Urbano González: Siempre volvería a ser pelotero (+ Infografía)

Urbano González: Siempre volvería a ser pelotero (+ Infografía)
Fecha de publicación: 
28 Abril 2016
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A sus 12 años, probablemente para Urbano González no se vislumbraba otro camino lejos del agotador trabajo en el campo. Aunque, por las venas le corría el gusto por el béisbol parecía un sueño lejano, apartado de su realidad más concreta.

 

En su hora de descanso él jugaba a ser pelotero, pero ni por la cabeza le pasaba que su sueño algún día se materializara.

 

"Pipo era quien me tiraba las pelotas. Entre mi casa y la del dueño de la finca, el ancho de esas dos calles era nuestro terreno. Recuerdo que mi papá me decía que si se iban de foul tenía que subir a arreglar la teja. No fallaba ni un rolling por duros que vinieran. También me decía que me quitaba el juego una semana, figúrate, aquella era mi vida...", dice.

 

¿Cuándo empieza a jugar profesionalmente?

 

En la finca Aguirre existían tres terrenos para jugar pelota en aquel entonces, también la fábrica de dulce de guayaba tenía un equipo. Cuando el segunda base se partió una pierna vinieron a buscarme para sustituirlo y le cubrí el hueco. Allí estuve un año, dos años… después de eso paso para la Catalina de Güines de la Unión Atlética Amateur, pero primero fui cargabates. El manager que venía de La Habana se fijó en mis cualidades y allí me pidieron como pelotero, aunque como dije yo era el cargabate.

 

Urbano cierra los ojos, como buscando un recuerdo. Empieza a hablarme de una época que vivieron mis abuelos, antes del triunfo de la Revolución donde incluso jugar pelota era un privilegio de ricos.

 

Cuando triunfó la Revolución ya yo estaba en el equipo profesional. Había que dar batazos para clasificar ahí. El negrito Jiménez, de Güines y yo nos colamos en aquel equipo. Todos los años yo formaba parte de la nómina, en Santo Domingo, cuando ganó el Curro pitcheando ahí no estuve porque mi papá estaba enfermo. Recuerdo que en los entrenamientos los rollings venían para arriba de mí y yo no los veía, estaba en el terreno pero estaba ausente solo pensando en mi padre.

 

Coménteme sobre la Primera Serie Nacional

 

Jugué siempre con Occidentales. Primero al mando de Fermín Guerra. Yo era el primer bate porque siempre me embasaba. Ese fue el comienzo de los records y buenos resultados. Recuerdo que estaba Tony Ortega en el campo corto, Osorio por los files… un equipazo de pelota con muchos deseos de hacer las cosas bien. Nos dejábamos llevar por el manager siempre. A veces cuando él mandaba a tocar, después de hacer lo que él decía le comentábamos que no estábamos de acuerdo.

 

En cuanto a públicos y aficionados ¿dónde es más complicado jugar?

 

No sé, yo siempre estaba concentrado en una cosa: miraba el recorrido de la bola y sacaba los brazos, igual cuando venía el rolling pa’ rriba de mí. No escuchaba nada de lo que gritaban en las gradas, ni siquiera a los contrarios. Pienso que todo el mundo estaba en función de ganar el juego, haciendo todo lo posible para que no saliera nada mal.

¿Existían también indisciplinas en el juego?

 

Siempre había peleítas, pero ahora yo observo que la gente pierde la paciencia. Están esperando la mínima cosita, para saltar. Si el ampaya (árbitro en inglés, cubanizado) se equivoca a los peloteros se les olvida que ellos también pueden equivocarse con una pelota mala y poncharse. Siempre me llevé bien con los ampayas. A mí me causaba problemas el slider cortico, pegadito a la tierra. Es verdad que yo tenía un record que cuidar, pero figúrate si las cosas no salían bien tampoco podía cogerla con los árbitros.

 

Urbano hace referencia a su récord absoluto en Cuba de sólo 67 veces quedándose con el madero en ristre durante 13 temporadas.

INFOGRAFÍA: Los récords de Urbano González

Infografía: los records de Urbano

 

¿Qué pitcher le resultaba más complicado?

 

El zurdo Ciprián Padrón no sé qué tenía, se me hacía muy difícil. De los 67 ponches que me dieron, él tuvo unos cuantos. Sin embargo, a Manuel Alarcón, quien fue un gran amigo y un pítcher de primerísimo nivel, siempre le adivinaba los lanzamientos. Me decía, Urbano el increíble, pues nunca me pudo ponchar. De Ciprián también recuerdo que tiraba por debajo del brazo. Una vez alguien me dijo “mira Urbano, lo llevo para ti”. En el séptimo inning con tres en base, lo pusieron a calentar dentro de las malvas y me ponchó aquella vez.

 

¿Por qué nunca se fue de Catalina de Güines?

 

Cuando yo regresaba de cualquier competencia aquello era un mar de pueblo esperándome. No creo que eso suceda en muchos lugares. Todavía la gente me saluda con muchísimo cariño.

 

¿Cuál es su opinión sobre la pelota cubana actual?    

 

Pienso que la pelota hoy en día necesita que la gente vuelva a pensar en ella. Hay que salir de la comodidad de los asientos y volver a esforzarnos para alcanzar resultados como los de antes. Hay que sentirla, la pelota es más que un juego, es una forma de vivir.

 

¿Se siente satisfecho con lo que logró?

 

Yo estoy feliz con lo que logré, con el cariño del pueblo que no se olvida. Ahora ya no estoy jugando porque el tiempo ha pasado pero la gente sigue saludándome con mucho respeto y piensan en mí como un ejemplo para los que están ahora en activo. Eso vale mucho, por la mañana, por la tarde, por el mediodía yo siempre volvería ser pelotero.

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