Opinión: Washington, inconstante y hegemónico
especiales
Los recientes intentos del nuevo gobierno norcoreano de llegar a cabo una política de conciliación con su vecino del Sur y distensión con Estados Unidos han tenido del gobierno de Barack Obama igual condicionamiento que los anteriores de Bush padre e hijo: la renuncia de la República Popular Democrática de Corea al arma atómica y la inspección de sus instalaciones nucleares.
No importa que Pyongyang haya reiterado su propósito de utilizar la energía atómica para uso pacífico y que la decisión de poseer el arma nuclear fuera precisamente para lograr el desarme en la península y disuadir cualquier ataque de Estados Unidos:
Ignorando la petición de diálogo de Corea Democrática, Obama desafió a los líderes norcoreanos “a que tengan el valor de buscar la paz”, en tanto exageró lo que llamó “amenaza nuclear de Corea del Norte” y pidió al presidente chino, Hu Jintao, a que utilice “la influencia de su país con Corea del Norte para que cumpla sus obligaciones internacionales”.
Es decir, no es un diálogo de sordos, sino que una parte, EE.UU., no quiere oír, porque sabe que la RPDC no puede quebrar su seguridad, aunque sí su hegemonía. Es una cuestión de geopolítica, tal como le sucede con Irán, un problema más publicitado, todo lo contrario al coreano, por lo menos en tiempos más recientes.
Conozco de cerca, por haberlo vivido, la paciencia y sufrimiento de ese pueblo en su esfuerzo por demostrar que utilizaba sus reactores con propósitos pacíficos, y no para construir armas de destrucción masiva.
El incumplimiento por Estados Unidos del convenio suscrito en 1994 con la RPDC, durante el gobierno de William Clinton, obligó a Corea Democrática a reanudar su programa de uso pacífico de la energía nuclear y, posteriormente, ante la inminente amenaza de agresión, a la construcción de la bomba atómica.
Dos o tres veces por semana se realizan ejercicios de combate, alarmas ante posibles ataques aéreos enemigos y prácticas de protección de la población en refugios colectivos, por la eventualidad de un bombardeo atómico. Hay que estar `preparado, debido a la mentalidad fascista de quienes manejan realmente los hilos de la guerra.
LA DIFAMACIÓN, POR SOBRE TODAS LAS COSAS
En tanto el pueblo del norte de la península batalla para elevar la producción y mantener en alto los principios del socialismo, sufre el más feroz de los ataques de los medios masivos de desinformación del imperialismo.
La propaganda enemiga ha levantado todo un andamiaje difamatorio, que pretende ubicar a la República Popular Democrática de Corea como enemigo de los demás pueblos, al propagar el infundio de que su gobierno es capaz de utilizar el arma nuclear para provocar un holocausto, aunque muera en el intento.
Esa campaña tuvo su impulso mayor en la administración de George W. Bush, quien colocó al país asiático en el “eje del mal”.lo sindicó como Estado terrorista y casi le impuso un bloqueo total.
Como se ve, la crisis coreana ha sido alimentada y tergiversada por Estados Unidos, con su tradicional procedimiento para ocultar sus propósitos hegemónicos, ya concretados en las agresiones a Afganistán, Iraq y Libia, y que con mercenarios y una oposición armada por sus aliados europeos y de la región, lleva a cabo en Siria.
Ahora EE.UU., trata de provocar el desarme nuclear norcoreano y mantener su poderío y arsenales atómico y convencional en Corea del Sur y los mares adyacentes, desde donde puede alcanzar con todas las armas a Rusia y China En este contexto, son cada vez más frecuentes los ejercicios militares conjuntos yanqui-sudcoreanos (En la foto, el portaaviones norteamericano ¡”Geoprge Washington en una maniobra).
Lo anterior hace más seria y consecuente la posición de Pyongyang, que mientras llama a proseguir interrumpidas conversaciones de paz para desnuclearizar a la península, rechaza condicionamientos y practica correctamente la política de no conceder ventajas al imperialismo.
Añadir nuevo comentario