Enrique Ubieta: la Revolución existe en la solidaridad que promueve

Enrique Ubieta: la Revolución existe en la solidaridad que promueve
Fecha de publicación: 
28 Mayo 2021
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La del título no es una hipótesis, es una verdad probada de la que este intelectual, este cubano, ha sido testigo más de una vez. Ahora, nos la cuenta desde Turín, en plena pandemia, en un libro que esta tarde fue presentado en un homenaje de la cultura cubana a los médicos y a la solidaridad. La emotiva presentación se honró con la asistencia del presidente cubano y Primer Secretario del Partido, Miguel Díaz-Canel Bermúdez.

Antes de la primera pregunta, las gracias por permitirnos compartir-vivir cada experiencia junto a él, junto a nuestros médicos, por ese poder que tienen las palabras de Enrique Ubieta para hacernos pasar, orgullosos, a los hospitales de campaña, a las plazas con banderas de solidaridad, al corazón del mundo sin salir de la isla curandera, poderosa...

¿Qué vamos a encontrar en Diario de Turín? ¿Es una recopilación de las crónicas que durante meses publicó en Facebook y se replicaron en varios medios de prensa?

El libro recoge las cien crónicas publicadas en mi perfil de Facebook (sobre cada uno de los cien días vividos en Turín) y reproducidas en disímiles medios digitales, entre ellos Cubasí. Es de algún modo un Diario; esa es su columna vertebral. Pero alrededor de ellas, saliendo y entrando como puntadas de un tejido mayor, hay otras dos líneas discursivas: pequeños ensayos que describen el mundo que encontró y empeoró la pandemia, por una parte, y por la otra, entrevistas a líderes sindicales, activistas sociales y médicos italianos que describen la precaria situación en que la pandemia encontró al sistema sanitario de ese país –otrora uno de los más avanzados del mundo--, como consecuencia del desmontaje neoliberal que sufrió en la última década. El libro recoge anécdotas, y propone reflexiones: va de lo emocional a lo racional.


Brigada médica en Turín, Italia.


Junto a los brigadistas y diplomáticos cubanos, en la cima del Pico Fidel Castro, en Turín.

¿Qué significó Italia para Enrique Ubieta? ¿Cómo sintetizaría esta experiencia singular de colaboración en tiempos de pandemia, desde una isla bloqueada y también bajo los efectos de la pandemia? Alguna imagen, anécdota en particular que  recuerde...

Es fácil detectar la incapacidad del capitalismo para resolver los problemas más acuciantes de los seres humanos en el llamado tercer mundo. Pero es una revelación, inesperada para algunos, la comprobación de esa incapacidad en uno de los países más ricos. La Italia que vivimos no es la de los tiempos superpuestos en el mármol y las piedras de todos los siglos, ni la romántica de los puentes, los palacios y las catedrales. Y sin embargo, es una Italia otra que enamora al visitante: la solidaria, la que se entrega sin condiciones, y enfrenta el racismo y la xenofobia. La pandemia saca lo mejor y lo peor de cada pueblo. Esta pequeña isla bloqueada quiere sacar y compartir lo mejor de sí, no solo como decisión individual de sus ciudadanos, sino como política de estado. Que una sociedad de conjunto saque lo mejor de sí, es la meta del socialismo. A cambio, recibe lo mejor de otros pueblos.


En el hospital OGR de Turín, donde trabajó por tres meses la brigada médica cubana. Foto Diana Bagnoli.

No puedo obviar la fuerza simbólica de una imagen. Vivíamos en la residencia estudiantil de la Universidad Tecnológica de Turín. Solo podíamos acceder a nuestro edificio por motivos de bioseguridad, y no teníamos contacto con los estudiantes que se hallaban en los otros. Un día apareció una enorme bandera cubana en uno de los balcones del edificio que se hallaba frente al nuestro. Nos asomamos conmovidos a la ventana. Y de repente, los estudiantes empezaron a aplaudir. Solo veíamos sus manos extendidas. Nunca vimos sus rostros. Pero cada tarde, cuando regresaban nuestros médicos y enfermeros del hospital, los estudiantes italianos sacaban sus manos por la ventana de sus cuartos y aplaudían.

¿Cómo se conecta esta experiencia de los médicos cubanos en Italia con las que se recogen en sus anteriores libros sobre la solidaridad cubana en Centroamérica y Haití (La Utopía rearmada, 2006), Venezuela (Venezuela Rebelde: Solidaridad vs dinero, 2006) y la del ébola en África (Zona Roja. La experiencia cubana del ébola, 2014)? ¿Qué hay de hilo conductor y de diferente en cada uno de estos avatares?

Las conecta el crecimiento humano: el de los pacientes, a menudo convertidos en amigos, y el de los médicos y enfermeros, que sanan al sanar. No aludo a ninguna experiencia religiosa, aunque si la hubiese no me molestaría. Hablo del hecho de que un revolucionario solo puede existir en el acto de entrega a sus semejantes más necesitados, y cada misión recicla en el sujeto que la cumple el espíritu de la Revolución. La Revolución existe en la solidaridad que promueve; hacia lo interno y hacia lo externo. Cada uno de esos libros y el que ahora presentamos es diferente en su forma, en su estructura, y de cierta manera en su estilo de escritura. Pero es el mismo libro en diferentes entregas: son libros sobre ese otro mundo posible, más humano y solidario, que pese al criminal bloqueo, Cuba representa.


"Desde que traspaso la puerta la veo por los cristales de la ventana, es mi bandera, la bandera cubana: en el edificio de enfrente los estudiantes la han puesto. Se ve grande, hermosa. Nos asomamos. Llegan más médicos y enfermeros. Al vernos, los estudiantes aplauden". Así lo contó en sus crónicas Enrique Ubieta.


Los cubanos recibieron en Italia innumerables muestras de solidaridad y agradecimiento.

Más de un libro sobre el tema nos lleva a esta pregunta: ¿Por qué va en busca de estas historias de médicos, en circunstancias tan difíciles, extremas? ¿Cuál es la satisfacción?

No persigo médicos, persigo ideales, como esos meteorólogos empecinados persiguen los tornados, incluso a riesgo de sus vidas. No soy un espectador ingenuo. Soy un actor: mi papel es mostrar lo mejor de cada individuo y hacer que prevalezca, y si fuera preciso empujar el carro cuesta arriba. Por eso detesto a los que pretenden describir asépticamente la realidad. José Martí y Fidel Castro no describían y transitaban los caminos hechos; lo que parecía mera descripción era en ellos construcción. Y ello no los alejaba de la verdad, al contrario, los acercaba más.


Cubanos e italianos, hermanados en una sola brigada.

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