MIRAR(NOS): Nosotros, actores en la obra de la vida

MIRAR(NOS): Nosotros, actores en la obra de la vida
Fecha de publicación: 
29 Mayo 2015
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"La felicidad frecuentemente se cuela por una puerta que no sabias que estaba abierta".
John Barrymore.

 

Me gusta pensar, como solía hacerlo el Gabo, que la vida termina por parecerse a la literatura. Aunque parezcan sacados de la ficción algunos términos merodean sin permiso en nuestros espacios vitales. Y sucede a pesar de nosotros, sin que podamos hacer nada para cambiar los hechos por próximos que nos resulten.

 

Con sumo placer utilizo esta esquina para contarles lo que me contaron de Antonia Gottifredi y Giovanni Molinari. Ellos se reencontraron después de ¡70 años!

 

Habían sido novios, pero él partió a las filas italianas participantes en la Segunda Guerra Mundial. Perdieron el contacto. Como sucede en las películas tomaron otros caminos, se casaron, tuvieron hijos y ambos enviudaron.

 

A través de Facebook sus nietos hicieron el milagro de reanudar el diálogo entre ambas partes. El 16 de diciembre de 2014, con 86 y 89 años respectivamente, Antonia y Giovanni contrajeron matrimonio.

 

Hace algunos viernes yo pensaba escribir esta columna. Terminé engavetándola en mi (des)memoria y ahí quedó hasta hoy. El empujón definitivo me lo dieron algunas lectoras que de algún modo se sienten preocupadas porque no han encontrado el amor de su vida.

 

A mis 25 años yo he comprobado que el amor no es un don dado a los elegidos. Es una mentira que toque solo a algunos, que existen cuotas pre-asignadas, y totalmente incierto que puedes enamorarte una sola vez en la vida.

 

Podrás hacerlo cuantas veces dispongas tu corazón, aunque esta es una metáfora antigua pues los sentimientos en su conjunto se originan en el cerebro, más específicamente en la región de los ganglios basales.

 

Malo que los tiempos que nos sirven de contexto han hecho mella en algunos. Las personas se limitan hasta para entregarse, so pena de que la vorágine traga-gente y come-todo termine acabando con nuestros profundos anhelos de felicidad.

 

Un amigo me dijo cuando cursábamos el preuniversitario que el concepto total de felicidad era una falacia, que el secreto consistía en encontrar la dicha en cada momento.

 

Probablemente usted que lee piense que me he vuelto muy filosófica, demasiado teórica para su gusto pragmático. Ofrezco mis más sentidas disculpas por disentir. Quien escribe se apunta en la lista de quienes, en la época estudiantil, no dábamos pie con bola con la filosofía. Pero mi desajuste en esa materia específica no me nubla. Hay filosofía en todo.

 

En la teoría del conocimiento se preestablece que de la contemplación viva se pasa al pensamiento abstracto y de ahí a la práctica, de donde por supuesto, salen a relucir las conceptualizaciones de cuanto nos rodea.

 

A partir de hoy no piense en su período de soltería como algo que le distingue del resto. No se enfoque en lo que le falta, concéntrese en lo que tiene. No cambie sus círculos de vida, deje entrar a más personas porque esta existencia es la única que tenemos.

 

El rejuego del destino convierte esta apasionante aventura en el ensayo, la puesta en escena y todo a primera vista. Mire a la vida como una obra de teatro, el detalle es que los parlamentos no le han sido dados ni la manera exacta para desempeñar su rol. Su personaje va construyéndose ayudado por las circunstancias que le circundan, las equivocaciones también están incluidas.

 

No actúe (viva) a la espera del aplauso, nadie se desempeña tan mal como para no merecerlo ni tan bien como para obtenerlo. El aplauso nace internamente, en el valor que entregues a cada una de tus escenas.

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