El Club Antiglobalista: Pandora Papers, chantaje y control social
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Illustration: Doug Chayka (The Guardian)
La más reciente filtración de documentos comprometedores -más de 12 millones de papeles- implica un sesgo geopolítico que va más allá del análisis acerca de la corrupción y el lavado de dinero. ¿Qué peso tiene en medio de la pandemia del coronavirus la filtración Pandora Papers, realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas? Por sus dimensiones, se trata de la investigación más ambiciosa, profunda y detallada de la historia, en la cual participaron varios medios globales y fueron señalados más de 330 políticos con tratos secretos y dinero lavado en más de 90 países. La demostración de poder de los medios mainstream pone en jaque a la política tradicional, los canales de flujo del capital y las relaciones propiamente del sistema que han funcionado por décadas.
Con más de 600 periodistas de 117 países, Pandora Papers plantea una redimensión del plano de la moralidad en mandatarios, dirigentes intermedios, empresarios, figuras de la moda y la cultura de masas. Nadie queda al salvo. Y es que ese resulta el mensaje principal de estas filtraciones que se vienen sucediendo cada cierto tiempo: el sistema, que conoce los manejos de cada quien, elige el momento en el cual no conviene determinado grupo de personas y entonces revela lo que pudiera perjudicarlas. Esta ingeniería tiene sus raíces en la estructura del capital financiero global, basado en el flujo descontrolado y la especulación. Se trata, al final, de un ajuste de cuentas interno, en el cual la banca decide quitarse de arriba a aquellos que le parecen incómodos de una u otra forma, ya sea por sus decisiones políticas, ya por intereses particulares.
La mano negra de Soros/Rothschild
Como se sabe, el multimillonario financiero y megaespeculador de origen húngaro George Soros es famoso por haber quebrado en varias ocasiones a importantes instancias internacionales. En 1992 llevó al límite al Banco de Inglaterra mediante la apuesta y la especulación de valores. Otro tanto ha hecho con economías de países emergentes. Cuando se produjeron los Papeles de Panamá, WikiLeaks, con ese poder revelador que posee, hizo público el vínculo entre la Banca Rothschild, Soros y el Consorcio Internacional de Periodistas. En particular, este último beneficiado como parte del fomento de una “sociedad abierta” por parte de la Open Society Fundation. A pesar de haberse tratado de un número importante de datos comprometedores, los Papeles de Panamá no tocaron las grandes estructuras del capital y sus principales nombres como los propios Rockefeller, los Ford, ni mucho menos los manejos de las fundaciones pantalla como es el caso de la USAID y la NED, ambas al servicio de la CÍA.
Soros, como reveló el ex agente Wayne Madsen, es un prominente miembro colaborador de la propia Agencia Central de Inteligencia y un peón esencial en el tablero de posiciones del verdadero poder global: la banca sionista y anglosajona. Ahora, el mismo Consorcio bajo el control de Soros/Rothschild lanza una andanada de datos en medio de la pandemia, con dardos envenenados hacia enemigos de los Estados Unidos, en especial Rusia y su presidente Vladimir Putin. En el tablero, se apunta hacia el debilitamiento financiero de las potencias competidoras, para salvar el ya agónico orden impuesto por la Conferencia de Breton Woods y los Acuerdos de Yalta.
El viejo orden ha recibido duros golpes con la pandemia, por un lado se beneficia pero por otro hay una desaceleración marcada del poderío global del bando anglosajón frente al ascenso asiático. Peligra la hegemonía del dólar y su credibilidad cae en picada. Un colapso del sistema financiero no solo es posible, sino inevitable al ritmo en que se producen los cambios y se acrecienta la crisis y la brecha entre los intereses. Tocará ver si los Pandora Papers logran desestabilizar a los enemigos de Occidente, China y Rusia. Por el momento, la enseñanza reside en poner la atención sobre el poder de los medios para mover la percepción de la verdad política y construir narrativas sesgadas de acuerdo a ambiciones de la élite.
Acumulación de capital
Lo que nunca denunciará el Consorcio que controla Soros es la naturaleza del sistema que provoca la corrupción y el lavado de activos. En realidad, este mecanismo es alentado por la propia banca a través de sucursales fantasmas en paraísos fiscales. Ninguna filtración dará cuenta de las implicaciones que tiene hacia el interior de la narrativa global, la concentración de poder en pocas manos. Mil 500 periódicos, mil 100 revistas, 9 mil estaciones de radio, mil 500 televisoras y dos mil 400 editoriales están en manos de 6 consorcios globales. Solamente el dúo Soros/Rothschild controla más de 100 medios de alcance planetario, a través de los cuales se crean matrices y líneas de opinión.
Con este control, es muy fácil linchar a los que no convienen, desecharlos, promover filtraciones sesgadas y cuyo enfoque en nada dañe al sistema financiero. El mensaje que trasmite la banca es que tiene el poder y que ejerce el chantaje sobre el resto del mundo. El economista alemán Ernst Wolff estima que las filtraciones tienen que ver con una contracción intencionada que realiza la banca, para poder conservarse, lo cual implica redireccionar el flujo de capital especulativo desde los paraísos fiscales hacia los centros tradicionales del poder occidental (Estados Unidos y Europa) evitando así que continúe el proceso de descentralización que puede destruir la hegemonía anglosajona y darle ese lugar a la competencia.
El encadenamiento de intereses entre la banca, los medios y la política tiende a hacerse cada vez más evidente, a la vez que se le resta poder a los Estados y se le otorga a los magnates especuladores la posibilidad de decidir sobre los recursos a partir de la posesión de los activos. Los Pandora Papers tienen como principal blanco a Rusia, ya que Biden y la élite no aceptan los términos de negociación de Putin ni la postura firme de este en Ucrania. A su vez, el liderazgo ruso en Europa amenaza el dominio norteamericano sobre dicho continente desde los Acuerdos de Yalta.
El viejo mundo que muere
El orden financiero se basa en lo económico en la Conferencia de Breton Woods que establece el dólar como divisa mundial y en lo geopolítico en los Acuerdos de Yalta, que organizan el orden mundial en torno a Occidente. Ambos pilares se sostienen si Estados Unidos continúa siendo el centro del flujo de capitales y la principal potencia militar con bases en todo el orbe. El asunto es que, con la desaceleración del crecimiento industrial de Occidente, las tornas han cambiado y se hace necesario un nuevo orden. El valor ficticio del dólar ya no refleja confianza y trasmite a los accionistas la posibilidad real de un colapso, lo cual es fatal para el trabajo de las bolsas. La retirada de Estados Unidos de distintos puntos del globo arroja luz sobre una hegemonía militar muy cara en términos financieros, de recursos y de vidas humanas, que se traduce en desastre para la clase política y la gobernabilidad hacia el interior del país norteamericano.
Los Acuerdos de Yalta están en jaque tras el avance militar chino y ruso y su alianza estratégica en Eurasia. Diversas regiones caen bajo el manto de Beijing a la vez que a Washington le resulta difícil mantener incluso buenas relaciones en su hemisferio por diferentes temas como los tratados comerciales, la migración y las fricciones diplomáticas. El poder globalista vuelve a trazar sus estrategias de dominio en base a estas transformaciones de la primera mitad de siglo y parece que la información, las redes sociales y lo mediático será el nuevo campo para ejercer el control social.
Para que se tenga una idea del poder de la banca sobre casi todos los aspectos, junto con los Pandora Papers, otra noticia conmueve el mundo: la guerra entre los medios al servicio de la banca Rothschild y Mel Gibson, quien ha iniciado la producción de un filme en el cual revela el poder de dicha banca sionista y británica en los últimos siglos.
¿Será Mel el próximo defenestrado?
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