XI BIENAL DE LA HABANA. Proyecto D: Diago, diálogo, desafío…
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La XI Bienal de La Habana que ya comenzamos a vivir por estos días ha invitado a aprovechar los imaginarios urbanos, a retomar los espacios públicos, a volcar las acciones artísticas hacia los espectadores, quienes son los verdaderos protagonistas de cada obra que, una vez terminada, se desprende de los brazos de su autor original.
Siguiendo este principio fundamental del arte, con la filosofía de que lo ya construido renace luego en múltiples miradas, interpretaciones, sueños, inconformidades… la familia del pintor cubano Roberto Diago, junto a otros amigos músicos y bailarines, desarrollan un proyecto performático llamado Proyecto D. Sin dudas, esta es una «d» que tiene de todo lo que cada uno de nosotros queramos incorporarle.
El parque John Lennon es el lugar escogido para esta propuesta, cuyo principal atractivo es el carácter participativo y abierto que promueve. Ahí confluirán varias artes.
El hijo de 10 años de Diago hace el preludio de la actividad con su violín, el artista comienza a pintar, se presenta su instalación «Ciudad en ascenso». Diago presentará también dos videos de 30 minutos, mientras Raúl Paz, junto al grupo de Leonardo Diago -también llamado Proyecto D- y la compañía danzaria Ebony, inician un espectáculo en el que se espera la participación de todos los presentes, no se trata solo de contemplar pasivamente, sino de bailar, cantar, crear…
Aunque hay un guión preconcebido, se espera que el clímax esté dado por la espontaneidad y el ánimo de la gente que se involucre en el proyecto. Lo interesante de esto es que se le entrega al auditorio el poder y será la diversidad de cada cual lo que haga de eso una gran fiesta. Ellos se convierten en autores. La idea es que la gente se divierta y que por ese día sean pintores, músicos, bailarines…
En Cuba este tipo de iniciativas no son habituales, reconoce Diago, pero el objetivo de los autores es siempre compartir su quehacer con la gente. «Creo que con este proyecto podemos lograr más en un día, que durante un año en una galería, la cual muchas veces permanece desierta después de la inauguración de alguna exposición».
A veces pensamos mucho en la planificación de las cosas, en la parte logística, y nos quedamos parados. Sin embargo, cuando echamos eso a un lado, y explotamos nuestra bomba y nuestro espíritu, surgen cosas maravillosas que nos dejan enriquecidos con la experiencia vivida.
Vísperas de inaugurar esta muestra, como parte de la XI Bienal, Roberto Diago, quien se ha nutrido de cada elemento que la naturaleza cercana y la gente le han ofrecido, conversó con Cubasí.
-¿En qué consiste «Ciudad en ascenso»? ¿Qué quieren decir esas muchas casitas (hechas de marabú)?
-Es una instalación alegórica al pueblo de Changó, Santa Bárbara en la religión Yoruba. Aunque no es una obra religiosa, simboliza lo que esa deidad para los cubanos: la resistencia, las ganas de seguir luchando, la reafirmación de que estamos vivos y que por eso nos vamos a divertir.
Por ejemplo, los videos que acompañan la instalación son secuencias en el barrio Las Yaguas -pero pudo haber sido cualquier otro barrio habanero como Cocosolo, Los Pocitos- un lugar con condiciones de vida muy humildes y sin embargo, la gente de allí sigue adelante. A pesar de la precariedad, nadie falta a la escuela, las enfermeras controlan a las embarazadas… en fin.
-¿En qué se convierte esta idea, que además tendrá su continuidad?
-El objetivo es contagiar a la gente con el arte, pero no dictar el concepto de lo que ella es para nosotros, sino darle las herramientas para que ellos mismos lo exploren y la descubran desde su perspectiva.
Por eso trabajamos con la población desde edades tempranas, lo hicimos en Trinidad y en el solar de La California en Centro Habana.
Dábamos talleres allí y era increíble cómo todo el mundo se involucraba y contribuían con su esfuerzo a que el proyecto marchara. Las amas de casa no veían ni la novela (Risas).
-¿En qué consiste esa continuidad?
-Pensamos recorrer varias provincias, hemos recibido muchas invitaciones y eso nos alegra. Hay una continuidad, pero también habrá cambios. Cada provincia se incorpora a nuestro proyecto poniendo de lo que tiene. Nuestro trabajo es aprovechar las condiciones de todos los lugares. Un nuevo detalle será la inclusión en el grupo del cineasta cubano Arturo Sotto, quien ya ha filmado varias cosas de nuestro trabajo. Vamos a ver qué sale de ahí.
Todo depende de las características de cada lugar, las condiciones topográficas, porque en este tipo de proyecto abierto cualquier elemento puede afectar o beneficiar la obra: el viento, la altura, las sombras, el sonido ambiente…
-Has dicho que estuviste un tiempo alejado del arte y que ahora estabas repensando las cosas, ¿qué significa eso?
-Nunca he dejado de crear, pero sí he estado ausente de varios eventos internacionales importantes porque andaba ocupándome de cuestiones personales. Ahora estoy replanteándome algunas cosas, explorando ideas nuevas, como este trabajo con los músicos.
-¿Qué es lo que más te aporta de este trabajo?
-Me gusta experimentar, me divierte y me enriquece profesionalmente. No es encerrarse en la pintura de uno mismo. Hay que aprender a trabajar con las luces, saber de computación. Esto me obliga a pensar, me mantiene vivo y me saca del estudio.
Para mí esta es una nueva escuela y creo que las crisis a veces nos hacen desarrollarnos más. No debemos esperar que las instituciones nos den los recursos para hacer algo, debemos iniciarlo nosotros mismos aprovechando la vida que tiene la cultura cubana en disímiles lugares como las plazas, portales, calles, espacios abiertos.
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