La piscina, como la vida misma

La piscina, como la vida misma
Fecha de publicación: 
5 Junio 2012
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Infinidad de veces se compara nuestra existencia con el cine y las demás artes. Los artistas son, por excelencia, mensajeros de nuestra subjetividad; son ellos quienes tienen el don de contar con palabras, imágenes o sonidos, aquello que todos conocemos, pero no somos capaces de expresar nosotros mismos.

 

El realizador Carlos M. Quintela y el guionista Abel Arcos han reflejado en su película La piscina una realidad cotidiana e inusual a la vez. Y digo inusual, no para darle tono de rareza, sino porque el argumento y la manera de hacer no son habituales en el cine cubano. He aquí ya una provocación y un motivo para ir a verla.

 

Cuatro adolescentes pasan un día en la piscina que habitualmente les sirve de área de entrenamiento, aun cuando ellos no son atletas de alto rendimiento ni se preparan para competencia alguna. O sí, se preparan para su vida. Ese tanque repleto de agua, que ocupa casi toda la pantalla durante los 60 minutos que dura el filme, es una suerte de oasis en las vacaciones de estos jóvenes, cuyas discapacidades físico-intelectuales no los limitan a divertirse, soñar…

 

De hecho no podríamos decir que el tema de la película sea la minusvalía, al menos no física. Es más bien una historia muy humanista que nos hace pensar sobre las relaciones interpersonales.

 

A pesar de que le falta una pierna, Diana es una gran nadadora, es irreverente, audaz, una especie de femme fatale. Rodrigo es un muchacho con limitaciones motoras que casi siempre la sigue a ella en sus burlas. Dany tiene Síndrome de Down y cree que Diana será su novia. Oscar decidió dejar de hablar y no se preocupa por lo que piensen los demás de él.

 

Esteban, el profesor de natación, es un hombre tranquilo, que al parecer prefiere que sus alumnos aprendan por sí solos el camino de la vida. Por su parte no hay regaños o intervenciones inútiles hacia los jóvenes. Él los deja que se diviertan, jueguen, y sepan escoger ajenos a las orientaciones dogmáticas.

 

Sin caer en esquematismos, este filme es de los que muchas veces el espectador dice con desgano: «no pasa nada». Y no se trata de que sea lento o tenga poca progresión narrativa, como a veces queremos interpretarlo. La piscina tiene un tempo diferente; uno se da cuenta desde el primer plano -que por cierto, tiene una gran plasticidad en la imagen.

 

El tiempo transcurre desde el amanecer hasta que cae la tarde y los niños se retiran de la piscina. No hay por el medio muchos diálogos, pero son suficientes, pues las interpretaciones de estos noveles, no profesionales, hacen todo el trabajo.

 

Los silencios, las miradas entre ellos, los sonidos que provocan mientras están en el agua o cuando meriendan… nos remiten a sus mentes y nos hacen preguntarnos qué ideas pasan por ellas.

 

Eso unido a la fotografía de Raúl Rodríguez completa lo demás. La piscina tiene un estilo minimalista: se desarrolla en un mismo lugar con pocos personajes. La cámara permanece estática gran parte del tiempo, como si fuera una ventana, como si solo el lente hiciera falta para mirar. No son necesarios malabarismos efectistas de la imagen porque tanto los planos cerrados como los generales nos ayudan a descubrir la sicología de los personajes, quienes son los hacedores de esta historia.

 

Para el director y el guionista de este filme, lo más importante radica en la capacidad de asombro que puedan generar. La motivación es más sensorial que de encontrar moralejas. Es buscar una respuesta distinta a llorar o reír.

 

La piscina es una historia que invita al espectador a compartir, a zambullirse en ella, que demanda más del que está frente a la pantalla. Y esa cualidad es irrebatible, porque es precisamente ese el ingrediente final, lo que completa una obra de arte.

 

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La piscina, nuevo filme cubano en los circuitos de estreno

 

El filme cubano La piscina, primer largometraje del realizador Carlos Machado Quintela, tendrá su premier mañana en esta capital y pasará a formar parte de la cartelera de los cines de estreno de Cuba en la próxima semana.

  
Calificada por el crítico Joel del Río como una propuesta audaz e inusual, por la falta de experiencia de la mayoría del equipo y su lenguaje distinto al acostumbrado en el cine doméstico, la obra relata la convergencia de cuatro niños y su instructor durante un día en una piscina.
  
Un entrenador apático, una adolescente con una pierna de menos, un niño con Síndrome de Down, otro con dificultades para andar y un cuarto que por alguna razón se niega a hablar, interactúan en esta película, donde la historia pasa a un segundo plano y se centra más en las emociones experimentadas.
 
Me interesaba más resaltar la relación natural entre los actores, que contar un relato lineal, preestablecido, aseguró Machado Quintela.
  
Significó que, aunque se respetó el guión inicial, se introdujeron variaciones para enriquecer el material y aportar un punto de vista personal.
  
Fue un proceso muy espontáneo, concluyó el novel director, quien obtuvo con La piscina el premio a la Mejor Ópera Prima en la edición de 2012 en el Festival de Cine Pobre en Gibara, Holguín.
 
Entre los galardones alcanzados por el filme se incluyen, además, el premio Haciendo Cine, de la Séptima Muestra de Jóvenes Realizadores 2008, la Distinción al Riesgo y Búsqueda Artística en la oncena versión del mismo evento y el UNEAC (Unión de Escritores y Artistas de Cuba) en el XXXIII Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano.

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