El Club Antiglobalista: Embriaguez y hechizos en la montaña mágica de Davos

El Club Antiglobalista: Embriaguez y hechizos en la montaña mágica de Davos
Fecha de publicación: 
6 Febrero 2021
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Imagen principal: 

“La desigualdad era el precio de la civilización”.

George Orwell (1984)

 

En una entrevista en enero del 2020, Klaus Schwab, director del Foro Económico Mundial de Davos decía que, si a los mercados les seguía yendo bien, era difícil conseguir que la gente sintiera que estaba en una situación de emergencia y que, con el coronavirus, al fin existía esa sensación tan –en sus palabras– difícil de “conseguir”. Schwab es uno de los ideólogos del cambio de época posmoderno, conocido como cuarta revolución industrial, caracterizado por el uso de adelantos tecnológicos como soluciones a problemas estructurales de tipo socioeconómico. Para esta corriente, muy fuerte en Davos, solo la implementación de una filosofía convergente en materia científica, terminará con los derivados catastróficos del sistema.

Bajo esa óptica, hoy a los mercados les va mal, lo que no quiere decir que las fortunas tradicionales hayan decaído. Con el coronavirus, crecieron, precisamente, las riquezas relacionadas al uso de las tecnologías de la cuarta revolución industrial. Con ello asciende el reclamo de los ideólogos del traspaso civilizatorio de que ya es hora de un Gran Reseteo de la Economía. En unos videos que se pueden apreciar en la plataforma de Davos, se observan súper ciudades híper conectadas y con una perspectiva verde ecologista, donde no hay personas; también, inmensas zonas del planeta con la vida que se integra a la tecnología, sin que resalte en ello contradicción alguna. En la panacea que propone Schwab, no habrá lucha, ni segmentación, ni estratificaciones. Pareciera como si todo lo hubiesen ya pensado, milimétricamente.

La plataforma de Davos es en apariencia crítica con el viejo capitalismo y propone uno global con rostro humano, basado en los datos compartidos por todos los seres, en armonía. Sin embargo, este abordaje esconde de manera canalla la naturaleza egoísta de un reseteo tecnológico que dejará sin trabajo a millones de personas, sobre todo del tercer mundo, reducirá la clase media en Europa y Estados Unidos más aún e impondrá lógicas de contracción social sin precedentes, que desembocarían en mayores contradicciones hacia el interior de las sociedades. Pareciera que los diferendos entre personas y clases, Davos los piensa disolver, precisamente, mediante el uso de tecnologías convergentes de control masivo, que harán ficticia o predecible la personalidad de cada ser humano. Un fenómeno acrecentado con la pandemia y el alza en el uso de los medios electrónicos.

En un artículo de El Pais, se retrata a Schwab como el ejemplo de un hombre trabajador, atlético a su edad, que tiene una salud y una disciplina de hierro, cuya pasión es Davos y viajar a Sillicon Valley solo porque –dice la periodista autora de la nota– él es un apasionado de las tecnologías. Lo cierto está en que un traspaso civilizatorio sin un cambio redistributivo en la riqueza, traerá un modelo de gobernanza aún más basado en el poder de corporaciones que ya, de hecho, compiten y desplazan a los gobiernos dentro del Estado. ¿Se trata de eso cuando hablan de capitalismo progresista o con rostro humano, de colocarnos más aún bajo la bota todopoderosa de los empresarios? Sería preocupante que, encima de que hay desigualdad económica, desaparezca el débil consenso legal que dice, al menos en teoría, que todos somos iguales. Los fenómenos en los Estados Unidos, durante el fin del gobierno de Trump, nos hablan de cuán fuertes son en materia política algunas corporaciones tecnológicas.

Según dicen las líneas de mensajes de las diferentes conferencias en Davos, el capitalismo nuevo deberá ser de partes interesadas, o sea, conformado por los obreros y el dueño como un interés común. Ahí está, supuestamente, la lógica redistributiva de esta nueva era que nos proponen. Sin embargo, la historia enseña que se requiere de mucho más que la buena voluntad de los empresarios para que acontezcan transformaciones que favorecen al empleado. Davos todo lo que propone es un nuevo pacto, donde el que tiene, le impone sus condiciones al que no tiene, sin que haya otra alternativa posible.

En las antípodas

En la edición online del 2021, que tuvo, por cierto, menos prensa y visibilidad, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, dejó claras las líneas críticas de su país hacia Davos. Luego de 12 años ausente, el gigante euroasiático volvió a las reuniones, para criticar precisamente que el reseteo no es posible y que incluso agravará los males del capitalismo, lejos de disolverlos. Putin declaró que los adelantos de políticas que sacaron de la pobreza a millones, como las suyas en Rusia, podrían revertirse en meses, con la implementación a marcha forzada de la cuarta revolución. El líder coloca como ejemplo lo sucedido en los últimos meses del coronavirus, en los cuales, al darse precisamente un salto y una dependencia hacia Internet, inmensas masas de personas quedaron sin sustento y en la calle.

¿Ha sido el coronavirus un tiempo ad hoc para experimentar ese gran reseteo que requiere el nuevo capitalismo tecnológico de Sillicon Valley? Los resultados arrojan que, lo que los famosos teóricos del traspaso de era llaman “panacea”, “maravilla”, solo sería posible con una reducción rápida y masiva de la población que no podrá ser contratada dentro del diseño de la nueva economía. ¿De ahí el diseño maltusiano del sistema, que hoy promueve la eutanasia en lugar del asistencialismo, el aborto antes que la maternidad, el hecho declarado públicamente durante el coronavirus, por líderes políticos, de que las viejas generaciones  se sacrifiquen por las nuevas? Muchas son las preguntas que hay bajo el tapete a la hora de analizar la naturaleza oculta de lo que se nos quiere vender, incluso, como un capitalismo socialista y que es exaltado por algunos de los gerifaltes de la socialdemocracia al uso en el primer mundo.

Joseph Stiglitz habla de capital progresista, Thomas Piketty de socialismo participativo y Alexandra Ocasio Cortez de Green New Deal. El mensaje es que vivimos en lo viejo y que solo lo nuevo nos salvará. El infantilismo de la fórmula, la demagogia, quedan encubiertos en el espectáculo de gastos fastuosos que suelen acompañar a Davos, así como la verborrea discursiva que discurre en los pasillos de la institución. Todo lo demás es humo que se lleva el viento. En los últimos años, este evento que comenzó siendo privado, se reconoce cada vez más incluso por gobiernos, como la brújula del mundo. Se ha generado un poder supra, globalista, por encima de cualquier consenso legal.

Dibujadas están, no obstante, dos posturas en el horizonte. Por un lado los poderes como la potencia de Rusia, empeñada en la soberanía y el impulso de políticas proteccionistas de las cuales depende su existencia; y por otro, el aceleramiento de la cuarta revolución industrial de parte del capital volátil y financista de Sillicon Valley que cuenta con Davos, su piedra de toque, para avanzar agendas. En la aparente conciliación de este evento 2021 había enormes conmociones. De hecho, el gran ausente fue Estados Unidos, cuyo líder Biden no dio detalles de por qué declinó la invitación. ¿Un resultado más del fuerte divisionismo hacia lo interno en dicho país entre globalistas y proteccionistas?

La agenda de Davos, que es global, ha colocado en crisis el viejo Estado, dándonos pocas soluciones plausibles a los pobres y en desventaja. Al parecer no hay un consenso para el reseteo y Putin mismo frenó, con su discurso, la más mínima oportunidad para eso ocurra en la parte del mundo en la cual su país ejerce influencia política. Eso no detendrá a la agenda globalista.

El peligro de la montaña y su embriaguez

Los ideólogos del traspaso se mofan de sus críticos, tildándolos de fachos, retardados que se aferran a viejos simbolismos. En realidad, la resistencia ante estos “iluminados” de Davos se explica por la desconfianza que hay, cada vez mayor, hacia un poder corporativo que supera al político, que escapa de las legislaciones nacionales y no responde ante nadie. El instinto de la humanidad más débil, el 99 por ciento que no es millonario, es conservar lo que tiene, ya sea poco o mediano, ante la amenaza de perderlo todo. Para Sillicon Valley y todo el entramado globalista, el traspaso es un negocio de ganar-ganar, cuya demora les supone pérdidas enormes.

El Foro de Davos juega con la idea de que, quienes suben al sitial, son seres supremos, tocados por la gracia del poder, que libertarán al resto de la gente. En esa mitología, la prensa explota detalles como la constante recurrencia a la novela de Thomas Mann La montaña mágica. El hotel donde acontece el último baile de cada encuentro es el mismo donde se desarrolla la obra literaria, cuyo tema es, básicamente, la decadencia civilizatoria de una era.

Aunque el propio Putin reconoció que pudiéramos estar en un momento como los años 30 del siglo XX, considera que el nivel de contradicciones del sistema no lleve a una lucha de todos contra todos ni mucho menos a una guerra mundial como en 1939. La civilización y la especie se esfumarían. Si el coronavirus se usa como un evento inducido para experimentar el traspaso, solo se sabrá algún día, no ahora. Solo anotar que desde mucho antes, Bill Gates, peso pesado de Davos, dio las coordenadas de un evento parecidísimo a la actual pandemia; sin que nadie explique hasta ahora ese inusual talento prestidigitador.

Dicen que Klaus Schwab es sobrio, disciplinado, caracteres que solo cambian durante la última noche de baile en el hotel de La montaña mágica. Entonces se le puede ver alegre y dando unos pasos junto a su esposa. Los periodistas no pierden el tiempo y se refieren a los poderes sobrenaturales de Davos, para regenerar las más pétreas cualidades de la realidad. El mito continúa entre ríos de champán y lujos para quienes se hacen llamar a sí mismos progresistas y librepensadores. Cada año la montaña ensaya sus hechizos.

 

Comentarios

Y en éste artículo; ¿dónde se menciona a la RP China?. Tratándose de Davos, la 4ta. Revolución Industria y la (Anti)Globalización es imposible obviarla de manera inconciente en cualquier análisis ó comentario. ¿qué criterios nos merece el papel de la RP China en todo ésto?.
Está propuesta del WEF. No es más que la perpetuación de las ideas keinesianas. Que tanto daño hacen a América Latina y a muchos otros pueblos del mundo. Le emision monetaria, no implantar el patrón oro como norma mundial, el aumento desmedido del gasto público, la creación de estados gigantes, la intervención estatal en la economía, la política del estado paternalista y el sistema de banca central moderna con su sistema de reserva fraccionaria que están llevando al mundo al colapso económico y por consiguiente al colapso en todos los demás aspectos.
ernestoriccardi98@gmail.com
En el artículo, muy bueno por cierto. Plantea que esa propuesta reducirá algún más la clase media en Estados Unidos y Europa(sita casi textual). Pero lo que realmente reflejan los datos es que está clase en las últimas décadas no ha echo más que crecer a nivel mundial y a reducir cada año la pobreza extrema a nivel global. Datos ofrecidos por los sitios de Our Word in dates y datos macro(datos brindados por el propio WEF, la ONU y el banco mundial). Solo hago esa aclaración. Espero que me publiquen.
ernestoriccardi98@gmail.com

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