Miami, 55 años como capital del narcotráfico
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Fotomontaje del narcotraficante Orlando Cicilia y su cuñado Marco Rubio. Tomado de Razones de Cuba
Mientras Donald Trump alardeaba de la destrucción por su poderosa flota de guerra en el Mar Caribe de por lo menos cuatro embarcaciones pesqueras y la muerte de todos sus tripulantes por supuesto trasiego de drogas que, según él, envenenarían al pueblo norteamericano, se denunciaba en Naciones Unidas el asesinato de los pescadores y se recordaba que el territorio norteamericano es la sede de un narcotráfico a nivel mundial, con principal énfasis en las principales urbes del Occidente industrializado.
Esta categorización data de los años 70 y 80, cuando los carteles de drogas utilizaban a Miami como puerta de entrada de extranjeros que contrabandeaban cocaína a Estados Unidos.
En la actualidad, 55 años después, Miami no ha logrado deshacer el estigma. Según la Administración para el Control de Drogas (DEA), la ciudad se mantiene a la cabeza como centro de distribución de cocaína, heroína, metanfetaminas y fentanilo en Florida. Además de la marihuana, el éxtasis y los opioides recetados, que se trafican a otras partes del estado y del país.
Según el Departamento de Salud de Florida, todos estos años hay miles de muertes relacionados con las drogas aunque solo se difundió públicamente la cifra del 2019, con 5 576, con mayor incidencia en el condado de Miami-Dade (1 037).
La propia prensa estadounidense ha señalado la complicidad de factores encargados de combatir el flagelo, indicando principalmente a la propia DEA, con culpabilidad del Buró Federal de Investigaciones (FBI), la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos, el Departamento de Aplicación de la Ley de Florida y el Departamento de Policía de Miami-Dade.
NO ES ASÍ
En los diversos informes de las entidades encargadas del combate al narcotráfico, se señala a México como el principal culpable y a Colombia en segundo lugar, así como, por conveniencia trumpista, a Venezuela, “olvidando” que el principal corredor de las drogas está en el Pacífico, con Ecuador como principal emisor.
Los narcotraficantes y organizaciones que forman parte del primer eslabón dentro de Estados Unidos son los que tienen cierto rango y capacidad de pagar por una carga recién llegada desde México.
A través de ellos, la cocaína y drogas sintéticas comienzan a viajar a los diferentes mercados existentes en el extenso territorio estadounidense.
"Estas organizaciones compran a granel los cargamentos de droga a los mexicanos, pero no es que los mexicanos no tengan la capacidad de distribución. No les interesa", explica a BBC Mundo Jesús Esquivel, autor del libro "Los narcos gringos" (2016).
El investigador sostiene que los carteles latinoamericanos saben que son menos vulnerables a capturas o a una confiscación de la carga al utilizar intermediarios locales "que se pueden diseminar fácilmente dentro de la sociedad estadounidense sin llamar la atención".
Esquivel señala que las organizaciones mexicanas no tienen una "oficina en Miami", sino personeros.
Consultado respecto al por qué entonces las agencias de seguridad estadounidenses anuncian con frecuencia la detención de ciudadanos de México y otros países por llevar sustancias controladas, el periodista señaló que son muchos más los casos de estadounidenses, pero que no reciben atención por los medios de comunicación.
El investigador sobre narcotráfico Hernando Zuleta apunta que uno de los motivos por los que las organizaciones estadounidenses y sus líderes son poco conocidos es su forma de actuar.
"En el microtráfico tienen mucha presencia las pandillas estadounidenses y de diferentes países centroamericanos, pero no se llevan la parte grande del pastel. Entonces todo el mundo se pregunta quiénes son los líderes gringos, porque tiene que haberlos", señala a BBC Mundo.
El profesor universitario explica que los "jefes de la distribución en el interior de Estados Unidos", por lo que se sabe, manejan un perfil muy distinto a la imagen instalada del narcotraficante latinoamericano y que han logrado exportar ese modelo. Esquivel añade que por ello es que no son ostentosos y optan por el bajo perfil, no pueden llamar la atención porque existe mucho control y si uno de ellos es detectado sufrirá incautaciones y la pérdida de su dinero.
Jesús Esquivel señala que, entre los compradores a granel, existen clubes de motociclistas que tienen ramificaciones en muchas ciudades y, por ello, son difíciles de detectar.
"Un cártel mueve toneladas de cocaína, pero al entrar a Estados Unidos son miles de estadounidenses los que se encargan de repartir esas toneladas en partes cada vez más pequeñas. Es como una telaraña, por eso es tan complicado", señala, y espetó:
"Son mafiosos que no parecen mafiosos los narcos ´invisibles´ que controlan el narcotráfico”.
MARQUITO
“Marquito definitivamente no quiere que hablemos de esto. Su cuñado, Orlando Cicilia, fue uno de los narcotraficantes de cocaína más prolíficos de Miami en los años 80. Fue condenado por mover miles de kilos de droga y lavado de dinero, sentenciado a 25 años… pero solo cumplió 12. Y aquí está lo peor: cuando lo arrestaron, vivía en la misma casa que Marco Rubio. La DEA derribó la puerta de la casa de Rubio” cita la influencer política Caitlin Speaks.
Además, Speaks reveló que, en el 2002, cuando Cicilia ya estaba libre, Rubio —en ese momento en ascenso político— envió una carta recomendándolo para una licencia de bienes raíces, sin mencionar que era su cuñado. Normalmente, un delito grave como el narcotráfico hubiera impedido la licencia, pero Cicilia la obtuvo.
La influencer destacó la hipocresía de Rubio, quien ahora promueve deportaciones masivas de migrantes con antecedentes penales por drogas, el mismo delito por el que su cuñado fue condenado.
Orlando Cicilia, esposo de Bárbara Rubio (hermana de Marco), fue arrestado en 1987 en la “Operación Cobra”, uno de los mayores golpes al narcotráfico en Florida.
Cicilia era parte de una organización liderada por Mario Tabraue (un narcotraficante conocido por su colección de animales exóticos).
Fue condenado a 25 años por conspiración para distribuir cocaína, mariguana y por vínculos con el asesinato de un informante y sobornos a policías.
La DEA allanó la casa donde vivía con Bárbara Rubio, inmueble que fue embargado por estar vinculado al narcotráfico.
En ese entonces, Marco Rubio vivía en la misma casa. Aunque su hermana no fue acusada, el escándalo marcó a la familia.
Cuando Univisión le preguntó sobre el tema, su portavoz Alex Burgos lo llamó “un asunto privado”, y acusó al medio de “periodismo sensacionalista”.
Lo más polémico es el contraste entre el pasado de Rubio y su discurso actual: como secretario de Estado, promueve deportaciones masivas de migrantes con antecedentes por drogas, incluso menores que los de Cicilia.
Además, Rubio ha declarado: “Imponer restricciones de visa a narcotraficantes, sus familiares y socios cercanos no solo evitará que entren a EE.UU., sino que servirá como disuasión”.
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