Rechazan en Chile proyecto constitucional de la derecha; seguirá vigente la de Pinochet

Con una votación masiva en un país donde el voto es obligatorio, el pueblo chileno rechazó este domingo el proyecto constitucional redactado por la reacción, especialmente por el ultraderechista líder del Partido Republicano, José Antonio Kast.

Con el 99,86% de mesas escrutadas, el 'en contra' se impone con un 55,76% frente al 44,24% del 'a favor'.

De todas maneras, el resultado más que una victoria de la izquierda es de la derecha, porque se mantiene vigente la de Augusto Pinochet, algo reformada posteriormente, pero que niega reconocimiento social y fortalece el neoliberalismo, como también lo representaba el proyecto derrotado.

Todo lo sucedido con este proyecto y el anterior izquierdista del 2022 hablan del descomunal fracaso de la clase política chilena, de la incapacidad demostrada, por ejemplo, por los gobiernos y legisladores en concordar el texto de una nueva Constitución Política que reemplace la Carta Magna de 1980 legada por Pinochet.

Después del estallido social del 2019, se desató una cadena de acontecimientos que permitían comprender un indetenible cambio de la sociedad hacia la izquierda.

Primero, la elección de la convención constitucional que se instaló en julio del 2021, y en el que el 64% de los convencionales elegidos procedía del mundo independiente y de la izquierda alternativa, constataba el ánimo vivido en las calles durante las largas protestas del 2019. Luego, la victoria de Gabriel Boric como presidente en diciembre del 2022, sellaba un inédito triunfo de la izquierda.

INCÓGNITA

Quedaba la incógnita sobre cómo un pueblo podía votar en varias elecciones seguidas por opciones de izquierda y a los pocos meses votar por la derecha más extrema.

Sin embargo, una vez redactada la nueva Constitución, con Boric en el Gobierno, el pueblo chileno rechazó abrumadoramente la propuesta progresista en septiembre del 2022 y echó por tierra cualquier idea de "inevitabilidad" de un proceso de transformación social. Sucedió, en cambio, todo lo contrario, y revirtió de una manera tan radical, que el péndulo en Chile ya había ido y vuelto, en cuestión de meses, de un polo de izquierda radical a uno de derecha también radical.

Así, el Partido Republicano y su líder, el excandidato derechista ultrarreaccionario, José Antonio Kast, junto a la derecha tradicional, lograron copar el Consejo Constitucional para diseñar una propuesta constitucional a su imagen y semejanza. Parecía entonces que la sociedad chilena había dado un golpe de timón y se conducía hacia las aguas de la derecha profunda, histórica, pinochetista.

Redactada la propuesta constitucional derechista, sin embargo, no logró la aprobación popular en el recién finalizado referendo.

INCAPACIDAD

Es triste comprobar que las propuestas planteadas por el gobierno de Gabriel Boric tienen nula o escasa posibilidad de convertirse en leyes, como sucede con la postergada reforma tributaria y el injusto régimen de pensiones. Como tampoco parece posible que se sustituya el sistema privado y corrupto de salud.  Acabar, como tanto se prometió, con las administraciones de fondos de pensiones y las privadas de salud que, a pesar de los escándalos que ahora se les descubren, probablemente prolonguen vigencia con apenas algunos discretos remiendos.

Ni siquiera en materia de educación, los líderes estudiantiles que arribaron al gobierno se muestran capaces de cumplir con la demanda tan voceada en sus movilizaciones. Esto es fortalecer la educación pública, condonar las millonarias deudas en favor de las entidades privadas con el aval del Estado. Cuando ahora se cuentan por decenas de miles los estudiantes primarios y secundarios que no asisten a sus colegios debido a la justa huelga del defraudado profesorado, con lo cual se fortalece la educación elitista y la pronunciada brecha cultural entre pobres y ricos.

Lo anterior se debe a la ingenua disposición de las autoridades de lograr todo con el visto bueno de la oposición, renunciando a la movilización social que ha sido el verdadero motor de las transformaciones. Contenidos por las campañas del terror propiciadas por el mundo patronal, los partidos reaccionarios y la prensa abyecta. Por los mismos que en todo el mundo buscan embadurnar las expresiones populares acusando sus protestas y demandas sociales como violentistas o, incluso, terroristas.

CONNIVENCIA

Es obvio que la clase política chilena está, además, maniatada por su connivencia con la corrupción y las impunidades que le favorecen.  Ya vemos que la falta de probidad no ha tenido excepción en los nuevos gobernantes, pese a las promesas que hicieron de marcar diferencia con la conducta de sus antecesores. Empatándose de esta forma con el proceder de tantos políticos de derecha o que se autodenominan de izquierda, ante un pueblo que observa atónito y se obliga a dirimir nuevamente entre la ira o el desencanto.

Ha sido un fracaso el intento de cumplirle al país que exigió, en las urnas, un cambio constitucional. Una ciudadanía que sufre grandes problemas, con un enorme malestar interno, pero que no encuentra una salida confiable. 

Ello es aún más peligroso cuando tenemos latente la experiencia que está viviendo el vecino pueblo argentino.