WSB: Domadores blandieron látigo finalista con barrida

WSB: Domadores blandieron látigo finalista con barrida
Fecha de publicación: 
3 Mayo 2014
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Pocos dudaron del empuje de nuestra franquicia antes de iniciarse el certamen, pero tampoco fue general la apuesta por un visado finalista en su estreno. Y ya ven.

 

Lo cierto es que el crucero Sergey Kalguchin, salvo alentar afanosa y ruidosamente a sus compañeros desde la grada, y dar un paseo por La Habana (debía cruzar puños en caso de empate), apenas pudo escalar el ring en la presentación.

 

El recital lo inició Leodán Núñez (52), quien pese a estar perseguido por las heridas, su rival Ovik Ogannisian le lastimó con el codo en el mismísimo round inicial y además le propinó otro corte en el tabique. No se amedrentó, cerró su guardia como fortaleza inexpugnable y apelando a su ligera ventaja en el alcance salió mejor parado de los intercambios, tanto en calidad de iniciador como en la riposta. ¿El veredicto? Inobjetable 50-45, 49-46, 50-45:

 

“En ambos pleitos he tenido que variar mi estrategia de combate tras las heridas, una tarea fortísima, pues me concentré en el intercambio en la media y larga distancias, donde podía sacar ventaja y así fue. Fueron los ganchos y los rectos la estrategia para neutralizarlo.”

 

Doble campeón mundial, toda una estela invicta de cinco éxitos durante la competición, incluso un sólido gancho de izquierda a su contrario al cabo de dos minutos del gong inicial dejaron bien claro quien debía dominar sobre el encerado. La realidad a tono con el guión. Lázaro Álvarez fue desmoronando la guardia de su oponente cual ola que irrumpe en un castillo de arena. A cada segundo su rival, Konstantin Bogomazov embestía de forma irreverente, haciendo caso omiso a la lección de técnica que le propinaba el pinareño. Álvarez apeló al extra de su condición y salió mejor parado de los intercambios, con rallys más combinativos y las esquivas de torso como divisa, hasta el definitivo 50-45, 48-47, 49-46:

 

“Fue un buen combate, frente a un rival de calidad, especialmente por su físico y constantes golpes, pero impuse mi técnica y le di un triunfo muy necesario a mi equipo.

 

Tocaría el turno a Roniel Iglesias (69), a sabiendas de que su veredicto, en caso de ser positivo definiría la batalla. Convirtíose entonces el Coliseo de la Ciudad Deportiva en la “arena” romana y Roniel destrozó las enredaderas de nombre Andrei Zamkovoi. Como no hacerlo si en juego estaba el prestigio de su condición de uno de los mejores boxeadores libra por libra del excelso panorama universal. Mayoreó entonces a su antojo a un espigado oponente que lo superaba en estatura y alcance, e incluso espantó a su adversario, dedicado a correr sobre el cuadrilátero en el cuarto y quinto actos:

 

“Debo continuar elevando mi preparación de cara a la final, la pelea tuvo calidad, y saqué a relucir mi arsenal en las tres distancias”, sentenció con un jab certero a las interrogantes de los periodistas.

 

¡Doctor, doctor! ¿Qué me recomienda? Dosis de puños cada ocho horas, guardia siempre arriba, y precisión en tu golpeo. Difícil que Julio César La Cruz sucumbiera con tan milimétricas indicaciones dadas desde la esquina por Rolando Acebal, Raúl Fernández y compañía. O mejor aún, tan bien ejecutadas. Salvo en el epílogo, sabiéndose con ventaja su guardia se comportó como una muralla, y su velocidad fue la acostumbrada para sentenciar por triple 50-45 a Alexander Khotyantsev:

 

“Gracias a todos por devolverme la confianza. Les debía un retorno exitoso. Tuve una pequeña caída en mi forma producto del déficit de entrenamiento, pero salí al ring muy concentrado además de con mi acostumbrada velocidad de manos y piernas.

 

Justo aquí se me enjugaron los ojos, pensé que la Cruz sellaba sus declaraciones pero no, como una exhalación desde los parajes más sombríos de su alma salió una cristalina dedicatoria del éxito a otro ícono, de la música, amante del deporte, cubano en todas las de la ley y hombre universal: “A Juan Formell va este triunfo, por su apoyo al movimiento deportivo y por ser un excelente artista, de pueblo.”

 

No por menos esperado dejó de ser placentera la sonrisa del súper completo santiaguero José Ángel Larduet ante Magomed Omarov por divididos 48-47, 48-47, 47-48.

 

Dos trombas de golpes, público de pie, ovaciones incesantes. Todos esos ingredientes tuvo la batalla del adiós, de la cual emergió airoso el fogoso indómito, ante un oponente de 1.98 de estatura, bien superiores a su 1.89.

 

Pero la tierra caliente se extrapoló a puños, torso y piernas y ese espíritu fue valedero para acuñar la barrida. Así de simple, no se sabe si ante los Astaná Arlans de Kazajstán o los Azerbaiján Bakú Fires, los actuales monarcas Kazajos aventajaron en la ida por estrecho 3-2, los Domadores de Cuba buscarán blandir el látigo una vez más a la hora cero, los próximos días 30 y 31.

 

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