Orgullo por La Habana

Orgullo por La Habana
Fecha de publicación: 
17 Noviembre 2018
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El 16 de noviembre del venidero 2019, cuando La Habana arribe a su medio milenio de existencia, muchos, muchísimos cubanos estarán, como hace horas aconteció, de nuevo dándole las tres vueltas a la ceiba del Templete, y “damos la vuelta dándole la mano al tiempo, dándole la mano imaginaria a las generaciones que nos precedieron, a las que vendrán. Quizás para ellas el árbol sea más frondoso, el tronco más inabarcable, al menos, hemos defendido el árbol”.

Así aseguró ayer en el programa televisivo Mesa Redonda ese hombre que anoche se declaró soñador incansable: el doctor Eusebio Leal Spengler, Historiador de una Ciudad de La Habana en aniversario.

“Que la gente sienta el orgullo por La Habana, y su historia amerita ese orgullo”, así definía Leal lo más importante de su misión. Al ampliar sobre el significado de su labor precisaba: “La mano ejecuta lo que el corazón manda, y el mandato del corazón ha sido preservar el patrimonio del país no como la labor de una sola persona, de ninguna manera; esta persona en última instancia, encarna una voluntad política y un sentimiento popular”.

A propósito de las perspectivas del actual quehacer por la ciudad, sentenció: “Cuando vean el ejemplo, el ejemplo cundirá. Porque el ser humano, además de vestir y comer, necesita la belleza. Es importante que el hombre ame lo bello, que ame la flor, que cuide el entorno, que ame la estatua, que sienta que la ciudad es su mundo. El que no quiere el barrio, el que no quiere la aldea, el pequeño pedazo de nuestro país donde nació, es difícil que quiera a la madre grande y a la familia mayor que somos los cubanos".

El Capitolio, esa obra enorme

En cuanto a la restauración del Capitolio Nacional, entre los más grandes empeños de cara al medio milenio de La Habana, comentó:

“Soy consciente de que esa obra del Capitolio solo fue posible por la expresa voluntad del General Presidente Raúl Castro. Él vio en eso aquello que se representara Fidel hace tantos años, cuando, en presencia de la doctora Rosa Elena, le pide que le explique aquella obra y luego que le lleve el gran libro del Capitolio. Y lo juzgó como la obra más importante desde el punto de vista constructivo que se había realizado en este país, solamente comparable a la que en otro momento se realizó cuando se edificaron El Morro o la Catedral de La Habana, una obra de enorme significación”.

Leal precisó que la reconstrucción de esta monumental obra ha sido una tarea ardua, imposible de acometer, dijo, sin haber formado antes a cientos de jóvenes restauradores. Hizo referencia a la cúpula de 91 metros de altura, “que en este momento se está cubriendo con las láminas de oro, tal y como fue originalmente” y mencionó el gran esfuerzo que ello implica.

No olvidó en su comentario sobre el Capitolio mencionar también la gran escultura del italiano Ángelo Zanelli, “una de las más grandes bajo techo que hay en el mundo” así como las relevantes exposiciones que próximamente podrán ser vistas allí por el público: la Sala de las Constituciones, con la historia de la legislación constitucional hasta hoy, la de la historia de la bandera y el escudo, la dedicada a la historia de la construcción del lugar y sus desafíos, incluyendo la historia de los arquitectos y obreros que lo hicieron posible.

“Pero es la piel del pueblo cubano y los huesos y músculos de Cuba los que están en esta obra, que es una obra de la nación; esto es muy importante que se sepa y se diga, nosotros somos los que tenemos la tarea de dar cumplimiento a esa voluntad política”.

Sobre La Habana Vieja en especial, apuntó cómo esta se había convertido en espacio ecuménico del encuentro de culturas y religiones, subrayó el legado documental impresionante de su Archivo Nacional, y enumeró la casa de Martí con los grilletes del Apóstol, la escarapela de Céspedes en el Museo de la Ciudad, las primeras banderas, el machete de Máximo Gómez, la silla de Antonio Maceo, el Museo de la Revolución y la epopeya de la gesta revolucionaria que allí se alza.

“Esa ciudad es como un núcleo, un corazón palpitante en una Habana que toda ella es histórica. Y una cosa que me interesa mucho resaltar: mi corazón está en cada rincón de La Habana”, enfatizó.

Durante sus reflexiones y anécdotas de corte autobiográfico, Leal sentenció: “donde quiera que estemos nos alentará siempre esa maravillosa cosa que es la esperanza de hacer.” Agregó más adelante “hay una pasión que me ha arrastrado, y esa pasión ha sido en primer lugar Cuba y en segundo lugar, la ciudad en que nací.”

Qué tiene La Habana

“Yo no sé qué tiene La Habana, pero todo el que viene se queda prendado de ella, y eso, a mi juicio, es quizás la garantía, es el anillo del compromiso, es lo que me espera y es lo que quisiera”.

Con respecto a la presencia en la capital de cubanos provenientes de otros territorio, el Historiador indicó que no se incluía entre quienes criticaban el asunto porque “La Habana hoy en día es más plural, más representativa de toda la nación. Lo que hace falta es trabajar para esa interculturalidad, que no quiere decir suprimirle a nadie sus raíces, sino tratar de que florezca el árbol a cuya sombra estamos todos”.

Lo calificó como importante desafío: “hay que soplar cultura y cultura verdadera, no cumbancha. Hay días para reír y hay días para llorar. En breve, por ejemplo, vendrá el 27 de noviembre y estaremos en el muro que un día se convirtió en un manantial de sangre para Cuba. Hay que bajar la cabeza allí y decir ¡oh, gran día; oh, triste jornada aquella cantada por Martí en sus versos!”

Desplegando la idea de lo valioso de la participación colectiva agregó: “Yo creo en el patrimonio compartido, en la posibilidad de que todos participen; lo que hay que abrir los caminos. Esto comienza en la familia, continúa en la escuela y sigue en la vida cotidiana.
“Yo puedo asegurar como testimonio propio, volviendo al principio de todas las cosas, que a mí se me enseñó, primero, el orgullo de haber sido cubano; segundo, lo que consideraba aquella generación por decente: agradecer”.

Sobre la historia patria se declaró “siempre partidario de no banalizarla. Para divulgarla no hay que vulgarizarla, hay que entrar con la cabeza descubierta. Qué habría sido de nosotros entonces, cómo habríamos reaccionado ante la gran epopeya, ante la gran gesta, que se repite todos los días porque a cada generación le toca un particular desafío”.

“Cuba tiene que hacerse su propio traje –refirió más adelante-, su propio destino lo hace ella, en comunión con el mundo, pero lo hace ella, a nuestra imagen, a nuestra semejanza, a nuestra identidad. Solo así recorreremos el camino que nos falta, que otra generación recibirá como legado la gallardía y del valor con que esta defendió ese destino. Yo creo mucho en eso, creo en eso”.

Durante los minutos finales de diálogo dejó apuntado Leal: “Algún día, cuando sea un fantasma como decía mi querida y entrañable amiga Fina García Marruz, quizás las piedras me recuerden”.

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