Machos, varones, masculinos en tiempos de COVID-19

Tomo prestado el nombre del estudio sobre masculinidades “Macho, varón, masculino”, del conocido historiador y coordinador general en Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades (RIAM), Julio César González Pagés, como referente para titular este texto.

Sucede que mucho se ha hablado sobre el impacto de la pandemia, sobre todo en sectores vulnerables: en ancianos, niños, mujeres… pero en cuanto al binomio hombres-COVID-19 abundan pocos textos, quizás porque también investigadores y comunicadores incurren, inconscientemente, en estereotipos, esos que reiteran que Ellos son los fuertes, los que todo soportan sin quejarse porque “los hombres no lloran”.

Sin embargo, precisamente la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades se ha encargado de arrojar, una vez más, luces sobre el asunto con el documento  Masculinidades, igualdad de género y COVID-19, que aunque vio la luz el verano último, guarda vigencia.

Foto: tomada de vozpopuli.com

Entender cómo la pandemia ha afectado a los hombres y cuáles de sus comportamientos tienen que ver con las normas de la masculinidad hegemónica es objetivo de ese texto, que igual permite comprender mejor cómo los comportamientos masculinos pueden afectar la salud y bienestar de las mujeres y de sus hijos e hijas.

Ello, también considerando que, aunque en varias latitudes se ha ido a un desescalamiento, la pandemia es aún realidad presente.

Barbas sin barbijo

Al nasobuco o mascarilla también le llaman barbijo en varios países. Y sucede que los hombres han usado menos la mascarilla o barbijo y también se han lavado menos las manos.

Foto: tomada de ncdalliance.org
 

Además, tienden a minimizar la gravedad de la pandemia y son más reacios a cuidar la salud.

A esas conclusiones, recogidas en el documento de la RIAM, arribó un estudio en países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Y tales conductas nada tiene que ver con condicionamientos genéticos sino son resultado de esas normas rígidas, esquemas y prejuicios que condicionan cómo supuestamente debe ser un hombre, a la vez que les priva de muchísimas cosas.

Esa arcaica concepción de la masculinidad condiciona “Que los hombres sean fuertes, rudos, exitosos,  lo cual dificulta que reconozcan sus necesidades en salud y que busquen ayuda”.

También asidos a esos patrones, al sentir los efectos de la pandemia en el empleo y en los ingresos del hogar, muchos hombres han visto resentida su salud mental.

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La situación sanitaria incrementó la carga de cuidado en los hogares, sin embargo, solo una baja proporción de padres hombres han asumido las tareas en el hogar durante la pandemia, lo que acentuó desigualdades de género, recoge el texto.

No obstante, aunque una parte de Ellos no ha compartido cuidados y crianza por entenderlo esencialmente tarea de mujeres; también el confinamiento contribuyó en algunos hogares a favor de una paternidad activa y más implicada.

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Aún no termina la pandemia y, por tanto, no existen aun conclusiones totalmente acabadas sobre este tema, pero desde el presente ya se avizora, según apuntaba la RIAM, la necesidad de diseñar y desplegar también políticas, programas e intervenciones dirigidas a los hombres, jóvenes y niños.

No para oponer o contrastar esas estrategias con lo ya existente dirigido a las mujeres, sino porque, a la par de continuar desdibujando ese modelo de masculinidad hegemónica, de machismo y patriarcado, tributarían a la felicidad y el buen vivir de Ellos, evitándoles comportamientos de riesgo que conspiran contra su salud y su propia vida, y también tributarán a favor de la igualdad de géneros, los cuidados compartidos y a prevenir la violencia.