.

Así, ha logrado llevar de la mano, para que no se desboquen, a colaboradores que integran las facciones fundamentalistas católicas Opus Dei, Legionarios de Cristo, entre otras.

 

De todas maneras, dicen que al Diablo siempre le salen los cuernos, como al burro las orejas, aunque use el más adecuado de los sombreros, y las ínfulas populistas explotadas durante un devastador terremoto y el rescate de mineros víctimas de un accidente subterráneo quedaron desvirtuadas por un posterior proceder, acorde con su procedencia y caudal económico.

 

Y es porque, tal como dijo la revista Forbes -y en este caso no es mentira-, Sebastián Piñera posee una fortuna de 1 200 millones de dólares, producto de las ganancias de sus numerosas y variadas empresas.

 

Sin dudas, ese dinero ha seguido creciendo, porque, según escribiera el periodista chileno Ernesto Carmona en su libro “Yo, Piñera”, siempre ha usado la política al servicio de los negocios.

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