No hay espacio para la vida
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Israel y Hamás intercambian restos de prisioneros; muchos de los cuerpos de los prisioneros palestinos presentan signos de tortura. Foto tomada de Democracy Now
Sus cuerpos eran irreconocibles: muchos estaban desnutridos, brutalmente maltratados y las autopsias revelaron falta de cuidados médicos. Estas líneas, que parecieran sacadas de una novela de terror, son extraídas del informe del Ministerio de Salud de Gaza sobre los cuerpos devueltos por Israel.
Pero no se trata de palestinos muertos por bombardeos o agresiones bélicas, sino de quienes permanecieron bajo custodia de las fuerzas armadas de Israel.
Según el reporte de la ONG Physicians for Human Rights, desde el 7 de octubre de 2023 al menos 98 palestinos han muerto en centros penitenciarios o bajo custodia de soldados israelíes; de ellos, 68 eran de Gaza y 26 de Cisjordania. También aclaran que son cifras aproximadas, pues una práctica recurrente del ejército sionista son las desapariciones forzadas.
Y como si de por sí estos datos no fueran escalofriantes, investigaciones de varios medios de prensa como The Guardian y la revista +972 señalan que la mayoría de las víctimas resultaron ser civiles.
La ONG concluye que “el asesinato de palestinos bajo custodia se ha convertido en un instrumento adicional del Estado de Israel para la opresión de los palestinos desde el inicio de la guerra”, sustentado en que de 2013 a 2023 fueron menos de 30 los palestinos fallecidos en centros penitenciarios israelitas, cifra que se ha triplicado en los últimos dos años.
El documento asimismo denuncia las detenciones masivas ilegales, la tortura, la denegación de atención médica y el deterioro deliberado de las condiciones de encarcelamiento. Estas prácticas, ocurridas tanto en prisiones militares como en las del Servicio de Prisiones de Israel, son resultado de acciones sistemáticas por parte de soldados y guardias con el consentimiento de sus superiores.
La impunidad también es señalada en el informe, que hace referencia a la protección que se otorga a los perpetradores de estas acciones.
Múltiples fracturas de costillas, hemorragias en la piel y cerca de órganos internos, así como laceraciones intraabdominales, son algunos de los signos más recurrentes en los cuerpos estudiados.
Nada de esto sorprende luego de las declaraciones del ministro del Interior de Israel, Ben-Gvir —ese que se paseó con pasteles en la sala donde se aprobó la pena de muerte para palestinos—, en las que amenazó con matar a líderes de la Autoridad Nacional Palestina si en el Consejo de Seguridad avanzaba una resolución para el Estado Palestino. Sin ningún tipo de rubor, dijo: “deben darse órdenes para el asesinato selectivo”, y añadió: “hay una celda preparada para él en la prisión de Ketziot”, en referencia a Mahmud Abás, presidente de la Autoridad Palestina.
Mediante la violación constante de los derechos humanos y con prácticas surgidas de las mentes más criminales y perversas, poco a poco Israel va reduciendo el espacio para la vida del pueblo palestino. Y no es solo el espacio físico: es el espacio elemental para la dignidad y las necesidades básicas de millones de personas.












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