Las anécdotas sobre Fidel de Rodés Guevara
especiales
En 1976, cuando en el país se celebraron las primeras elecciones de delegados del Poder Popular, José Alberto Rodés Guevara tuvo el privilegio de estar en el lugar donde Fidel ejercería el derecho al voto. Tenía treinta y pico de años y en aquellos instantes se sintió muy afortunado.
Años después, en el 2013 —cuando el Comandante de la Revolución Cubana ya estaba “jubilado” de sus responsabilidades políticas por problemas de salud— también estuvo presente cuando el líder asistió al colegio electoral número uno de la circunscripción 13, en el Vedado capitalino.
En el año 2013, última ocasión en que asistió a votar.
Las anécdotas sobre esos momentos le permiten recrear un pasado que para él es de una enorme significación. “Yo lo veía pasar por ahí, pero nunca había conversado con él. No obstante, sabía que era agradable, atento, cariñoso, preocupado, lo cual ha quedado para siempre en mi memoria”.
No obstante, en 1976 si tuvo la oportunidad, al igual que otros vecinos, de saludarlo, estrechar sus manos y dialogar con él, como acostumbraba a hacer el líder de la Revolución Cubana cada vez que visitaba el colegio electoral, ubicado en las cercanías de la casa de Celia Sánchez Manduley, donde también residió durante los primeros años de la Revolución.
“La primera vez que Fidel llegó para votar serían alrededor de las diez y pico de la mañana. Luego se retiró, después de estar más de una hora intercambiando con los periodistas.
“Sobre la una y media de la tarde, mientras estábamos almorzando, vimos entrar a uno de sus ayudantes. Enseguida pensamos: Viene el Jefe. Nos propusimos dejar la comida a un lado y atenderlo.
Pero él se negó.
“El almuerzo estaba servido en cajitas, y las teníamos en las manos. `Déjenme ver lo que están almorzando` nos dijo. Era pollo, congrí. Entonces preguntó si en todos los colegios electorales se había ofrecido lo mismo. Vimos su preocupación por las masas, en algo tan natural como la alimentación.
“Un rato después empezó a dialogar con quienes allí estábamos acerca de las características de nuestro proceso electoral, de cómo el Partido no postulaba. Esa fue también la primera vez que expuso la idea sobre que los pioneros debían custodiar las urnas. Tradición que se ha mantenido hasta nuestros días”.
La conversación con Rodés tiene lugar en su casa, rodeado de compañeras que junto a él también vivieron aquellos tiempos imborrables. “En una de esas primeras elecciones, Fidel se apareció una tercera vez, cerca de las seis de la tarde, llegó para participar en el escrutinio, y dio la casualidad que se nos extravió una boleta.
“También estaba la doctora Dolores Carbó, presidenta del colegio. Cuando menos yo lo esperaba me dijo: `sube la urna a la mesa y pasa la mano a ver si se ha pegado en una de sus paredes`. En realidad, no apareció. Ese propio día mandó a buscar a quienes integraban la comisión electoral de la circunscripción y ahí comenzó a hacerles preguntas y a sacar cuentas.
“La periodista Susana Lee estuvo todo el día, y al final la invitó a que le acompañara a realizar un recorrido por la zona. Por ahí tenemos una fotografía de esa jornada, cuando visitaron otro colegio electoral, no había corriente eléctrica, se estaban alumbrando con un farol”.
Rodés atesora muchas otras vivencias. Para el revolucionario todas son importantes y significativas, porque haber tenido la oportunidad de estar cerca de un estadista de la talla del Comandante en Jefe, será siempre uno de sus mayores tesoros.
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