¿Qué quedó tras la muerte de José Martí?

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¿Qué quedó tras la muerte de José Martí?
Fecha de publicación: 
19 Mayo 2024
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La caída en combate de José Martí el 19 de mayo de 1895 fue un duro golpe para la revolución independentista en Cuba. La nación perdía aquel día a quien había devenido su principal líder intelectual y político. 

Después de desembarcar por Playita de Cajobabo el 11 de abril, Martí transitaba junto a Máximo Gómez por el oriente de la Isla, organizando la lucha iniciada el 24 de febrero de ese año. En la finca La Mejorana se reunieron el 5 de mayo con Antonio Maceo, quien fue enfático en que Martí, reconocido como la principal figura política del movimiento, regresara a la emigración para asumir funciones organizativas y diplomáticas. Se le propuso que se trasladara a un sitio en el que el patriota Joaquín Castillo Duany lo ayudaría a embarcar al exilio. De haberse impuesto el criterio del Titán de Bronce en aquella reunión, tal vez no hubiera ocurrido la prematura muerte del Héroe Nacional. 

Sin embargo, él se mostró reacio a esa propuesta. El rudo intercambio de La Mejorana culminó con una salida intermedia respecto a la presencia de Martí en el teatro de operaciones: el dirigente del Partido Revolucionario Cubano recibiría su bautismo de fuego y participaría en la organización institucional de la revolución, luego de lo cual saldría de la Isla para asumir funciones en el exterior. En la postura de Martí influyó su sentido del honor. No quería eludir los riesgos de la contienda bélica, sobre todo después de haber sido increpado por algunos patriotas durante los preparativos de la guerra por no haber participado anteriormente en una. 

Algunos días después acampaban Martí y Gómez en Dos Ríos, localidad perteneciente al municipio de Jiguaní. Allí se conoció la proximidad de una fuerza española, al frente de la cual iba el coronel Ximénez de Sandoval. El jefe del Ejército Libertador enseguida organizó el combate y dispuso que Martí no participara en él. Pero Martí, quien poco antes había dado una encendida arenga a la tropa, desentendió las orientaciones del veterano mambí. Instó a Ángel de la Guardia, un joven insurrecto recién llegado al campamento, a sumarse juntos a la operación.

Pocos minutos más tarde, el principal organizador de la Guerra Necesaria caía de su caballo, abatido por tres disparos. Su acompañante se esforzó por recuperar el cadáver. Al conocer la fatalidad, Gómez, cuentan que sumamente desconcertado, también se empeñó en ello. No se logró: los soldados hispanos se hicieron con el cuerpo de Martí.

Fue un golpe demoledor. Ese 19 de mayo Cuba perdió al más universal de sus hijos. No obstante, sobrevino el símbolo, pues Martí se convertía en el apóstol de la independencia. Legó a sus contemporáneos y a las siguientes generaciones un modelo de pensamiento político en el que se insertan los anhelos de justicia social y soberanía nacional.

Más allá de citar superficialmente frases suyas, a los cubanos de hoy corresponde hacer inmersión en la vastedad de su ideario. Como diría la joven intelectual Lil María Pich, “es necesario hablar de la república que soñó para Cuba; de en qué medida Fidel fue capaz de llevarla a vías de hecho junto a los demás líderes revolucionarios que lo acompañaron”.

Con la muerte de Martí en su primer combate, la contienda libertadora de fines del siglo XIX perdió a uno de sus paladines. La ausencia del gran ideólogo se haría notable durante los siguientes años, fundamentalmente cuando en 1898, con la intervención norteamericana en la guerra, la confusión de apoderó del campo insurrecto. Sin embargo, el autor de La Edad de Oro ascendió a lo más alto de la admiración de los cubanos y devino el principal referente ético y revolucionario de la patria.  

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