Ernesto Guevara: el ícono y el hombre
especiales
Fotograma del documental Sencillamente Korda, del cineasta cubano Roberto Chile, dedicado al autor de la icónica fotografía del comandante Ernesto Che Guevara.
Más allá de la subyugante imagen del héroe, que ha cautivado a millones de personas en el mundo, hay un ejercicio vital que poco o nada tiene que ver con las modas y los rejuegos mercantiles…
¿Fue consciente Alberto Díaz (Korda), en el momento exacto en que enfocaba y apretaba el obturador ese 5 de marzo de 1960, de la iconicidad extraordinaria del retrato que le estaba haciendo al Che en el entierro de las víctimas de la explosión de La Coubre?
Probablemente no, aunque la mirada del Che, perdida en la lejanía, la expresión de contenido y sereno dolor, la apostura inconsciente del héroe argentino debieron haber llamado la atención del fotógrafo.
Korda tuvo el privilegio de estar allí y dejar testimonio. Era ya un fotógrafo hecho, un retratista excepcional, y en el impetuoso torbellino de esos primeros años de la Revolución fue uno de los principales artistas (porque eso eran, artistas, independientemente de la vocación reporteril que los animaba) del movimiento de la fotografía de gesta que tantos documentos históricos legó.
Unos años después, cuando Ernesto Guevara se consolidaba como el gran símbolo y referencia fundamental de la rebeldía justa de los pueblos, la imagen salió a la luz, como expresión gráfica contundente de ese ideal.
Para muchos especialistas, historiadores y críticos, es la más famosa fotografía y el principal icono gráfico del siglo XX. En esa celebridad tuvo mucho que ver la versión en blanco y negro, con algunas modificaciones (la estrella solitaria en la boina, por ejemplo), que comenzó imprimirse en carteles, portadas de libros y muchísimos otros soportes desde finales de la década de los sesenta.
Mucho se ha hablado de esas circunstancias, de los vaivenes creativos que experimentó la imagen, y que involucran a editores, artistas, impresores y, de alguna manera, hasta la más encumbrada figura del pop art: Andy Warhol. Hubo rejuegos oscuros y adjudicaciones deshonestas… pero lo cierto es que Korda nunca reclamó derechos de autor, porque compartía los ideales del Che y sabía que su foto era emblema de la lucha antiimperialista en el mundo entero.
Ciertamente, el Guerrillero Heroico de Korda es una representación poderosa del romanticismo y la determinación del héroe. La cabellera larga y despeinada la despojan de la formalidad y la norma. La intensidad de la mirada le otorga cierto aire de divinidad. Hay miles de excelentes instantáneas y retratos del Che (era un hombre muy bien parecido y fotogénico), pero ninguno redondea como este el símbolo.
Sin embargo, mientras que para muchísimas personas la imagen representó (y representa) un sueño y una aspiración de emancipación plena, para otros muchos es simplemente una representación bonita y empática, desligada del acervo ideológico que la anima: estética sin ética, marca comercial.
Korda tuvo incluso que enfrentar la pretensión de utilizarla como imagen de una marca de vodka.
En tiempos de imperio de la visualidad, urge significar este retrato, combatir las tendencias que lo vacían de implicaciones políticas. El Che es mucho más que su iconografía, es mucho más que el movimiento plástico que ha originado. No tiene nada que ver (y su biografía lo demuestra con creces) con las veleidades del mercado.
Ernesto Guevara tiene mucho que hacer todavía, por más que parezcan utópicos sus empeños. Que esta imagen contribuya y no distraiga.
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