Fernando Pérez prepara su próxima entrega

Fernando Pérez prepara su próxima entrega
Fecha de publicación: 
29 Julio 2018
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Pero no hay dudas, estrenada antes o más tarde, su última factura se presentará sin falta en la edición de este año del Festival de Cine de La Habana, previsto para diciembre.

De ese descanso fecundo, que necesitaba, piensa entrar a 2019 listo para comenzar a filmar de nuevo, primeramente la película que ya tiene nombre : Nocturnas, un viejo proyecto, cuyo argumento y escritura están bien adelantados y que aspira emprender con estructura narrativa o clásica, al igual que la usada en la reciente Insumisas. Un estilo en el cual el creador ha regalado filmes antológicos.

Además, espera en ese año quizás poder trabajar en otro proyecto aún más verde, sin nombre elegido todavía, pero que ya cocina, y filmará en el estilo más simbólico y hermético de otras obras suyas (Recordar Madagascar, Suite Habana, Madrigal).

El creador de Clandestinos (1987) y Suite Habana (2009), dos obras muy diferentes en su discurso cinematográfico, pero las más reconocidas por público y crítica dentro y fuera del país, tras más de una veintena de entregas es valorado por especialistas como el director de cine vivo más descollante del país en los últimos 30 años.

En Cuba y diversas partes del mundo los cinéfilos esperan con grande expectativa el estreno de Insumisas, cuya presentación solo aguarda por gajes de la distribución que no competen directamente a los encargados de la producción. Se trata de una coproducción con Bohemian Films -de Suiza- y el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (Icaic), y en su elonco figuran la actriz francesa Sylvie Testud (Faber) y los cubanos Yeni Soria (Juana, la esposa), Mario Guerra, Héctor Noas, Giselle González y Corina Mestre, entre otros.

Insumisas fue filmada enteramente en 2017 y el proceso de post-producción terminó en el primer cuatrimestre de este año. Digamos que está recién horneada esta película de ficción de 92 minutos que narra la historia de una persona real: Enriqueta Faber, una suiza nacida a fines del siglo XVIII.

Esta osada mujer, con el título auténtico de doctor en medicina, ganado en Europa bajo la falsa identidad y vestuario de un hombre, viajó al Caribe a principios del siglo XIX y se estableció en la intramontana y recóndita localidad oriental cubana de Baracoa. Son hechos fidedignos.

Allí hizo valer su título y amparada en la identidad del “doctor Enrique Faber”, ejerció la medicina y se casó con la joven local Juana de León. Su identidad fue descubierta por causas fortuitas y sometida a juicio y escarnios de todo tipo a la usanza de la época. Fue condenada a encarcelamiento, pena que después se conmutó y cambió por la obligación de abandonar el país.

El cineasta Fernando Pérez confiesa que por primera vez en su trayectoria trabajó como codirector junto a la creadora suiza Laura Cazador, con quien también escribiera el guión que recrea con elementos de ficción los hechos verídicos, sin faltar a la esencia de la verdad. Los detalles de su juicio son totalmente literales, tal y como ocurrieron, incluidos el fallo del tribunal, asegura Pérez.

El considera que se dio una visión humanista a esta historia provocativa, maldita incluso para cánones actuales. Ejercer la medicina estaba vedado a las mujeres en esa época y si a eso se le añade el travestismo, el resultado era una bomba. Al creador le llegó, como casi todos los temas que el elige según ha dicho, de manos de otra persona.

En ese caso fue Laura, cineasta suiza residente en Cuba y a quien fascinaba la historia de su audaz compatriota.

El decidió compartir el trabajo con ella por tratarse de un tema sobre la emancipación y la libertad de la mujer, un tópico muy femenino, que demandaba el enfoque de alguien de ese género para contarla la historia de manera más creíble.

La historia o la leyenda de Enriqueta Faber era conocida en Cuba por ensayos investigativos, obras de teatro y la propia prensa. Nunca ha sido llevada al cine. Una obra con las seducciones de contar un suceso real escandalosa en su época y tal vez también ahora, que el realizador prefirió verlo con sensibilidad y humanismo.

Insumisas –al principio fue Insumisa, en singular- está contada o narrada en un estilo clásico, en el cual Pérez se ha mostrado experto desde Clandestinos (1987), luego en Hello, Hemingway más adelante en José Martí, el ojo del canario. Aunque como estas, se espera esté inundada por la belleza conceptual y formal evidente de manera muy sobresaliente en la obra de Fernando, realzada como siempre por la dirección de fotografía de Raúl Pérez Ureta. Sin embargo, Fernando Pérez afirma que la búsqueda de un resultado estético o moralizador no es el objetivo de su obra.

La fotografía no se explaya en colores en Insumisas, como pudiera esperarse.
Abundan los tonos grises y nada brillantes, para subrayar el dramatismo de la historia e incluso la precariedad de la época en un entorno por añadidura recoleto y pobre de la Cuba colonial.

La vida es muy compleja y rica y eso me reta a buscar formas diversas y también complejas, a utilizar muchas variantes, para hacer el cine, puntualizó Pérez. Me inspiro en la realidad, en la sociedad cubana y en especial en las historias humanas situadas en los ambientes de la ciudad de La Habana, más que en los decorados y arquitectura, aunque estos aparezcan.

El filme Madagascar, filmado en los años en que el país sufría las consecuencias de la caída del campo socialista, marcó un importante punto de giro en el proceso de su creación. Decidió que debía enriquecerlo, lejos de identificarse con una u otra vertiente solamente.

Madagascar, una obra dura y si se quiere amarga, le dio esa posibilidad de cambio, que no negó lo anterior, sino que se le sumó. Esa inflexión o ruptura le fue necesario para expresar los cambios y contradicciones de la vida, su incidencia en las personas y la sociedad, algo que él siempre ha estado muy interesado en reflejar.

Fernando Pérez declara que asume las contradicciones y de hecho le gusta trabajar y existir en medio de ellas, porque son parte de la vida. Esa dialéctica la usa en el proceso de realización de su obra, donde además del oficio, el conocimiento técnico o la experiencia, muchas veces sigue también la intuición, porque en el arte dos más dos no siempre es cuatro.

Otra constante de su genio creador es hacer obras que reflejen la impronta juvenil, incluidos los héroes y grandes héroes, tratándolos de la manera más desacralizada y humana, lejos de la idealización que los distancia. Así ocurrió con Clandestinos y con José Martí, el ojo del Canario, un filme cuyo guión escribió él solo enteramente.

También ha conectado con los jóvenes actuales como profesor e impartiendo talleres. Con la sencillez y la naturalidad que lo distinguen las puertas de su casa han estado abiertas para bisoños cineastas en busca de conocimientos o consejo.
Así es él. Aunque actualmente, a los 74 años, piensa no volver a la enseñanza de modo institucional.

“Todo el tiempo de mi vida quiero dedicarlo en lo adelante preferentemente a hacer cine. Tengo muchos proyectos en ciernes todavía”.

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