ZAPPING: Sobre telenovelas brasileñas... otra vez
especiales
Si hablamos de programas extranjeros que han marcado el gusto de los televidentes cubanos, el primer lugar, probablemente, lo tengan las telenovelas brasileñas. Hasta el punto de que, desde hace décadas, integran permanentemente la parrilla habitual de la televisión nacional. La esclava Isaura, Una mujer llamada Malú, Doña Bella, Vale todo, Roque Santeiro, La próxima víctima, Señora del destino... y otras tantas producciones, han constituido verdaderos fenómenos de audiencia. Y muchos de sus actores son auténticas celebridades aquí.
¿Qué distingue a la telenovela brasileña en el panorama audiovisual del continente? ¿Cuáles son las claves de su popularidad? En Brasil, de hecho, la telenovela es el más popular de los programas televisivos. Se caracteriza por el tratamiento de temas de fácil aceptación por un público mayoritario: partiendo siempre de las historias de amor y de los conflictos familiares y sociales. La relación allí con los televidentes es directa y dinámica, pues los estudios de audiencia suelen influir en el desarrollo de las tramas. O sea, se trata casi siempre de creaciones abiertas.
El profesor e investigador Anderson Silva, de la Universidad de São Paulo, escribe en un ensayo publicado en la revista peruana Contratexto que la telenovela brasileña es la materialización de un proceso comunicativo abundante, complejo y representativo de las matrices culturales que forman el tejido social de ese país. Desde sus inicios, en la década de los cincuenta, la telenovela brasileña no solo es parte de la memoria afectiva y simbólica del público que la ha acompañado por generaciones seguidas, sino que, además, también ha sido objeto de estudio académico muy pertinente para la comprensión de la nación brasileña en sus contradicciones políticas, económicas, sociales y culturales.
Ese permanente maridaje con un contexto, que es menos acentuado en creaciones mexicanas, ha singularizado la concreción brasileña de un género que ha sido objeto de múltiples acercamientos desde la crítica y la investigación. De hecho, Anderson reconoce que, al combinar los procesos de proyección e identificación en los sujetos que la consumen, también es «amada y odiada» con la misma intensidad por académicos y estudiosos del tema. Es decir, la telenovela provoca posiciones polarizadas, en un sentido claro de cómo las diferencias entre los «apocalípticos e integrados» que definía Umberto Eco siguen todavía vigentes en los espacios especializados. Aunque los públicos muchas veces ignoren esos debates académicos.
Añadir nuevo comentario