Comer sobras: jóvenes alemanes contra el despilfarro de alimentos
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Según el último informe del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de las Naciones Unidas, alrededor de 795 millones de personas en el mundo -casi una de cada nueve- no tienen suficientes alimentos para llevar una vida saludable y activa.
De éstas, 3,1 millones son menores de cinco años, cifra que, de acuerdo con Acción contra el Hambre, supone que 8.500 niños mueren al día por causas relacionadas con la desnutrición.
Estos datos llegaron hace tiempo a la conciencia de personas como el berlinés Raphael Fellmer, quien a principios de 2012 decidió crear un sistema de recogida de excedentes que, con el tiempo, creció y acabó llamándose "foodsharing.de".
Esta iniciativa puso en contacto a personas interesadas en rescatar "alimentos en un estado no vendible" y en recuperar excedentes de supermercados, panaderías, mercados, restaurantes o particulares.
"El objetivo es simple: concienciar a la gente sobre la cantidad de comida que se tira y que todavía se puede aprovechar", explica Fellmer a Efe.
Hace tres años comenzaron a colocar los alimentos "rescatados" en neveras y estantes, situados tanto en lugares públicos como en escuelas, empresas, iglesias y universidades.
La organización ya tiene en Alemania, Austria y Suiza cerca de 350 puntos solidarios, en los que más de 2.500 negocios de comida y varios miles de voluntarios, previamente registrados, dejan y cogen alimentos para compartirlos.
El proyecto se está expandiendo a España, donde ya hay dos neveras en funcionamiento, y también, a otros países, como Italia o la India, aunque no ha estado exento de trabas.
"En Berlín han cerrado una nevera porque dicen que no cumple con los requisitos sanitarios, pero ya se han recogido más de 30.000 firmas para reabrirla. Y en Murcia (España) también ha habido problemas", admite Fellmer, que lamenta que se quiera regular como un negocio algo que no lo es.
Más al sur, en Friburgo, el problema del despilfarro de alimentos ha dado lugar a un movimiento reivindicativo que, aunque por el momento sólo agrupa a unos cuarenta estudiantes, ha ocupado ya espacio en los principales medios del país.
Conocidos como "Bänderer", comen de las sobras que otros estudiantes dejan en las bandejas de la cafetería de la universidad.
"No es una cuestión de dinero, es una forma de reivindicación política", explicaba al diario "Badische Zeitung" Renate Heyberger, vicepresidenta de Studentenwerk de Friburgo, encargada de gestionar la cantina de la universidad.
Para este verano, el centro prevé ofrecer porciones de comida más pequeñas.
Frente a esta iniciativa, otros jóvenes han visto la forma de hacer negocio y demostrar que muchos productos rechazados son comestibles; lo hacen en el restaurante "Restlos Glücklich!" (Feliz sin restos) en Berlín.
Basándose en una idea danesa y gracias a la financiación colectiva, un grupo de amigos abrió este mes un local que utiliza productos que muchos establecimientos descartan por no cumplir con las normas estéticas.
El restaurante, que espera tener local propio el próximo mes de junio, abre viernes y sábados y elabora su menú dependiendo de los alimentos que reciben.
Ensalada de zanahorias fritas, verduras a la parrilla, papaya y picatostes; una sopa de boniato y jengibre con chips de hierbas o un pastel de arándanos con crema de granada son algunos de los platos que elabora el chef, Daniel Roick, de 27 años.
Con precios que oscilan de los 6 euros el plato a los 19 el menú completo, la recaudación va destinada a pagar al cocinero y a los encargados del restaurante, en el que trabajan varios voluntarios.
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