El síndrome del trabajo a medias

El síndrome del trabajo a medias
Fecha de publicación: 
4 Abril 2016
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Faltaba el agua en Cojímar y decidieron renovar buena parte de las redes hidráulicas. Rompieron las calles principales para tender las nuevas tuberías. Era muy molesto, por supuesto, demasiado polvo, transporte desviado, aceras interrumpidas… pero nadie se quejó: que todo sea por mejorar.

Cuando vi las obras en las calles, le comenté a mi amigo Lester:

—Apuesto a que estaremos medio año en esto. No vamos a tener guaguas cerca de la casa en un buen tiempo.

—No exageres, esto van a acabarlo rápido. ¿Qué piensas que es esto? ¿Una aldea? Aquí viven miles de personas, no podemos estar tanto tiempo sin calles ni transporte público.

Eso fue en agosto del año pasado, ya estamos en abril y las guaguas brillan por su ausencia. Cuando la empresa hidráulica puso las tuberías, taparon los huecos como mejor supieron y pudieron (ya se imaginarán) y se fueron con sus equipos a otro barrio.

Las calles, que no estaban buenas antes, quedaron ahora intransitables. Y la empresa de viales no consideró prioritario reparar las principales arterias de toda una comunidad.

La empresa de ómnibus, por su parte, insistía en que sus unidades (nuevas, de reciente adquisición en el mercado chino) no podían transitar por calles en estado tan deplorable.

Y las personas que antes tenían que caminar dos o tres cuadras para llegar a su parada, tienen que caminar ahora un kilómetro.

Siempre me ha llamado la atención la galopante descoordinación de algunas empresas públicas en Cuba. ¿No se supone que antes de romper una calle tiene que estar asegurada su posterior reparación?

Hace unos días, por fin, comenzaron a asfaltar de nuevo. En un día cubrieron casi un kilómetro de una de las sendas. Me congratulé por la rapidez de las obras. Me dije: en una semana ya tendremos calles nuevas.

Sigo siendo el iluso de siempre. Asfaltaron eso y desaparecieron otra vez. Ahora la calle está a la mitad y las guaguas todavía no pueden pasar. Lo de nunca acabar. Cuando terminen de reparar por un extremo, a este ritmo, van a tener que empezar por el otro.

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