Cuba a golpe de fotos (+ OBRAS)
especiales

No hay muchas fotografías en las salas de exposición del Museo Nacional de Bellas Artes. Quizás tenga que ver que existe en La Habana una Fototeca con una importante colección, o con el hecho de que, hasta hace relativamente poco tiempo, la fotografía no era considerada un arte mayor, a pesar de que en Cuba nos enorgullecemos de una gran tradición y de que se cuentan por decenas los grandes maestros de esta manifestación.
La exposición La imagen sin límites, que se exhibe hasta el 26 de noviembre en la sala transitoria del tercer piso del edificio de Arte Cubano, pudiera saldar esa deuda: es una antología de la fotografía cubana desde finales del siglo XIX hasta los días que corren.
«Pero es mi antología, mi visión, mi selección, estoy convencido de que pudieran existir otras», afirma el curador Rafael Acosta de Arriba, una de las personas que más ha investigado (y ha escrito) sobre el arte fotográfico en la nación.
Joaquín Blez Marcé: Sin título (1920) y Retrato de Capablanca (1948).
Generoso Funcasta: Calle de La Habana (1933) y Droguería Danhauser, Neptuno y Perseverancia (1933).
Roberto Rodríguez Decall: Vieja arquitectura: Edificio del Ayuntamiento de La Habana (1939) y Sin título (1950).
Emilio Contreras: Ventanal, Central Toledo (fragmento, 1956) y Sin título (1950).
Julio López Berestein: Estudio sobre Degas. Alicia Alonso (1943) y Retrato del pintor Carlos Enríquez (1943).
Acosta de Arriba enfrentó el reto de escoger entre un patrimonio inmenso, sabiendo que escoger es siempre discriminar: «Hay cientos y cientos de excelentes obras, pero debía quedar una selección que fuera significativa y representativa. Un camino hubiera podido ser contar la historia de Cuba a través de sus fotografías; el otro era narrar la propia historia de la fotografía en Cuba. Yo decidí buscar el equilibrio; intenté hacer una cosa y la otra».
El resultado es una muestra que incluye dos obras de cada uno de los cincuenta autores escogidos. No están todos los que son, pero todos los que están, son.
Es difícil tratar de definir claras líneas comunicantes entre todas las obras, ni estilística ni temáticamente ni siquiera desde el punto de vista técnico. La variedad es notable al apreciar la exposición en su conjunto. «Pero son todos fotógrafos cubanos, así que de alguna manera está recreado el devenir de este país: su historia, su actualidad, sus conflictos, sus aspiraciones, su poesía, sus paradojas», asegura Acosta de Arriba.
Herman Puig: Yakouba y frutas cubanas (1985) y Carmen (2000).
Alberto Díaz (Korda): La niña de la muñeca de palo (1959) y Guerrillero Heroico (1960).
Osvaldo Salas: Nicolás Guillén (1976) y Fidel y Hemingway (1960).
Ernesto Fernández: Playa Girón (1961) y Martí, Plaza Cívica (1957).
Liborio Noval: El gigante (2001) y Veterano (1969).
De Cuba y de los cubanos, porque buena parte de las piezas son retratos de personas: anónimas, reconocidas o célebres. Esos rostros conforman una galería «animada» por disímiles impulsos y sentimientos, ubicada en diferentes contextos… A veces es (parece) puro testimonio, a veces metáfora pura.
Es notable el tránsito de una funcionalidad (la del documento) a una expresión decididamente artística; esa ha sido, en definitiva, una de las evoluciones que ha vivido la fotografía como arte. La democratización de la tecnología, el imperio del audiovisual en los tiempos que corren, exigen de los artistas del lente una clara vocación estética, una estatura conceptual.
El recorrido que propone la exposición ofrece coordenadas ilustrativas de la fotografía cubana, aunque Acosta de Arriba prefiere decir «la fotografía hecha en Cuba», pues está convencido de que el diálogo con las tendencias universales de ese arte ha sido tan marcado entre nosotros, que es difícil hablar de una fotografía singular en este país. «Pero aquí está Cuba, eso no lo pondrá en duda nadie».
Iván Cañas: Santa Clara, 26 de julio de 1968 (1968) y de la serie Macheteros (1972).
José Alberto Figueroa: Homenaje (1993) y Calle Carlos III (1998).
Alfredo Sarabia Domínguez: Sin títulos (1990).
Mario Díaz: Mi bandera (1980) y Blanco y negro (1988).
René Peña: Sin título (1994) y Dad (2016).
Liudmila & Nelson: Absolut Revolution-La isla (2002) y Tropa, de la serie Documentos desclasificados para una historia de Cuba (si te digo te miento) (2018).
Jorge Otero: De la serie Epidermis (2018) y Cáscara (2013).
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