¿Quo vadis Starmer?

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¿Quo vadis Starmer?
Fecha de publicación: 
28 Agosto 2025
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Keir Starmer en las instalaciones de BAE Systems, en Glasgow ANDY BUCHANAN (via REUTERS)

Mientras una ola de crisis económica y social envuelve a Gran Bretaña, su primer ministro, Keir Starmer, ha tomado el papel aparentemente -repito, aparentemente- dejado por Trump en la guerra desatada contra Rusia mediante Ucrania, y da pasos importantes para un ambicioso plan de rearme, tomando la batuta de la fobia contra el país eslavo desatada en Europa.

La crisis económica y social en Gran Bretaña se manifiesta en varios aspectos, incluyendo la inflación, la desigualdad económica, el cambio climático y el envejecimiento de la población.

La deuda soberana atraviesa uno de sus momentos más críticos en décadas. Con los intereses a 10 años rondando el 4,8% y los bonos a 30 años en máximos de casi treinta años (5,6%), el país se enfrenta a una tormenta económica marcada por bajo crecimiento, inflación persistente y una política monetaria con escaso margen de maniobra. ¿Qué hacer con las obligaciones británicas?

La nación atraviesa una situación compleja. La economía apenas creció un 0,3% en el segundo trimestre respecto al anterior, mientras la inflación sigue al alza. Impulsada por los precios del transporte (especialmente aéreo), el sector hostelero y la alimentación, alcanzó el 3,8% en julio.

La inflación ha alcanzado niveles alarmantes, afectando la capacidad de los trabajadores para mantener sus hogares, en tanto la desigualdad económica es un problema persistente, con una brecha cada vez mayor entre los más ricos y los más pobres, y el cambio climático ha llevado a la implementación de políticas ambientales, aunque aún hay mucho por hacer para cumplir con los compromisos internacionales. Por otro lado, el envejecimiento de la población representa un desafío creciente para el sistema de salud y la economía en general.

A esto se une la fobia antinmigrante desatada en parte de la nación, de la que son víctimas innumerables personas que reciben el trato de delincuentes, sin cometer delitos.

La más reciente ola antinmigrante comenzó hace un año, cuando tres niñas fueron asesinadas en Southport, en el norte de Inglaterra, y en redes sociales comenzó a circular información falsa que el asesino era un joven migrante musulmán, lo que desencadenó al día siguiente una serie de protestas, escalando a disturbios en contra de las personas migrantes en diversas ciudades del Reino Unido.  

La avasallante respuesta que tuvo tanto el hecho lamentable como la presencia de las protestas a lo largo del territorio, más allá de denotar una empatía y apoyo a las circunstancias ocurridas, pareciera demostrar el uso del asesinato como excusa para reforzar el discurso antinmigrante que se ha ido acrecentando desde el Brexit y que, tras la pandemia, ha vuelto a recobrar fuerza. 

El tema migratorio se ha convertido para el Reino Unido en una bomba de tiempo, donde las dificultades económicas y el desempleo han exacerbado la percepción de que la inmigración es un factor que contribuye a estos problemas, fomentando un ambiente propenso a las protestas. 
  
No es sorpresa que líderes políticos y los medios de comunicación se sumen al discurso y lo amplifiquen a través de sus trincheras, incluso vistiendo al propio discurso con una narrativa patriótica de protección a la nación frente al exterior, pero omitiendo la existencia de causas económicas y sociales subyacentes poco relacionadas al tema migratorio, que han impedido la mejora de las condiciones de vida dentro del país. 

Pero lo cierto es que la primacía y el poder han dejado de ser conceptos asociados al Reino Unido. Su continuo decaimiento desde antes de la Segunda Guerra Mundial, marcado por la pérdida de influencia internacional, el impacto del Brexit y los desafíos económicos persistentes, ha tenido profundos efectos sobre la sociedad británica.

EQUIVOCANDO EL CAMINO

Todo este sombrío panorama el primer ministro Keir Starmer lo quiere borrar no con medidas que hagan mejorar la vida de la población y aleje la fobia antinmigrante, sino con un peligroso rearme que intenta alejar una solución pacífica a la problemática ruso-ucraniana.

Durante una visita a las instalaciones de BAE Systems en Govan, Glasgow, el 2 de junio último, Gran Bretaña anunció la construcción de 12 nuevos submarinos de ataque, al tiempo que presentaba una importante revisión de defensa para afrontar a Rusia y la cambiante naturaleza de la guerra, reportó AFP.

"La amenaza es cada vez más seria, más inmediata, más imprevisible que nunca desde la Guerra Fría", afirmó Starmer, desde una tarima con el lema "Securing Britain's future" (Asegurando el futuro de Gran Bretaña).

Su ministro de Defensa, John Healey, fue aún más claro el domingo en una declaración a la BBC. En su opinión, la nueva estrategia de rearme es "un mensaje dirigido a Moscú", aludiendo a la amenaza "creciente" que representa Rusia desde su operación militar en Ucrania.

La docena de submarinos, de propulsión nuclear, se enmarcan dentro del programa de su alianza militar Aukus, con Estados Unidos y Australia.

Starmer confirmó además en Glasgow que Reino Unido piensa invertir 15 000 millones de libras (20 177 millones de dólares) en su programa de producción de ojivas nucleares.

En fin, Reino Unido elevará gasto en defensa al 2.5%, el mayor desde el fin de la Guerra Fría.

El anuncio forma parte del "refuerzo de nuestra disuasión nuclear como garante última de nuestra seguridad y protección", señaló el líder laborista.

Entre las medidas anunciada, se encuentra la creación de seis nuevas fábricas de municiones, con una inversión de 1 500 millones de libras (2 017 millones de dólares).

Antes del anuncio en Escocia -se recordó en Microsoft News-, Starmer había prodigado sus intervenciones en los medios de comunicación para prevenir sobre el anuncio de rearme e inversiones en materia de defensa.

"El mundo ha cambiado y estamos entrando en una nueva era", afirmó el lunes el líder laborista en la radio BBC 4, poco antes de los anuncios de Glasgow.

Un día antes, el domingo, en un artículo publicado en el tabloide The Sun, señaló su intención de "restablecer la capacidad de combate del Reino Unido como objetivo central de nuestras fuerzas armadas".

"Se trata de reunir todas las capacidades de las que disponemos, desde los drones hasta la artillería, pasando por la inteligencia y el instinto humano, para construir una máquina de combate formidable e integrada", insistió.

"Estamos directamente amenazados por Estados con fuerzas militares avanzadas, por lo que debemos estar preparados", había subrayado Starmer el domingo, citando a Rusia, Irán y la República Popular Democrática de Corea, pero no a China, porque el Ejecutivo laborista británico ha multiplicado sus esfuerzos en los últimos meses para apaciguar las relaciones con Beijing, deterioradas bajo los anteriores gobiernos conservadores.

La denominada seguridad de Europa y el papel del Reino Unido en la OTAN están en el centro de la misión llevada a cabo para el gobierno por el exministro y exsecretario general de la Alianza Atlántica, George Robertson, en un momento en que Estados Unidos está presionando a sus aliados dentro de la organización para que inviertan más en su defensa.

Reino Unido también tiene previsto adaptar sus fuerzas armadas al despliegue creciente de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial o los drones, que están cambiando la naturaleza de los conflictos, mientras que John Healey anunció la semana pasada la creación de un mando dedicado a las capacidades cibernéticas, tanto defensivas como ofensivas.

A pesar de un contexto presupuestario ajustado, Starmer se ha fijado la ambición de gastar el 3% del PIB nacional en defensa durante la próxima legislatura, es decir, más allá del 2029, si gana las próximas elecciones.

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