Huracán Irma: Fotos como aldabonazos

Huracán Irma: Fotos como aldabonazos
Fecha de publicación: 
13 Septiembre 2017
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El huracán Irma no llamó decentemente a las puertas de los cubanos. Ni siquiera golpeó en ellas con imperdonable falta de educación. Simplemente, las derribó, arrasando alevosamente con el patrimonio familiar levantado granito a granito, arrastrando proyectos de vida, empeños, ahorros...

Eso y mucho más han testimoniado las imágenes publicadas por estos días. Porque si bien es dolorosamente cierto que ha sido una tragedia, también es admirable como muchos, la mayoría, hacen hasta lo imposible por levantar cabeza.

Aunque el arte es polisémico, y una foto, si obra artística, también puede serlo, hay algunas que dejan escaso margen a interpretaciones ambiguas, a la vez que resumen lo dicho arriba: la entereza de este pueblo.

Ese es el caso de la ya casi emblemática imagen del fotorreportero Ismael Francisco, quien atrapó el momento en que el Castillo del Morro, símbolo cubano por excelencia, era abofeteado sin piedad por Irma.

Pero la foto no es la de vencedores y vencidos. El faro de cinco siglos, cual digno contendiente, parece soportar con entereza el golpe, sin bajar la mirada, sin doblegarse.

Y así exactamente se proyectan ahora los cubanos. No por gusto han abundado en las redes sociales los comentarios derivados de esa foto.

Uno hay que pudiera resumir a la mayoría: «Esa fuerza de la ola contra el Morro también da el simbolismo de resistencia, más agresiva, más resistente Cuba (...) Este país, que ahora se quedará sin reservas materiales para ayudar a miles, pero seguirá erguido desafiando nuevos tiempos como el Morro».

Otras instantáneas han despertado también el interés de los cibernautas, y también la polémica, como aquella donde aparecen cuatro cubanos jugando una partida de dominó en medio de la calle y con el agua casi a la cintura, mientras el mundo parece acabarse en derredor.

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Esa sí que se ha prestado a interpretaciones de muy variado signo, con independencia de la intención de aquel que presionara el obturador.

Los puntos de vista parecen agruparse en dos grandes segmentos: aquellos que consideran la foto como representativa del cubano, consecuente con aquello de «a mal tiempo, buena cara»; otros que sienten indignación, califican a los protagonistas de irresponsables, indisciplinados; a la vez que algunos, bien contrariados, declaran que: «Más que irresponsabilidad, es el ejemplo de la desidia y de la inercia. Esa foto no me hace sentir orgullo. Me duele en los huesos».

El asunto no es dirimir aquí de qué lado anda la razón porque, sin dudarlo, una imagen fotográfica puede tener múltiples significados y lecturas.

Como mismo es verdad que el humor y la displicencia han servido a veces de necesario escudo, también lo es que esas mismas conductas han resultado vergüenzas.

Y en este mismo instante, los hay que deciden sentarse a no hacer nada, a jugar dominó o a tomar ron; y están los otros, por suerte mayoría, que han optado por juntar el hombro y, con hidalguía, igual al Morro de la foto, soportar el golpe y devolverlo con renacimientos de entre escombros.

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