Buenos días, septiembre; ¿estás listo?

Buenos días, septiembre; ¿estás listo?
Fecha de publicación: 
3 Septiembre 2018
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“Yo sí”, me dice con determinación David Alejandro. Es un niño de pocas palabras, pero ya hizo el inventario con su mamá de lo que “dijo la maestra en la reunión antes de las vacaciones, porque tía, ya yo voy para la escuela y eso no es lo mismo que el círculo”, me aclara con sabiduría el más pequeño de la familia, ahora “vestirá uniforme y casi, casi, va a aprender a escribir”.

Como él, cada niño cubano tiene sus propias razones para despertar este lunes con emoción y expectativas, y cuando digo cada uno, soy exacta, porque, en esta tierra, saber es un derecho y las escuelas abren sus puertas para todos; también para Lisa, una niñita muy especial que será cantante cuando crezca porque la música no se ve y ella está aprendiendo a leer con sus manos gracias a una maestra maravillosa que “no parece de esta época”, según su mamá.

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Foto: Internet

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Foto: Internet

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Foto: Giusette León / CubaSí

Amanda y Javi no me perdonarían si olvido que ellos también andan con maripositas en el estómago este 3 de septiembre: “Mami, imagínate, nos mudamos de provincia y nos cambiamos de escuela, quiero compartir con mis nuevos amigos y tengo muchas ganas de conocer a mi maestra, que seguro va a ser muy buena y, claro, ya quiero empezar a aprender otra vez… pero pregúntale a Javi, que me dijo que él está loco porque empiece el curso”.

Y le pregunté, claro; a Javi le da un poco de nostalgia, sabe que va a extrañar a los niños de su antiguo grupo y a su maestra jacarandosa, alegre, pero bueno, “voy a conseguir nuevos amigos y espero que la maestra de La Habana me quiera tanto como Miriam”.

Inicio del curso escolar
Foto: Internet

Bianka está comenzando el sexto grado y extraña de su escuela “todo, hasta la hora del receso, pero sobre todo las clases de Educación Física”, porque sí, el derecho de nuestros niños no se acaba en las pañoletas rojas y azules que no creen en diferencias sociales; ni en las libretas, libros, crayolas, gomas de borrar y muchos otros materiales que reciben, a contracorriente del bloqueo norteamericano y de cierta indolencia interna, que también hace daño.

Nuestras escuelas incluyen el derecho al juego, a la recreación sana, al arte y la cultura, el aprendizaje de las letras y las ciencias, la historia, el cuidado del medio ambiente, los valores que nos convierten en mejores seres humanos y en cubanos más dignos.

La familia también está lista…

El camino ha sido difícil, entre los arreglos de uniformes, contar las medias blancas, rastrear unos zapaticos cómodos y adecuados para la escuela y satisfacer disciplinadamente las necesidades falsas de forros con princesas y “luncheras” en el lugar de nuestras bolsitas, ¿recuerdan?

Pero esta mañana ningún despertador se dio el lujo de quedarse dormido, ninguna mamá en la cama y muchos padres, abuelos, tíos, también saltaron bien temprano para acompañar a los escolares hasta su primer día, ese feliz minuto en el que todo se olvida, se opaca por la bendición, la tranquilidad, el premio de verlos seguros, hermosos, felices y, sobre todo, con escuelas.

Y los maestros, esos imprescindibles…

Lleva razón mi Amanda en pensar que su maestra será muy buena. Es una jovencita de 20 años, con un bebé de 4 meses, pero hace una semana la encontré en la escuela Abel Santamaría atareada para adelantar los planes de clase, organizar los materiales de los niños, imprimir las estrellitas con las que le gusta estimularlos (en eso la ayuda su mamá); hasta estuvo revisando el libro de texto de inglés con su esposo, para estar preparada por si tiene que atreverse también con el idioma.

Tiene nombre de aventurera: Indiana. Y la de Javi tiene nombre de madre: Amada. Las separan muchos años de edad y experiencia. Las une el deseo de trabajar y darles a los niños lo mejor que tienen: amores y saberes.

Ninguna historia es perfecta. En esta de septiembre hay lados oscuros, claro, pero los cubanos aprendimos con el maestro más grande a mirar la luz, y la luz de septiembre es infinita en Cuba. Es una luz laica, universal y gratuita. Por eso muchos, muchísimos, desde el salitre de María la Gorda hasta el lomerío de la Sierra Maestra, estamos listos para apretar el interruptor y no dejar que lo apague ningún ingrato.

¿Estás listo, septiembre? Pues vamos, que a la escuela hay que llegar puntual.

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